PARTE PRIMERA: TERCERA CARTA

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Argel, marzo de 1986

En el nombre de Dios.

Querido y añorado hijo:

Pasan los días y los meses. Te añoro, hijo, y no solo yo; te añoramos todos. ¿Y tú, nos echas de menos? Esperamos con impaciencia lo que nos escribes. Queremos saber de la convivencia con Alí, de las amistades que tienes o de la vida que llevas. Ya no tardarán en instalarnos el teléfono en casa. Sin embargo, quisiéramos, además de escuchar tu voz, no dejar de leer palabras escritas. Papel en mano es mejor. Una carta es para mí como si tuviera delante a la persona que escribe. Las palabras por medio del teléfono se las lleva el viento; las otras quedan. En la carta pasada me despedí de ti triste. La tristeza se debía a la añoranza por un país que nos abrió un futuro provisional de libertad. Y digo que era provisional porque ya sabía, desde el primer día, que tenía que volver a la tierra donde están las raíces. Soy consecuente con la elección, aunque sin darme cuenta no hago otra cosa que comparar. España es un país que me gusta, fueron tantos años de felicidad los que vivimos... Todo nos resultaba atrayente... No renunciaría ni a un minuto de los pasados en el pequeño pueblo valenciano donde fuimos a parar y donde vivíamos juntos. Ahora estamos separados, y aunque lo sentimos, tu madre y yo entendimos desde el principio que decidiste quedarte. Habías emprendido unos estudios que tenías que terminar. Después, Dios dirá. En España tendrás el privilegio de labrarte un futuro mejor que el que podrías conseguir en Argelia. Por todo, a pesar de nuestro deseo de tenerte al lado, sabemos que será provechoso quedarte.

Y ahora mi tristeza viene cuando pienso en tus hermanos. Karim y Moussa creciendo en una tierra a veces intolerante, una tierra en parte discriminatoria, una tierra que muestra rasgos fanáticos a menudo incontrolables. Poco sabes de este fanatismo porque poco te quisimos contar. Ahora ya no callaré más. Tus hermanos son, por suerte, pequeños, y estamos a tiempo de darles una adecuada educación, unos cimientos sólidos de sensatez, que en este país parece que se están perdiendo. Aquí es complicado. Lo tenemos difícil, tu madre y yo, pero lo intentaremos, combatiremos. Lucharemos, porque este país tiene muchas más virtudes que defectos, porque la belleza de su tierra es incomparable, porque no se han de escuchar las voces aisladas adoctrinando incongruencias. Y si las cosas se ponen peor siempre podemos volver a nuestro segundo país, al que tanto amamos, país donde por ahora estás y donde dejamos amigos con los que creamos unos lazos como si fuéramos una familia. Siento que la gente siga unos dictámenes sin juzgar. En tiempos del profeta Mahoma las cosas eran diferentes, la religión era más tolerante respecto a todo. Las mujeres disfrutaban de unos privilegios que ahora ni se imaginan. Mahoma fue el hombre más liberal de todos los árabes, pero sus enseñanzas fueron desvirtuándose con el paso de los años. Mientras hoy en día la sociedad árabe sobrevalora la virginidad, Mahoma se casó con catorce mujeres, todas viudas o separadas, solo la última era virgen. Mientras los hombres árabes predican la sumisión de la mujer, obediencia sin opinión, Mahoma se casaba con mujeres de fuerte personalidad que no callaban lo que pensaban y eran escuchadas por el profeta. Como Khadidja, la primera, que vivía del comercio y era conocida por su fuerte carácter e independencia social y económica. Incluso esta valiente primera esposa tenía libertad para elegir marido, siendo ella quien pidió a Mahoma casarse con él, entonces quince años más joven y al que conocía muy bien porque era quien se ocupaba de sus negocios. Aixa, la última esposa del profeta, también tenía una voluntad de hierro y no dudaba en contradecir al profeta, tanto daba que fueran actividades políticas, culinarias o literarias, facetas donde demostraría siempre una inteligencia superior a la de muchos hombres. Por suerte, en la vida actual se encuentran unas cuantas siguiendo el modelo de la joven Aixa. Son mujeres que propugnan su independencia y derechos. Desgraciadamente, todavía no se escucha mucho su voz, porque son más las que han sucumbido a la presión de la sociedad de clases y del sistema patriarcal, terminando siendo prisioneras de los hombres y de un sistema que les impide participar en la vida económica y social. Voy a cambiar de tema, este me llena de contrariedad. No puedo entender cómo estas cosas no son tan evidentes para el resto de gente como lo son para mí. Por eso evité hablarlo contigo siempre; me enfada y me entristece pensar en ello.

Este mes la vida viajera me ha hecho reencontrar otra parte de esta tierra que me rodea, tierra nuestra, tuya. ¡Me gustaría tanto tenerte de compañero de viaje! ¡Que gozaras tanto como yo con cada palmo de la tierra que piso! Me imagino que soy un explorador. El camión es mi vehículo, y cuando llego a algún lugar que me gusta me impregno de sus olores y sabores. La costa, luminosa y azul, es muy diferente de las impresionantes cordilleras montañosas que se pueden encontrar solo a unos pocos kilómetros de distancia. Es el Atlas Tellense. No son montañas como las que te rodean en España, aunque a primera vista podríamos decir que tienen cierto parecido. A medida que nos adentramos hacia el sur del país y dejamos la costa las sierras se van personalizando. Las montañas pierden el verdor para adquirir un estilo y color propio. Son sierras rocosas, como el escenario de las películas de indios y vaqueros que veíamos juntos en España. Ahora te estoy hablando de las recortadas cumbres del Aurés, que rodean por kilómetros y kilómetros la zona donde están las peculiares datileras situadas en embudos naturales o en llanuras. Los dátiles son la riqueza de la comarca y son exportados a todo el mundo. Una de las variedades más suculentas son los dátiles conocidos como Deglet noir. No dejo de comprar en Biskra, para comprobar si son tan buenos como se dice. Y lo son, lo aseguro. Biskra es una gran ciudad construida en una llanura. El mercado, situado en una plaza cuadrada, está muy animado, como en la mayoría de las ciudades y pueblos, porque es lugar de reunión social, de comercio y de vida. Se puede encontrar de todo: dátiles, telas, alfombras, cerámica, cestas o joyas. El ambiente es muy agradable. Las mujeres de esta zona dan color a la ciudad con los grandes velos decorados con flores. Nada que ver con los de las mujeres de nuestro pueblo y que debes recordar. Mientras espero que me descarguen el camión doy un relajante paseo, sin prisas, por unas calles con arcos y por una plaza llena de sombras. Hablo con unos hombres que pasan las horas jugando a un juego de mesa, variante del dominó que conoces. Me gusta hablar con la gente.

Tienes que ver esta zona ocupada por las datileras. Está junto a unas pequeñas casas hechas de adobe, que eran la antigua población. ¡Y qué diferencia con las que se encuentran en los países occidentales! En su conjunto forma un paisaje encantador. La mayoría de los bereberes viven en casas parecidas a estas. Con una mezcla de barro y arena secada al sol se hacen los ladrillos con los que se construyen los habitáculos, que, aunque tienen poca resistencia, son buenos protectores contra el sofocante sol. Sol y calor, que a medida que avanzamos hacia el sur se hace notar más. El mundo de los bereberes es diferente. Me enorgullece tener las raíces familiares en el desierto, tienen unas normas y tradiciones propias forjadas por la vida errante. Las enseñanzas beduinas se han transmitido de generación en generación y perdurarán. Algunas han continuado en mí y he procurado inculcártelas. Y estemos donde estemos, la esencia de esta vida estará presente en nosotros.

Tengo un amigo en Tolga, a media hora de Biskra, que durante años llevó una vida nómada, como la de nuestros antepasados. No sé cuánto tiempo se quedará en la ciudad. La vida errante se agarra a las venas y hace que cueste permanecer de forma continuada en un mismo sitio. El ejemplo está en mi familia. Ya sabes que dejó el desierto y en un principio se estableció en Ouharzen, en la Cabilia.Y de nuevo, cuando yo me fui de allí, parte de los míos vinieron conmigo. A mi amigo le pasa lo mismo, no tiene problemas por cambiar de lugar y de vida. Lo conozco desde pequeño, éramos vecinos en Ouharzen y a menudo escuchaba las historias que mi abuelo contaba sobre caravanas y espejismos. Cuando creció quiso experimentar la vida del desierto y se fue al sur, pero la subsistencia nómada es muy dura y decidió dar de nuevo otro viraje a su vida. Ahora tiene un negocio de alfombras. Siempre me ha gustado hablar con él, a menudo la conversación deriva hacia buscar la diferencia entre vivir entre arena o entre asfalto, de las ventajas y los inconvenientes. También hablamos de la familia y del trabajo. El negocio no le va nada mal. En sus talleres se confecciona pura artesanía, todo hecho a mano. Es un placer disfrutar de la amistad. En el momento de la despedida nos abrazamos de manera sincera. Hacía tiempo que no lo veía, fue un reencuentro con el pasado, esta vez recordando días de niñez y de juegos, momentos que nunca volverán, pero que la memoria se encarga de ventilar de vez en cuando.

Un abrazo cargado de buenos deseos y tan sincero como el que di a mi amigo de Tolga te envía tu familia, esperando con impaciencia saber de ti. También a Alí, del que no nos cuentas mucho, le enviamos saludos porque le recordamos y le añoramos también.

Hassan


ENTRE DOS MUNDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora