Oficialmente me declaro detective.
Llevaba puesto un gran chaleco y sombrero marrón, una nota y mi clásica lupa. El que tiene que investigar más de Laura, soy YO. Yo sé más que todos, soy el testigo oficial, soy EL NOVIO.
Mis padres no creían más en mi, o algo así pienso yo. Aunque me vea relajado, sigo con el corazón partido. Estaba solo, mis padres me habían obligado a quedarme sólo aquí, y les agradezco por si me iba al hospital con ellos enloquecería y me quedaría con Laura a su costado todo el tiempo hasta que despertara.
Sí, así de tierno soy yo. Cosa que las demás personas no sabían de mí.
Mi parte egocéntrica se esfumó.
Me sentí raro, nadie debía estar ahora en casa. Bajé rectamente deslizando aquella mano pálida por el balcón llevándome hacia el primer piso. Por fuera me podría ver fuerte, pero mi alma está destrozada, débil y sin ganas de nada.
¿Pero saben que es lo que quiero ahora? ¡Quiero saber quién o quienes fueron los idiotas que le hicieron esto a Laura!
Estoy buscando JUSTICIA. Lo mejor que puedo hacer yo es averiguarlo por mi mismo con ayuda del mejor detective de Los Ángeles. Sí lo llego a encontrar juro que me la verá.
(...)
—¡Ajá! No podría ser Andrew, por que él mismo no sabía que es lo que había pasado —dije vigoroso tachando aquél papel que estaba adentro de varias fotos en una gran pizarra de corcho.
Sonó el timbre de la casa. Al escucharlo, con mi gran lupa empecé a andar con pasos largos hasta que volvieron a timbrar la casa de nuevo y rápidamente abrí la puerta.
Era el detective B con Andrew al costado.
—Según este chico dice tener pistas—empujó a Andrew a confesar—.Pero... Con todo respeto. ¿Que rayos tiene en la cabeza señor Lynch?
Me hice el ofendido.
—Es un sombrero —dije indignado.
Silencio.
—Bueno, solo me puse lo primero que vi... Ya bueno. Aclara o llamo a la policía—amenacé a Andrew, sabía que él no era pero quería que lo confesara.
—Yo también he estado investigando. ¿Puedo sumarme con ustedes?
Mister B y yo lo fulminamos con la mirada.
—Bueno. Poniéndonos serios... —corrigió.
—Esto era serio, es serio y lo seguirá siendo hasta que resolvamos el caso —lo interrumpió B.
Andrew caminó por la sala tratando la forma de explicarlo correctamente.
—Sé quien fue —dijo él firmemente, y desde ahí empezó la misión.
(...)
—¡Abre la puerta! —grité furioso tocando la puerta junto con Andrew.
La policía ya estaba afuera esperando a que salieran las dichosas llamadas "señoritas". Y valla que no merecen llamarse a si.
—¡Abran y confiesen! No le haremos nada, no hay nadie —grité.
—Si no abren, las cosas empeorarán —gritó Andrew siguiendo tocando la puerta.
—Novatos —al decir eso, el Detective B con un tronco abrió la puerta de un salto.
Entramos los tres corriendo hacia el segundo piso donde se dirigían ellas.
Buscamos por todos los cuartos hasta que observé a Mister B mirándolas fijamente, fui detrás de él lo más culto posible teniendo a Andrew a mi atrás.