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La quimio estaba haciéndose ver.

Elliot se había quedado calvo, pero eso no era lo que me preocupaba. Estaba triste, mucho. Había cumplido los doce años y era un chico hermoso pero nada feliz.

Llevábamos cinco meses al tanto de su enfermedad. Medicamentos, quimio, terapias para toda la familia, visitas de amigos, visitas frecuentes al hospital.

A los siete meses pensábamos que le perdíamos. Le dió un ataque. Conseguimos llevarle al hospital y le reanimaron.

No he tenido más miedo en toda mi vida.

Elliot ya no sonreía nunca. Sabía que estaba muy enfermo y yo ya no sabía qué hacer para hacerle la vida menos complicada.

A los nueve meses de haber sido diagnosticado, fue trasladado al hospital. Ya difícilmente podía hacer cosas solo. Faltaban tres meses para su treceavo cumpleaños.

Y quería que fuera especial, porque podría ser el último.

Elliot tenía cáncerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora