Cabalgó todo lo rápido que las fuertes patas del caballo permitieron. No tardó en encontrar a la muchacha detenida frente al bosque. ¿Qué es lo que hacía allí? Finalmente Moon se decidió a entrar. Jonathan siguió sus pasos a distancia.
Anduvieron unos minutos entre los árboles. Hojas y ramas raspaban su piel y la del caballo haciéndole pequeños rasguños, pero no se detuvo. Moon llevaba un buen ritmo y si se despistaba la perdería de vista.
De forma inesperada el corcel de la joven giró bruscamente, volviendo por donde había venido. Moon parecía histérica, debía de haber visto algo que le hizo sobresaltarse.
Jonathan intentó apartarse del pequeño sendero dentro del bosque para evitar encontrarse con Moon a la vuelta, pero ya era tarde, la muchacha frenó el caballo al verle allí.
-¡¿Qué haces aquí?! –exclamó confusa.
-La pregunta correcta es que haces tú aquí.
-No es asunto tuyo.
-Me temo que sí –Jonathan mostró una sonrisa irónica a la que Moon respondió con una mueca de desprecio-. Lo mejor es que regresemos a la mansión antes de que mi padre se dé cuenta de nuestra ausencia y nos empiece a echar de menos.
-Creo que el señor Dallas jamás podrá extrañar a alguien –contestó fríamente.
-Pues entonces limítate a decirme que es lo que hacías o venías a hacer aquí.
-Eso nunca –negó Moon sin variar la serena expresión en su rostro.
-Allá tú. Tendrás que explicárselo a mi padre entonces. Creo que verte desaparecida toda una mañana le traerá curiosidad.
-Pues eso haré. El chantaje es lo último que me afecta –dicho esto Moon agarró de nuevo las riendas del caballo y continuó su camino con la mirada de Jonathan fija en su espalda.
-¡Moon! –la llamó.
La joven se detuvo pero no se giró para mirarlo.
-¿Qué es lo que deseáis ahora?
-Conoces a alguien que vive en el bosque, ¿cierto?
Moon asintió con cara de aburrimiento mientras ponía los ojos en blanco.
-¿Para qué? ¿Le vas a ir a matar?
-No, yo sólo preguntaba. Si tenías tanta urgencia por venir sólo puede significar que esa persona es muy importante para ti.
-Puede –contestó secamente sin mirarlo si quiera. Tenía la vista perdida entre los árboles que había más allá.
-Vamos Moon, ¿qué te pasa conmigo?
-¿Qué qué me pasa contigo? ¿De verdad no lo sabes? –Jonathan no movió un músculo así que Moon añadió-. Si tú no lo sabes nadie podrá hacerte saberlo. Lo lamento –dijo con sarcasmo.
Un fuerte trueno sonó sobresaltándoles. No tardó más de medio minuto en estallar una fuerte tormenta de verano.
Jonathan maldijo entre dientes.
-Deberíamos volver.
-Aún no –la joven negó con la cabeza.
-Ni siquiera llevas capa ni nada que te sirva de abrigo.
-Eso no importa. Volveré a la mansión antes de que quieras darte cuenta. Nos veremos allí –Moon agarró de nuevo las riendas dispuesta a seguir bosque a dentro, pero de nuevo Jonathan volvió a llamarla.
-¡Eh, Moon! Ten mi chaqueta –se la quitó y estiró el brazo para dársela.
-Vaya. ¡Qué sorpresa! ¿De verdad vas a dejar que me quede con ella?
-Yo volveré ya. Así que tú la necesitas más que yo –dicho esto Moon la cogió y le dedicó una pequeña sonrisa.
Antes de aquel gesto Jonathan pensaba que no sabía sonreír. Resopló al imaginar a una persona incapaz de sonreír, que pensamiento más absurdo. Pero en cambio, a su padre jamás le había oído reir.
Mostró una ladeada sonrisa y se giró dejando que Moon continuara su camino.
-¡Jonathan! –esta vez fue Moon quien le detuvo-. Gracias...
El joven se giró un tanto satisfecho. Poco a poco iba cumpliendo los pasos que su padre le había ordenado. Ganar confianza con Moon, hacerle creer su aliado, sacarle toda la información posible y... no recordaba el siguiente paso, su padre no le había hablado de más, pero él seguro que los tenía en la cabeza.
Agitó las riendas, aumentando velocidad. En apenas diez minutos se encontraba en la mansión.
Atravesó por las cocinas con la intención deber a Hadass. Allí se encontraba, fregando el suelo del pasillo interior.
-Eh Hadass –susurró consiguiendo llamar su atención e indicándole que se acercara-. Moon ha ido al bosque. Quería ver a alguien.
-¿Te lo dijo ella? –preguntó sorprendida una vez que estuvo frente a él.
-Sí, pero no me dijo a quien.
-Crees que puede ser Alan, ¿no es cierto? –adivinó Hadass.
-Alan y sus cartas... No, no creo que sea él. Nos lo habría dicho ya en alguno de sus sobres.
-Hablando de sobres. ¿Qué es lo que decía el último?
-Un mapa. No había nada más –dijo Jonathan llevándose la mano al bolsillo en busca del sobre.
Fue en ese momento cuando se dio cuenta de que la chaqueta en la que lo guardaba no la llevaba puesta. La tenía Moon.
Resopló. La suerte nunca estaba de su lado. Cruzó dedos porque Moon no lo encontrase, aún no sabía ni él lo que representaba.
-¿Qué ocurre, señor? –Hadass estaba confusa.
-Necesito hablar con Alan, no podemos seguir comunicarnos por cartas.
-Señor, sabes que eso no es posible. Ya es arriesgado que él deje el mensaje bajo la piedra y yo lo recoja y te lo entregue, como para que le vayas a verlo en persona. Es una locura.
-Quizá pueda ir al bosque y allí encontrarnos, no creo que nos vea nadie. Necesito que me explique todas sus cartas, ¿qué significan la llave y el mapa de los últimos sobres?
-No lo sé, señor –Hadass se quedó en silencio unos instantes-. Viene alguien –susurró y se alejó por el corredor ágil y discretamente.
A lo lejos Jonathan divisó una figura de una mujer, no cabía duda. Estaba cerrando el paraguas y parecía un tanto calada. Vestía con elegantes ropajes, sin ninguna duda tenía dinero. Apretó los puños al recordar quién era.
No podía ser. ¿Qué hacía ella allí?

ESTÁS LEYENDO
Amor Sin Sentido
RomanceUna gema, una caja, una llave, una maldición... Todo oculto tras un inmenso bosque. Tres puntos de encuentro, cada uno con una clave oculta. Dos ciervos guardianes, cuyos tesoros creíamos inexistentes, con el sólo deber de defender los dos objetos...