Tea?

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-Arriba vaga. Necesito que me cubras el puesto hoy.- Oí unos pasos resonar por la habitación, para luego notar una luz que me daba directamente en la cara.

-Mmggr- Gruñí tapándome la cara con la almohada.

-Levanta.

-No.

-Arriba.

-Nu.

-Si.- Note un tirón en el brazo que hizo que me cayera de la cama.- Cinco minutos.

Me senté en el suelo bostezando. Mire la habitación hasta que divise ropa doblada sobre la mesa. La cogí y fui a ducharme.

Abrí la trampilla buscando a Jacke, pero no estaba. Recordé lo que me había dicho mientras me despertaba, "Así que voy a tener que quedarme aquí hasta que Jacke vuelva..."

El bar estaba vacío, no tenía nada que hacer. Me apoye en la barra, con mi cabeza sobre mis brazos, leyendo lo que ponía en las diferentes botellas que estaban sobre la barra. Solo me quedaba esperar a que algún cliente entrara.

No se cuanto tiempo había pasado, pero de una cosa estaba segura, era demasiado. Ahora me arrepentía de no haber detenido a mi madre cuando me despertó para decirme que se iría a dar una vuelta. "Yo también quiero salir de aquí... Que alguien me saque"

Acabe tumbada sobre la barra, dando golpecitos a una botella, viendo como las burbujas se despegaban de la pared, subiendo hacía arriba. Suspire y me gire sobre la barra quedando boca arriba. Un ruido llego a mis oídos, un "Tsk"

Me gire para ver la de donde procedía el ruido. Apoyado en el marco de la puerta, estaba un chico. Inmediatamente lo reconocí.

"Es el chico que estaba con los capitanes Zoe y Smith... Ayer... me dormí pensando en esa mirada grisácea..." note como un ligero rubor adornaba mi cara, al darme cuenta lo que pensaba, más aun, al darme cuenta de cómo estaba puesta.

Me puse como una persona decente, mientras limpiaba algunas migas imaginarias de la barra.

-Buenas... ¿Qué desea?- Espere a que me respondiera.

-Nada.

-¿Eh?- Vi como miraba con asco las mesas por las que pasaba, a pesar de que Jacke las había limpiado después de que se fueran, el cómo estaban limpiadas no pareció agradar al más bajo.-Entonces, ¿en qué puedo ayudarle?

El enano se tomo su tiempo en responder, caminaba en dirección a la barra, pero sin apartar la mirada de las mesas.

Se apoyo en la barra mientras murmuraba por lo bajo y gracias al silencio del lugar, pude oír lo que dijo.-Tsk... ¿Por qué mierdas tengo que hacer esto?... Maldita cuatro ojos.

"Hacer... ¿Hacer qué?"

-Té.- La voz de pelinegro me distrajo de ese pensamiento. Había acabado sentándose en una de las banquetas, frente a mí.

-¿Té?- El pelinegro frunció el ceño. No entendí a que venía esa palabra y por que la decía así porque si.

-Sí, té negro.

-¡Ah! claro, enseguida.- Puse al agua a calentar mientras pensaba en algo que decir. ¡Ah! claro té, que tonta.- Y... ¿Cómo es estar en la Legión?

-No creo que una mocosa quiera saber de eso.- Frunció el ceño mirándome mientras ponía la bolsita con el té en el agua. No dije nada más y el tampoco. "A lo mejor sigue enfadado por lo de ayer..."

Le deje la taza delante de él, a lo que el respondió murmurando un "gracias". Pero no volvió a hablar hasta que dijo unas palabras despidiéndose y comenzando a ir a la puerta.

-¡Espera!- El chico se giro esperando que siguiera hablando. Note como otra vez comenzaba a sonrojarme. - Tu nombre... No sé cómo te llamas...

Vi en su cara un pequeño atisbo de sonrisa, pero rápidamente frunció el ceño tomándose su tiempo para responder.

-Levi.- Murmuro dándose la vuelta, pero cuando la estaba abriendo, sin girarse volvió a hablar.- Oi mocosa, siento lo de ayer.

-¿Eh?- Vi como Levi se iba, era algo más alto que yo, y también era un gruñón. Un enano malhumorado. Pero ese enano había venido de propio a disculparse.

Volví a la barra por si venía algún cliente, mientras limpiaba la taza que había usado el enano, varías personas comenzaron a entrar.

"Creo que podría acostumbrarme a ayudar a Jacke mas a menudo" Sonría a cada persona que me llamaba o servía.

Estaba atendiendo a una pareja de ancianos cuando Jacke hizo acto de presencia.

-(T/n), espero que no hayas tenido mucho trabajo.- Negué con la cabeza, Jacke me sonrió mientras una señora le pedía algo de beber.

Al rato llego mi madre, por lo que Jacke me dejo bajar al sótano.

En cuanto llegue me arrastre hasta la única silla de la habitación. Mi madre me miraba sonriente.

-¿Te has cansado mucho hoy?- negué con la cabeza, no estaba cansada, pero tenía unas enormes ganas de sentarme y con que mi culo no se moviera de la silla en mucho tiempo, estaría feliz.

-En realidad no ha venido mucha gente, bueno al principio, luego se ha empezado a llenar.-Apoye mi cabeza sobre la mesa, hasta que Jacke bajo con dos platos de sopa.

Deje que mi madre se sentara en la mesa, yo cogí el plato y me senté en la cama apoyándome en la pared.

Mi madre parecía metida en su propio mundo, hasta que hablo.

-Cielo, llevare los platos e iré a trabajar, deberías ir a dormir.- Asentí mientras me estiraba.

En cuanto ella salió por la puerta, me fui a dormir. Me tape con la manta mientras intente que el sueño me venciera. Cosa que no conseguí, otra vez los ojos grises hacían acto de presencia.

Me senté quedando tapada hasta la cintura, y me estire para coger mi cuaderno, que estaba en un cajón de la mesilla.

Lo abrí por una página cualquiera. Aun seguían la mayoría en blanco, pero en las páginas del final se podían observar tres dibujos. Dos de algunos animales, un par de aves sobre un nido y una ardilla, que está en una rama mirando hacia abajo.

Y en el otro, la hoja esta partida por la mitad, en una de ellas, está el muro con una brecha y una cabeza asomándose, la otra estaba ocupada por el otro titán que destruyo el Muro María. Una forma de escapar del terror de ese día, fue plasmarlo en una hoja de papel y aceptarlo.

Empecé haciendo varios garabatos, hasta que comenzaron a tomar forma. Un escudo remarcado por un fondo blanco y un logo que alberga esperanza.

Que recuerda a una palabra con la que mucha gente sueña en secreto.

Libertad.

Sobre el escudo, dos alas, una en blanco con sombras en los cruces que hacía con la otra ala de color negro, a la que había borrado con mi dedo el lugar donde se unían las dos existencias; el bien, con un color blanco puro y el mal, un color oscuro sin el que el claro no puede existir.

Cuando lo termine mire mis manos, estaban emborronadas por el lápiz. Trate de coger el cuaderno sin manchar sus hojas y admire al escudo que estaba deseando llevar en mi espalda.

El escudo que algún día llevaría.

Dreams of freedomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora