A mis 44 años de edad, la degracia me volvió a encontrar.
Mi niño se desmayó en clase. Cuando fuimos a buscarle nos dijo que tenía fuertes pinchazos en la cabeza y que no los soportaba.
Elliot tenía cáncer.
- Mamá, ¿y si es algo grave?
- Algo grave dice. Tú estás deseando tener algo para no ir a clase, anda que no te conozco yo.
Elliot rió.
- No mamá, en serio. ¿Y si es algo más que una neumonía?
- No creo que sepas lo que es una neumonía.
- No -rió- pero tiene pinta de ser algo no muy feo.
- Pues te equivocas, se puede poner muy feo, puede ser muy grave.
- Vale, entonces esa no era mi pregunta. -y me la volvió a hacer- ¿Y si es algo más que un catarro?
Ahora soy yo la que ríe.
- ¿Desde cuándo te importan a tí las enfermedades si soy yo la que te cuida y te aguanta? -dije revolviéndole el pelo.
- Porque me sigue doliendo.
- Eso se pasa con los medicamentos que nos receten.
- Es que tengo miedo.
La verdad es que yo también tenía miedo. Mucho.
Le abracé y le pasé la mano por el brazo, arriba y abajo.
- No tienes por qué.
- ¿Y qué hago si es algo grave?
- Hacer caso al médico y curarte rápido, a ver si nos contagias a los demás.
Él rió y me abrazó más fuerte.
Mi pequeño niño de 11 años.
No crezcas nunca por favor -pensé mirándole.

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Elliot tenía cáncer
Historia CortaHistoria muy corta. Estamos casi muertos Elliot, tanto, que me parece oler cuerpos en descomposición. Aviso: No quiero herir a nadie, yo no estoy famirializada justo con esta enfermedad, pero si que sé lo que es perder a alguien, así que no pretendo...