Voces

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"Alicia, despierta."

-¿Quién?... Ah, mi muñeca -dijé con dolor, miré con los ojos entreabiertos todo lo de alrededor, me mareaba, mi muñeca estaba vendada.


Finalmente después de unos minutos pude tranquilizarme, un poco, estaba en mi cuarto, estaba recostada encima de mi cama, giré un poco la cabeza y visualicé a Daniel durmiendo en un silla.

Por alguna extraña razón me sentía observada. Temía no poder tener fuerzas para levantarme, me senté en la cama y me detuve a observar más detenidamente mi muñeca, tenía la necesidad de saber el porqué de la sangre ¿cómo me hice una herida?

Quité con lentitud las vendas y me llevé una gran sorpresa al ver que no tenía ninguna herida, aunque las vendas se habían manchado con sangre.


-Alicia... -dijó Daniel entre sueños.

-Ay, casi me matas de un susto, sigué durmiendo querido Daniel ... -susurré.


Caminé hacía la puerta y giré el picaporte, al salir la cerré sigilosamente para no despertarlo.


Temía no poder saber lo que pasaba en el cuarto de mi hermana, temía sentir la muerte tan cerca de mi otra vez.

Giré el picaporte de su cuarto y como era de esperar era imposible abrirlo, no quisé forzar a mi mente, ni mucho menos volver a teletransportarme.

Retrocedí sobre mis pasos y volví a mi cuarto pero antes de recostarme en mi cama me acerqué a Daniel, nunca lo había visto durmiendo, mi mirada seguía la curvatura de sus labios, y sin darme cuenta me encontraba a pocos centimetros de él.


La verdad es que es atractivo pero no sé que oculta detrás de esa sonrisa tan bonita que tiene.


"Lorraine."


Otra vez esa voz, el mareo volvía a mi cabeza y esta vez con más intensidad.
Dejé de mirarlo y me recosté en mi cama, llevé una mano a mi frente pero no tenía fiebre.


Me quedé pensativa y Daniel acabó sacandome de mis pensamientos.


-Hey, Alicia -dijo Daniel, se había despertado- ¿como estás?

-Bien, supongo ... ¿qué me ha pasado? -pregunté, ya sabía lo que había pasado pero aún así quería escuchar su versión de lo ocurrido.

-Pues verás -hizo una breve pausa tragando saliva y prosiguió- cuando llegé a casa te encontré en el suelo sang- digo ... Estabas desmayada y te llevé hasta tu cuarto sobre mis brazos -hablabla con nerviosismo, estaba mintiendo-¿por qué te has desmayado?

Me pilló desprevenida pero por suerte respondí con certeza.


-No lo sé, creo que habrá sido por la leche que tomé en el desayuno.


-Ya... -me miró con incertidumbre pero después volvió a sonreir- bueno ¿qué vamos a comer?

-Eres tan tonto. -dijé llevandome las manos a la cara.

Pensé en preguntarle sobre porque me sangró la muñeca pero las vendas me las había quitado y no tenía ninguna herida como prueba, por lo tanto no pude hacer nada al respecto.

Hasta El Fin Del MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora