CAPÍTULO II: Moon

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-Te lo repetiré una vez más -el tono de voz de Jonathan mostraba que la paciencia se le había agotado-: ¡Abre o abriré yo!
Moon se detuvo un instante frente al pomo de la puerta. Si lo pensaba bien, ¿qué miedo podía tenerle a un joven niño de papá que nunca antes había visto?
Abrió con energía. Aun teniendo los nervios a flor de piel mostró una expresión seria y segura de sí misma.
-¿Necesitabais algo, Lord? -Moon hizo una pequeña reverencia llevándose las manos al vestido y sujetándolo con elegancia.
-¿Es usted Moon Maggnier, no es cierto? -preguntó Jonathan confuso al ver a esa muchacha delante suyo. La esperaba completamente distinta.
-Así es.
Hubo un pesado e incómodo silencio. Finalmente Moon añadió:
-Si no necesitáis nada más, le agradecería que me dejara descansar.
-Una cosa más -le cortó Jonathan antes de que cerrara la puerta.
La joven esperó paciente a que éste añadiera algo, pero no hizo.
-¿Y bien? -preguntó clavando la mirada en sus profundos ojos verdes.
-No, creo que no es necesario -Jonathan negó con la cabeza y salió de allí. Serio y sin inmutarse de la extraña expresión de asombro con la que se había quedado Moon.
La joven entró en el dormitorio. Si le hubiese interesado lo más mínimo lo que le iba a contar Jonathan habría insistido. Pero al contrario de eso, no le interesaba nada.
Se tumbó en la cama de golpe. Odiaba estar allí, todas las paredes con pintura antigua, el techo alto y con una lámpara con cristales y perlas colgando de él, una cama con dosel de seda limpia pero desgastada...
Todo se basaba en lo mismo, pero hubo algo que atrajo su atención: un enorme tapiz con una doncella dibujada que sostenía una caja de oro en las manos. Estaba sentada en un balcón con un hermoso bosque de fondo.
Moon se preguntó si aquel tapiz estaría basado en algo existente.
Obtuvo respuesta al asomarse al balcón de su dormitorio. Era exactamente el mismo que se mostraba dibujado.
Y el bosque... era inmenso. Ella se lo conocía muy bien. Solía pasear con Cody buscando riachuelos y correteando como niños por él. Pero desde ahí se veía con otra perspectiva. Estaba en el lado opuesto a la granja de Cody.
Una sonrisa se dibujó en su rostro al recordar todos aquellos momentos. Muy pocas personas conseguían sacarle una sonrisa de verdad, y por ahora sólo era Cody.
Pero en unos instantes su habitual serio rostro volvió a aparecer. Tenía que asumir que ya no volvería a ver a Cody, que era cosa del pasado.

•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•

-¡Señorita, la cena está servida! -la puerta del dormitorio retumbó con una voz femenina detrás.
Moon se llevó las manos a los ojos, incorporándose de golpe sobre la cama. Se había quedado dormida. Le dolía la espalda de haber tenido los músculos en tensión. Ese sueño... ya lo había soñado antes, estaba segura.
Alguien le daba la mano, aprovechando el contacto de la piel para entregarle un pequeño objeto. Más tarde le susurraba algo al oído y salía corriendo sin saber adónde.
Intentó hacer un esfuerzo por recordar la cara del muchacho y lo que le decía, pero el segundo grito de la joven de fuera la desconcertó.
-Ya voy, ya voy -se apuró a decir y acto seguido se calzó y salió de allí lo más rápido que pudo.
En la entrada una muchacha vestida con unos harapos sucios y viejos fregaba el pasillo.
-Ya era hora... El señor Dallas no soporta la impuntualidad -gruñó.
-A mí no me hables así. Yo no sabía nada de la hora de la cena.
-Yo te habló como quiero.
-Te equivocas -y antes de que la sirvienta añadiera nada; Moon la cortó-. Sólo decirte que ser amable y respetuosa no cuesta nada y es beneficioso.
Y sin más palabras comenzó a andar por el enorme pasillo.
La criada hizo una pequeña burla a sus espaldas antes de darse cuenta de que Moon iba en el sentido contrario al comedor.
-¡Eh, tú! Es por allí.
Moon se giró, y vio que la muchacha señalaba en sentido inverso. ¿Cómo podía atreverse a llamarla así? No tendría más de dieciséis años.
Sin mirarla siquiera al pasar a su lado, Moon se dirigió a la planta baja. Ya se las apañaría para encontrar el comedor sin su ayuda.

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-¡Señorita Maggnier, la esperábamos! -saludó Dallas al verla entrar.
-Disculpad la tardanza.
-Toma asiento, por favor.
La mesa se extendía a lo largo del salón. Entrarían veinte personas mínimo en ella. Dallas presidía la mesa en uno de los extremos y le indicó que se sentara justo enfrente: en el otro extremo.
-Mi hijo no tardará en llegar -dijo Dallas para romper el silencio, pero sus palabras no fueron del todo ciertas.
Pasaron unos minutos hasta que Jonathan apareció de entre las puertas.
-Hijo, ¿qué ha ocurrido?
-No es de importancia -el joven se detuvo frente a la silla en la que estaba sentada Moon-. Ese sitio es mío. Si no os importa...
-No, claro que no. Lo siento -Moon se levantó y se sentó en una de las sillas de al lado.
-Supongo que ya os habréis conocido en el dormitorio, ¿no? -interrumpió Dallas.
-No exactamente. Pero tampoco creo que sea necesario.
-Moon, por supuesto que lo es. Pronto se celebrará vuestra boda.
-¿Nues... nuestra qué? -repitió confusa.
-Vuestra boda. ¿Tu padre no te ha informado de todo?
-Apenas conozco a mi padre, llevo sin verlo más de un año. Y ese compromiso... Logan nunca lo mencionó en mi presencia.
-Logan, Logan... Tu padre siempre con sus juegos secretos... -soltó una seca carcajada.
-¿Tampoco os ha hablado de la noche en la que ganó a tu madre? -intervino Jonathan, pero la mirada amenazadora que le lanzó su padre hizo que se callara.
-¿Qué noche? -Moon posó los ojos un instante en Jonathan antes de girarse para mirar a Dallas.
-Nada de importancia. No te incumbe.
-Me temo que obviamente me incumbe, Logan es mi padre -Moon no alteró su tono de voz, pero deseaba saber de lo que hablaban.
-Bueno, hijo. Ya que lo has mencionado, ¿por qué no te explicas?
-No, pensándolo bien creo que ya es hora de que me vaya. Si me disculpáis, he dejado un proyecto a medias -Jonathan se levantó de la silla dispuesto a abandonar el salón, pero se encontró a Moon deteniéndole el paso.
-¿Con que de eso vais, no? -le espetó la joven-. Insinuáis cosas para dejar con la intriga y que luego vayan detrás suplicándoos que se las contéis. ¿Pues sabéis qué? Conmigo eso no funciona. U os explicáis claro o no os esforcéis en gastar saliva para decir frases sin sentido.
-Pues así es mi forma de ser, lamento que no sea de tu agrado. Y además no quiero que funcione nada contigo -respondió elevando la voz, ya que Moon había desaparecido por el corredor sin gana alguna de seguir hablando con él.
-Jonathan -su padre lo llamó desde atrás-. Cuando llegue el momento le contaremos toda la verdad, por ahora limítate a mentir mejor. Lo haces fatal.

Amor Sin SentidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora