Capitulo XXXVI

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Respiré hondo, las almohadas debajo de la sábana creían que estaba dormido más la peluca rubia mejor.

Sí, aveces no me alcanza el tiempo de teñir mi cabello, no me juzguen.

Con mucho valentía me aventé al árbol más cercano y dando un salto llegué el pasto mojado, abrí el paraguas y escondiéndome como todo un espía, seguí con mi camino.

Llevaba una máscara para que no pudieran reconocerme, es mejor ser precavido.

La lluvia no era intensa más si seguía brotando de aquellas nubes gigantes del cielo.

Caminé nervioso intentando de salir de mis pensamientos profundos.

¿Por qué todo lo malo me pasa a mi?

(...)

En un instante ya había ingresado, me cubrí con una manta de aquél cómoda del hospital y fingí ser un paciente para que me dejaran entrar.

Lo tenía todo controlado, pero al ver a las demás personas con desesperación u otras en emergencias, era terrible que no tardó en salirme una lágrima lentamente por mi mejilla.

Nunca pensé sentir tanto por Laura.

—Disculpe.

Volteé a ver sigilosamente y era un señor de seguridad.

—¿Quiere que le lleve a algún lugar señora? –preguntó creyente que era una señora de edad, y esa era mi plan.

—Ah... Yo puedo solo... Sola –corregí– mi hijito –dije en tono más de abuela.

El señor me miró medio extraño cosa que lo ignoré, no me dejaba de mirar así que me fue difícil seguir con mi objetivo.

Al fin y al cabo se esfumó y subí por las escaleras en su búsqueda.

Me había olvidado el número de sala así que rondaba por los pasillos por señal. El número tenía algo que ver con trece...

—¡Achu!

—Salud –dije en mi tono varonil, al ver quién había sido el afectado no era lo que imaginaba...

—¡Sabía que me ocultaba algo! –dijo el señor de seguridad.

Me quité rápidamente la manta y salí corriendo por los pasillos, el hospital era grande que hasta no sabía por donde iba, hasta que intenté subir al tercer piso cuando sentí que me agarraron de la cintura y me cargaron a la fuerza.

—¡Tiene que bajar! 

 —¡Déjame! —traté de zafarme—. ¡Déjale a la pobre abuela! ¡Lo acusaré! 

Y en un zafe rápido ya estaba libre, empecé a rondar por las salas hasta al fin llegar al tercer piso, me escondí por un mueble al ver que los enfermeros salían de un salón especial.

—Ella es fuerte, ella lo logrará —dijo el doctor indicando a sus enfermeros, al parecer ya estaba en descanso Laura por la operación todas estas horas.

Miré mi reloj y ya eran las tres y media de la madrugada.

Caminé sigilosamente como un gato, empecé a oír murmullos desesperados y desde ahí me preocupé más de lo debido, rápidamente me dirigí al salón a escuchar.

La puerta no estaba cerrada totalmente, y la abrí un poco más.

"Vamos tú puedes" "No se va a recuperar" "Eres fuerte, pase lo que pase lograrás estar en vida" "¡No responde! ¡No responde! Llamen a más enfermeros"

Por Favor, Recuerdame |Raura| |Completado|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora