Pequeña historia

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Pero qué guapo se veía él tomando su café y leyendo detenidamente cada línea de su libro como si disfrutase cada palabra. Bebía sorbo a sorbo de su taza sin quitar la mirada del libro. Cada tres minutos sus lentes se deslizaban por su nariz y él los volvía a colocar en su lugar de manera distraída. Tenía un deseo insaciable de acercarme a él. Y como sabía, que si no lo hacía ahora, no lo haría nunca, me le acerqué.

-¿Qué tal la lectura? -Pregunté intentando sonar segura.

Sus ojos marrones levantaron la vista de su libro y me miró.

-Bastante buena, a decir verdad, creo que es uno de los mejores libros que he leído a pesar de que es nuevo.

-¿Sí? Lo anotaré a mi lista de lecturas entonces.

-Le aseguro no se arrepentirá, señorita. El nombre del libro es "La poesía es lo que tocas" y la autora es "Madison Swan".

-Sí, ya lo sé.

Él me miró con una evidente confusión en su rostro.

-Mi nombre es Madison Swan, es un placer -Le tendí la mano con una gran sonrisa.

Entrejuntó las cejas de la forma más tierna posible.

-Jeremy White, el placer es mío.

Como sabía que sólo estaba siendo caballeroso y que realmente no me creía, tomé el libro y lo abrí donde se encontraba una pequeña biografía mía y una foto. Sus ojos se abrieron de par en par.

-Vaya ¿Cómo es que no me he dado cuenta?

Solté una carcajada mientras él me miraba fijamente analizando cada parte de mí.

-¿Le puedo invitar un café? -Preguntó luego de habérselo creído al fin.

Qué pequeño es el mundo, él leyendo un libro mío y yo leyéndolo a él mientras tomaba su café. Una historia digna de redactar.

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