EL INICIO, parte 3-4-5

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La idea de Pascual es mostrar la realidad de la manera de vivir de un extranjero asentado en España. Cada mes será de procedencia diferente. Como siempre, repito con resignación, él paga, él manda; sin embargo, debo admitir que en esta ocasión ha puesto el dedo en la llaga. Es un tema actual donde se debe investigar mucho. Y es que son tantos los que cada día vienen y se quedan... convivimos tanta diversidad de gente... No podemos dar la espalda a una evidencia. Me gusta la idea a pesar de no ser fácil y tener que ajustarme a unas condiciones. Una de ellas es que no tiene que ser un extranjero de cualquier país, debe ser obligatoriamente un argelino. Otra condición es que no me pagará gastos.

El tema es aparentemente complicado, también delicado por los tiempos intransigentes que corren. Tengo que profundizar en un país que desconozco totalmente, aunque me considero un trotamundos. Desde muy joven, mochila al hombro, he recorrido mil territorios, pero hay tanto para ver, para conocer, para saborear... que serían necesarias varias vidas para dar solamente un vistazo general. Y Pascual justo me está pidiendo que hable de Argelia, uno de los países que me faltan en mi bagaje viajero. Me viene a la memoria un día cuando me preguntó sobre los lugares que conocía, y ahora entiendo el motivo de aquella conversación. Creo que en el fondo Pascual quiere que fracase y que continúe en la sala de documentación. Podría haberme pedido los escritos sobre otro país del que podría hablar más fácilmente. Pero no, justo me exige que escriba sobre un extranjero procedente de un lugar no visitado y consecuentemente sin referencias vividas. Lo argumenta diciendo que Argelia es uno de los países más cercanos y más desconocidos para los españoles, y en esto le respaldo. Además, para apoyar la propuesta, añade que son muchos los que llegan cada día a nuestras tierras. También lo creo. Pero no dejo de pensar que podría haberme encargado otro país y que la única pretensión es comprobar hasta dónde puedo llegar. Haré frente a la situación. Lo tengo que sacar adelante sea como sea. Inspeccionaré los archivos que me son tan familiares y si es necesario desembolsaré el sueldo del mes visitando Argelia.

Para empezar, me ha dado unas sugerencias para encarrilar mis pasos y plena libertad para enfocar el tema. Quiere que busque las raíces de un personaje anónimo, que compare sus dos maneras de vivir, la de antes en su país de nacimiento y la de ahora, exponiendo los problemas con los que se encontró al llegar y quizás continúa teniendo. Mi cabeza procesa la demanda. Pienso que Pascual quiere como una biografía de alguien que vive entre dos mundos. El desconocido locuaz Pascual me detalla el proyecto. Después de Argelia quiere seguir con Ecuador y otras zonas del centro y sur de América, para luego continuar con los Países del este y Asia. Incluso, dice, podría hablarse de los alemanes e ingleses que fijan la residencia en España.

Me ha hecho saber que otro compañero de oficina está indagando sobre la emigración procedente de Ecuador por si mi trabajo no le gusta. Es normal que Pascual tenga reticencias y dudas sobre qué haré, por lo que entiendo que se asegure un dosier sobre la mesa. No me quiero abrumar. Sé que es mi oportunidad y voy a poner el alma en ello. No tengo que perder ni un minuto, porque otra de las condiciones es que en el plazo de una semana le he de presentar ideas y estrategias para llevarlo adelante.

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La semana me está pasando frenéticamente porque no he dejado de lado las tareas rutinarias que me ocupan cada día en la sala de documentación y fotocopias, y al mismo tiempo estoy centrado en la reunión con Pascual donde tengo que demostrar mi validez. Me doy cuenta de que me ha observado paso a paso, día a día, desde el instante del encargo. Sé que le gustó cuando al día siguiente de proponerme el trabajo telefoneé a la embajada de Argelia para buscar el protagonista de los artículos. Le sorprendió que, en solo dos días, tuviera en sus manos un listado de argelinos residentes en España. Al tercer día se quedó boquiabierto al ver que ya había hecho una selección de nombres atendiendo a la individualidad y las circunstancias que los rodeaban. Y más atónito aún se muestra en estos momentos al saber que, antes del plazo de la semana, ya he hecho la elección del personaje y ya estoy dispuesto a detallarle el planteamiento que voy a seguir.

Hamid Assil fue el primer argelino con el que me puse en contacto y desde el primer momento supe que sería quien marcaría mi destino. Muchas circunstancias favorecían su elección. Fue determinante que viviera en la provincia de Valencia, también la fuerte personalidad que se desprendía de las palabras que salían de su boca y, sobre todo, la buena predisposición a colaborar en un proyecto que le resultó muy interesante. Es cierto que Hamid tenía mucho que decir, estaba dispuesto a hacerlo y no tenía ningún inconveniente en mostrar su vida. Del resultado final dependía que yo tuviera un asiento en las oficinas y un lugar dentro del periódico.

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He trabajado duro y rápido. Han pasado los siete días fijados de plazo. Estoy enorgullecido. Tengo claras las líneas a seguir y las diligencias que quiero hacer. Paso a paso se lo he explicado a un Pascual impresionado ya previamente por todo lo que me ha visto hacer a lo largo de la semana. Los numerosos gestos inconscientemente dibujados en su cara mientras yo hablaba han delatado todo lo que no ha osado decir en un principio. Pero a pesar del mutismo inicial, poco a poco he notado cómo se quedaba boquiabierto mientras me escuchaba. Está contento, ya no le noto la cara de enojo, ya no

me da gritos para hablarme. Por primera vez me trata como un periodista y confía en mis posibilidades. Así que, cuando ha terminado de escuchar toda la detallada explicación que le tenía preparada, Pascual no ha tenido más remedio que darme la enhorabuena por la rapidez y eficacia como he actuado.

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ENTRE DOS MUNDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora