09 ϟ Cuestión de serpientes

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 —¿Un qué?

La pregunta inmediatamente hecha por Issa después de que el profesor terminara de hablar generó que la clase permaneciera en un profundo silencio y que un pensamiento cruzara la mente de la mayoría de los presentes en el salón.

¿Como este idiota podía ser profesor de DCAO?

—¡Un club de duelo! —repitió Gilderoy Lockhart con gran emoción y los brazos abiertos—. ¿No es una gran idea?

El noventa por ciento de las mujeres suspiro y asintió por el simple hecho de que él había preguntado algo, porque todo el resto estaba seguro que ni siquiera sabían a que le habían dicho si. Realmente una cara bonita podía hacer mucho.

A decir verdad, la idea de Lockhart era buena, pero que él quisiera implementarla era el problema, ya que no era una persona capaz cuando en su primera o segunda clase soltó duendecillos recién cazados y el hechizo para controlarlos no le funciono, haciendo que huyera y que la única que pudiera salvarlos fuera Hermione mientras Neville colgaba de la araña del salón.

—¿Como les puede gustar este idiota? —susurro Ron a Harry mirando de perfil sus ojos esmeraldas.

Este solo levanto los hombros negando levemente, porque con este profesor hasta él prefería a Snape y estaba seguro que con los Slytherin, la otra casa con la que compartían clase, sería la única cosa en la que llegarían a estar de acuerdo.

—¡Muy bien! Entonces vamos a ir a otro lado para hacer esto, ¡ánimos que se viene una gran hora de Defensa Contra Las Artes Oscuras!

Poniéndose de pie todos tomaron sus cosas y salieron siguiendo a Lockhart, Issa pegándose a sus amigos mientras veía desde atrás como su hermano y primo caminaban sin darse mucha conversación, solamente haciendo la transición de espacios como si realmente no importara.

Entraron a un salón muchísimo más grande y luminoso, este teniendo una muy larga mesa en el centro que por unos pocos metros no tocaba las paredes de los extremos. En el centro tenía un tapiz purpura con un diseño de estrellas, soles y lunas en dorado mientras cuadros de tela colgaban de las paredes junto con los candelabros de velas apagadas por ser de día. De todas formas, lo que llamó la atención apenas entraron fue que Snape se encontraba sobre la alta mesa con sus manos a la espalda y la varita siendo sostenida por una de ellas mientras miraba a todos ingresar y ser ordenados por Lockhart alrededor del mueble central.

—¡Snape, mi amigo! —exclamó el nuevo profesor sin saber que todos, o casi todos, miraban al nombrado a la espera de que este lo hiciera callar con una maldición imperdonable.

Subiéndose a la mesa por las escaleras de los extremos, se puso en frente del oscuro docente antes de inspirar y pasar a mirar alrededor para explicar que era lo que sucedía.

—El Señor Snape, su querido profesor de pociones, se presto a ayudarme con el club de duelo unos días atrás cuando le comente de la idea, y no solo porque esta es maravillosa, sino porque es imposible resistirse a una de mis compradoras sonrisas —comento haciendo una de ellas y guiñando un ojo al publico.

Pequeñas risitas de las chicas se escucharon entre algunos bufidos indignados de los chicos, especialmente los de Slytherin, que no podían creer el ego e idiotez de aquel hombre. Sin embargo, la cara que Snape le dedico a Lockhart no pasó desapercibido por nadie y fue un rápido indicio de que, si no se cuidaba, terminaría saliendo de ese lugar con algo más que un hueso roto.

—Primero daremos una demostración con mi buen amigo, y luego haremos unas ronda con un chica de cada casa antes de ponerlos en parejas y que practiquen entre ustedes.

𝐋𝐎𝐒 𝐌𝐄𝐋𝐋𝐈𝐙𝐎𝐒 𝐁𝐋𝐀𝐂𝐊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora