Un joven corría de entre los árboles del bosque. Miraba al frente como si tuviera su objetivo bien claro.
Tras unos minutos la arboleda se disipó, dando a ver un puñado de granjas en ruinas. No cabía la menor duda de que habían sufrido un fuerte fuego recientemente. No sintió pena alguna, el sentimiento que albergaba su mente era rabia. Ya no encontraría allí a la persona que buscaba.
Retrocedió sobre sus pasos, sin pararse a pensar que quizá podría haber muerto en el incendio. Esa pregunta no pasó por su cabeza ni un instante. Sabía que ese muchacho era lo bastante ágil e inteligente como para haber salido con vida de allí.
-¡Eh tú, Alan! –una voz lo llamó por detrás-. ¿Qué has venido a hacer aquí?
El muchacho se giró para descubrir quién era aquella persona que lo llamaba.
-Nada que te incumba –Alan lo miró fijamente e intentó recordar su nombre-. Tú eras... ¿Niko?
-Sí. ¿Me buscabas?
-En realidad al que buscaba era a Cody –respondió con una mueca de desprecio.
-¿A Cody? ¿Desde cuándo compartís cosas?
-En ningún momento he dicho que vaya a informarle de nada. Somos de bandos contrarios, como puedes dudarlo.
-Cody nunca te dará la información que buscas. Si quieres hablar con él pierdes el tiempo.
-Niko... Tú y yo jamás hemos llegado a ser amigos, pero creo que este pacto que te voy a proponer nos beneficiará a los dos.
-¿Ah, sí? ¿Y cuál es? –preguntó Niko con una chispa de diversión en los ojos.
-Te lo diré en cuanto me digas donde está Cody.
-¿Sabes? Creo que hablar contigo es una pérdida de tiempo –Niko ignoró su comentario y colgándose el arco al hombro se dispuso para volver a adentrarse en el bosque.
-Un momento, espera. Si supieras el motivo por el que lo busco, no dudarías en decírmelo –Alan intentó detenerlo, pero al ver que Niko no había hecho la mínima señal de escucha, insistió-: No es para beneficio mío, sino suyo –Niko seguía alejándose, como si lo que Alan estaba diciendo no le importara en absoluto-. Sé dónde está Moon.
Esas últimas palabras lo detuvieron en seco. Se giró para mirarlo a los ojos.
-Dime donde se encuentra Cody y sabrás la dirección de Moon antes que él –chantajeó Alan aprovechando la ocasión.
-Si lo supieras de verdad, jamás me lo dirías. Somos de bandos contrarios, ¿acaso lo olvidabas?
-Pero eso puede cambiar, podemos empezar a apoyarnos entre todos.
-Eso nunca cambiará –Niko negó con la cabeza. Sabía lo buen actor que podía llegar a ser Alan en el momento en el que necesitaba algo del enemigo-. Que pases buen día.
-Allá tú. No sabrás el lugar al que se llevaron a Moon.
-Lo encontraré por mi cuenta –y sin añadir más, Niko le dio la espalda y se internó en el bosque.
En cuanto el joven estuvo lo bastante lejos, Alan soltó una maldición. Se le había escapado la única oportunidad de saber donde se encontraba ahora Cody, su mayor enemigo.
Dado por fracaso el intento, volvió sobre sus pasos. De esa conversación únicamente averiguó que Niko sentía algo por Moon, y si Alan se esforzaba podría sacar buen partido de esa información.
Se desvío de su ruta habitual para regresar a casa. Ya que había viajado tanto hacia el este aprovecharía para hacer una visita a Hadass y preguntarle sobre los planes de Jonathan.
Llevaba ya unos cuantos meses entregándole cartas al hijo de Dallas cargadas de información acerca del bosque. Aún no había tenido la oportunidad de hablar con él y explicárselo en persona, pero esperaba no tenerla nunca. Toda esa información la había sacado de incontables sitios y le había dedicado infinito tiempo. No iba a permitir que todo aquello se lo sirvieran en una bandeja así sin más.
En cuanto tuvo en frente la inmensa mansión de Dallas, no dudó en dirigirse a la parte trasera en la que le esperaba Hadass.
-Hola hermano, te esperaba –allí, regando y adornando con flores la fachada, se encontraba la joven que esperaba ver.
-Hadass, cada vez es más difícil poder encontrarnos sin que nos vean.
-Lo sé –la muchacha miró a sus increíbles ojos verdes con expresión preocupada-. ¿Cuándo podré irme contigo?
-Aún no, hermanita. Te necesito aquí.
-Pero... ¿qué pasa con Tynz?
-Está mejor –Alan restó importancia a la fuerte enfermedad que aquella joven estaba superando-. Pronto podrás verla.
-¿Eso significa que pronto me levarás contigo?
-No, significa que pronto Tynz se encontrará lo suficientemente bien como para venir conmigo a verte.
Hadass bajó la mirada, asumiendo que por el momento no podría irse de allí.
-Cuando cumplas diecisiete –le dijo Alan-. Ya no te falta tanto.
La muchacha resopló: aún quedaban tres meses.
-¿Has traído alguna carta más? –Hadass decidió cambiar de tema. De esa discusión no iba a sacar nada.
-Sí –Alan sacó un sobre del bolso del pantalón-. Dentro hay dos hojas. La falsa y la tuya.
Hadass sonrió, el plan siempre era el mismo. Su hermano le devolvió una sonrisa cómplice y se giró para salir de allí.
-Un momento –el joven se volvió hacia ella-. ¿No vas a decirle nunca la verdad?
-¿A quién?
-A Jonathan.
-¿Por qué iba a hacerlo?
Hadass lo miró unos instantes en silencio antes de añadir:
-Él confía en ti.
Esta vez fue Alan quien guardó silencio. Apartó un mechón rizado de la cara de su hermana, juntándolo con la melena pelirroja que le caía por la espalda. Finalmente añadió:
-Eso es problema suyo, no mío –y dándose la vuelta de nuevo dijo-: Nos veremos pronto, hermana. Hasta entonces, cuídate.
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Amor Sin Sentido
RomansaUna gema, una caja, una llave, una maldición... Todo oculto tras un inmenso bosque. Tres puntos de encuentro, cada uno con una clave oculta. Dos ciervos guardianes, cuyos tesoros creíamos inexistentes, con el sólo deber de defender los dos objetos...