Lagrimas De Amor.

Capitulo VII

Me susurro al oído: -Te Amo demasiado Hanna, pero no había encontrarlo la forma ni el momento oportuno para decírtelo.

Aun no lo puedo creer, No me cabe en la cabeza, que el hombre que ame por tanto tiempo, es el mismo que ahora me está confesando ahora que siente lo mismo por mí.

Las lágrimas se resbalan por mis mejillas, y un suspiro brota de muy dentro de mi corazón.

El me mira y pregunta porque estoy llorando.

-¿Sabes cuantas veces soñé con este momento. Cuantas veces me quedaba mirándote, con la esperanza de que te acercaras y me dijeras lo que ahora me estas confesando... Sabes cuánto Te Amo, ¡maldita sea! Cuánto te amo...? -Me deshago en llanto, mientras el me abraza y al instante me besa.

El mayor de los placeres de mi vida llego, al instante en el que él me beso. En mi cielo se formó un arcoíris, las mariposas volaban. Mi corazón estaba a punto de salírseme del pecho, mis manos temblaban pero fuertemente agarraban su camisa y su hermoso cabello.

Ese fue el momento soñado, el momento perfecto, el momento en que mis lágrimas se convirtieron en Lágrimas De Amor...

Mientras el me agarraba la cintura mi vida estaba color de rosa, un momento épico, donde las emociones eran tan extrañas, tan inexplicables, eso era amor.

Nunca en mi vida había sentido tantas mariposas en mi estómago, las desgraciadas se movían más que caballos en rodeo. Pero me fascinaba sentirlas ahí, porque eso me hacía saber que ese momento si era real, y no era de nuevo una de mis locas fantasías.

Al momento de separar sus labios de los míos, me dijo: -Perdóname por ser tan tonto, y no darme cuenta de tus sentimientos hacia mí. Y de ser tan cobarde como para no decirte los míos. Cada mirada tuya era el paraíso para mí, y ahora ciento una verdadera felicidad, tanta que no me salen las palabras para explicártela.

Nos miramos y volvió a besarme, esta vez más apasionado que antes, abrazándome con tanta fuerza que casi me quitaba la respiración; finalizándolo con un pequeño mordisco en mi labio inferior.

-Quiero ser tu novio, quiero llegar a ser tu príncipe azul. ¿Quieres tu ser la reina de mi historia de amor? -Salte y le grite: -¡¡¡Sí!!!

La emoción invadía todo mi ser, era la mujer más feliz de todo el mundo, el amor apenas florecía, aunque la semilla la hubiese estado antes.

Lo amo Dios, lo ame tanto...