Capítulo III.

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Aún no me lo creo, él... Él viene hacia nosotras y pide reunirse a hacer el trabajo.
-Si, Claro. -respondo con voz nerviosa
Los otros 45 minutos se perdieron en sus ojos cafés, como las bolitas de chocolate que como a diario. En sus labios color cereza que solo me hacen querer besarlo. Y en su cabello rubio, sedoso, suave, con olor a hierba.
-Nos encontramos en mi casa, mañana. -Nos propone.
-Esta bien, ¿Verdad Hanna?
Asisto con la cabeza.
El nos mira, pero se cruzan de nuevo nuestras miradas, el sonríe y se sonroja un poco, se levanta de la silla pero sigue mirándome directamente. Se voltea pero al llegar a la puerta me mira y me guiña el ojo.
Esos 40 segundos fueron tan impredecibles, que por primera vez una gran carcajada sale de mi. Es una risa nerviosa pero muy feliz.
Pasa la jornada de estudio, y vuelve la cotidianidad, a excepción de esa felicidad, esta tonta felicidad que me dio una simple mirada de el joven que me gusta tanto.
Llego a casa y mi madre me da un beso y se va a trabajar.
Mi padre se a hido ya para una mejor vida. No tengo hermanos.
Pero esta mi hijo, mi bolita, mi cachorrito, El pitbull de mi vida. Con quien paso las horas en la estreches y oscuridad de la casa.
Me recuesto en la cama y con un suspiro quedo totalmente dormida.

Lagrimas De Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora