42 ϟ Aceptando lo inevitable

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Draco lanzo el hechizo y la varita voló de la mano de Dumbledore, esta teniendo una larga caída desde la cima de la torre de Astronomía. El anciano director miro de manera breve para atrás antes de voltear a ver a un dudoso Draco, que mantenía la varita levantada hacía él mientras su rostro se contorsionaba para no llorar.

—Has sido un joven valiente —hablo él, y el rubio negó—. Has intentado.

—Fue un error. No quería dañar ni a la chica ni al Weasley, esas cosas debieron ir para usted —contó—. Él me dio la misión y...

—Entonces debes cumplir —habló, y Draco levanto la vista apretando con fuerza los dientes.

El joven sintió dolor y pena, matar a su director... tantos años... no se sentía capaz de hacerlo y, como si sus pensamientos hubieran sido escuchados, Snape apareció para observarlo unos momentos antes de posar sus ojos en el anciano mago mientras sacaba su propia varita.

—Severus... —llamo Dumbledore—. Por favor —pidió apenas inclinando la cabeza a un lado como si pidiera que tampoco dudara, a lo que este levanto más el brazo observando sus ojos.

Tardo un poco, pero finalmente pronuncio las palabras mientras el viento, con olor a humo y sentimiento de desesperación, golpeaba su rostro.

Avada Kedavra.

La luz verde salio volando y golpeo el pecho del director,que con su cuerpo choco la baranda y cayo hacía atrás de espalda teniendo de última imagen a Draco, Snape y el cielo nocturno hasta que todo se volvió un paisaje negro. Sus huesos estallaron contra el suelo dentro de su cuerpo una vez que toco el piso mientras sangre salpicaba alrededor. El chillido espantado e histérico de una estudiante de tercer año no se hizo esperar y alerto a todos los cercanos de tal horrenda e inimaginable imagen.

Al mismo tiempo y en otra parte del castillo, las ropas, manos y brazos de Issa se volvían a teñir de rojo al sostener el cuerpo flácido de Bill mientras Fenrir Greyback se desangraba a unos metros de ambos a causa de varios diffindos de la femenina. Había logrado detener la hemorragia, pero el pelirrojo no despertaba y ella se preguntaba que tanto daño la bestia había logrado hacerle, ¿acaso pudo morderlo?

—Vamos, Bill, despierta —gimió viendo tres surcos por su cara y lastimaduras en cada rincón—. ¡Ayuda! —grito con fuerzas sacando por primera vez los ojos del hombre.

Tuvo que gritar una vez más para que alguien apareciera, su estomago dejando de apretarse al ver que dos personas de confianza eran las que escucharon su llamado: Remus y Molly. La mujer se horrorizo cuando vio quién era el que descansaba en sus brazos, así que corrió con el hombre al lado, sin siquiera notar a Greyback, y se lanzo al lado de su hijo mayor para revisarlo mientras colocaba una mano en su mejilla.

—Gre-Greyback lo ataco... no sé si llego a morderlo, yo... no... —hablo temblorosa soltando algunas lagrimas que se limpio con el dorso de una manga—. Detuve la sangre, pero necesita atención.

—Bien, llévalo a la sede —indico Remus mirando a la menor mientras Molly murmuraba "Mi muchacho, mi muchacho".

Esta asintió y lo tomo con fuerza con la intención de aparecerse en la anterior casa Black, pero en ese mismo momento escucho la inconfundible voz de sus pesadillas, odio y deseos de venganza, la voz de su objetivo a exterminar.

—¡¡¡Yo mate a Sirius Black!!, ¡¡yo mate a Sirius Black!!! ¡Ajajajaja!

Issa se quedo en blanco unos segundos y Remus apretó su hombro de una forma que le doliera para hacerla salir de su trance.

—Molly, llévalo —pidió la joven pasándole a su hijo.

La mujer no dudo, pero le dio una mirada de preocupación en el proceso de desaparecerse de allí. Issa se levanto y se acerco de inmediato a una ventana para buscar, desde allí viéndola saltar, moverse y dar vueltas en el patio como si de un antiguo ritual se tratara.

𝐋𝐎𝐒 𝐌𝐄𝐋𝐋𝐈𝐙𝐎𝐒 𝐁𝐋𝐀𝐂𝐊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora