Capítulo 3 El cambio.

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Cuando se terminó por segunda vez aquella canción en la radio, y ya estábamos a pocas calles de llegar a la casa de la joven, ella volvió a su postura estática y tétrica, mis compañeros se pusieron a la expectativa, pues estaba próximo el arribo al domicilio, se comenzó a sentir un clima helado, y el viento comenzó a soplar ligeramente, era tan extraño ese frio, pues no era temporada para ese tipo de climas.

Al entrar a la calle donde supuestamente vivía la joven, apague las torretas de la unidad, y encendí las luces callejoneras, las cuales están en las torretas, y aluzan de manera fija sirviendo como lámpara de luz blanca, iba observando los números de las casas para ubicar el que buscábamos, cuando al irme aproximando al indicado, de mi lado izquierdo sale una anciana de baja estatura, envuelta en una cobija, salió de entre dos vehículos, diciéndome: los estaba esperando-, frenando de golpe la unidad, pasando saliva por mi garganta y con el miedo de la impresión, le pregunte que a quienes esperaba, y me respondió: a ustedes, ¿son policías, no?, ustedes me traen noticias de mi hija-, a lo que reaccione al instante y le conteste que sí, volteando a ver el número de la casa, el cual coincidía, le indique a mis compañeros que habíamos llegado y me baje de la patrulla, les dije que la ayudaran a introducirla al domicilio, mientras yo hablaría con la mujer que nos abordó, y al cuestionarla, me dijo que ella es madre de la joven, y que ese mismo día se había salido de su casa, que ella por su edad no podía salir a buscarla, pero que tenía la esperanza en que recibiría alguna noticia de su hija, así fuera buena o mala.

Mis compañeros no lograban bajarla, y ella se negaba a descender de la unidad, no la podían mover, no sé cómo se volvía tan pesada, y le dije a la anciana que nos ayudara a ver si a ella si la obedecía, y dijo: no creo que me haga caso, ha cambiado mucho, y ya no puedo con ella-, me quede pensando en a que se refería con que "cambio mucho", pero como ya quería retirarme del domicilio, le pedí autorización a la madre para usar un poco de fuerza y sacarla de la unidad para dejarla dentro de su casa, a lo que me respondió:- no creo que pueda con ella, ha agarrado mucha fuerza, pero inténtelo-, así que comunique por la radio frecuencia que ya nos encontrábamos en el domicilio, y pasando los datos de la madre y dando de conocimiento de la autorización para el uso de la fuerza y sacarla de la unidad, procedí, abrí la puerta, la tome del brazo e ignorando lo que me había dicho la anciana, la tome de su mano, aplicando con fuerza una técnica de satisfacción al dolor, para provocar una reacción y que se moviera, a lo que no pareciera que sintiera dolor alguno, aplique un poco más de fuerza y no reaccionaba, era completamente absurdo como no iba a tener reacción alguna, cuando recordé aquella reacción cuando resé, así que decidí soltarla de su antebrazo y comencé a rezar en mi mente, y de un jalón se me soltó, y algo me tumbo hacia el piso, cerrándose por un fuerte viento la puerta y quedándose ella estática nuevamente en el interior.

Mis compañeros se quedaron atónitos, y en el rostro de la madre, una cara un poco burlesca, me puse de pie y me dijo:- le dije que ha cambiado mucho, y que tiene mucha fuerza, ¿se encuentra bien?-, respondiéndole que sí, me sacudí mi pantalón y pensé que tal vez rezando más lograría obtener una reacción como la que paso cuando nos encontrábamos en la comandancia, pero antes de hacerlo, le pregunte a la madre que desde cuando la noto diferente, contestándome que tenía aproximadamente una semana que a veces la notaba muy callada, en otras agresiva, hablando en idiomas o lenguas que ella desconocía, que acudía a la facultad a estudiar administración, pero que en cuanto la noto diferente ella sola dejo de ir, que antes de que comenzara a notar eso, ella iba mucho a la iglesia, ayudaba en cooperativas de la misa y en diferentes actividades eclesiásticas, que ella solo se dedicaba a la iglesia y sus estudios, en ese orden, que era una joven de casa, leía mucho la biblia, que no tenía novio, que solo le conocio uno cuando era adolecente, pero que cuando falleció su padre entro en depresión y termino con el, y que únicamente la tiene a ella y a otro hijo de 23 años, el cual es casado y vive fueras, mis compañeros se encontraban incrédulos ante mi reacción tan tranquila ante tal situación, esperando a que tomara otra decisión, debido a que me puse a entrevistar a fondo a la madre de la joven.

Recordé que mi compañera me dijo que el doctor cuando hablo con ella, le menciono que únicamente hablaba con su padre, cosa que no coincidía, debido a que la madre refería que estaba muerto, por lo que le comente lo que había dicho su hija, y me contesto: mi hija habla mucho con el retrato de su padre, ella me dice muchas cosas groseras, inventa cosas de su papa, dice que lo ve, que le dice que le haga el amor, me pregunta que si yo le puedo hacer un hijo, me dice que necesita un hombre para tener un hijo, tuve que encerrarla porque un día metió a un joven y otro día a un hombre a su habitación para hacer un hijo-, me quede sin palabras y mis compañeros se quedaron igual, el viento soplaba suave y todos nos mirábamos entre sí, nadie decía ninguna palabra, el rostro de la madre pareciera que sabía de lo que hablaba y de la situación que se estaba presentando, pero sus ojos me decían otra cosa, me decían que ella también tenía miedo, me pedían ayuda, y su tristeza era muy notable, pero aun así, era fuerte y no decía nada, comencé a rezar en mi mente, cuando note que el viento comenzó a soplar fuertemente y al ir acercándome a la puerta, la joven dio un fuerte golpe a la puerta desde el interior, gritando:- "¡cállate!" a lo que mis compañeros se quedaron sorprendidos pues ellos no me escuchaban hablar, pero me di cuenta de que mis oraciones causaban reacción en ella aunque solo estuvieran en mi mente, la madre de la joven se acercó a mí y me pregunto:- "¿está usted rezando verdad?, así me dice a mi cuando rezo en mi mente por temor". No le conteste nada y solamente la mire, le pedí a mis compañeros que abrieran la pueta de la patrulla, así mismo me dirigí a la entrada de la casa de la joven, pidiéndole a la madre que abriera la puertas, tanto la del portón principal y la del acceso al interior de la casa, no preguntaron por qué, ni que era lo que tenía planeado hacer, solo siguieron mis indicaciones, el viento soplaba y paraba, fuerte y suave, mientras la joven se encontraba con las rodillas sobre el asiento con una mano en el respaldo y en la otra tomando su libro, manteniéndose a la expectativa, pensando en que algo iba a suceder, pero ni ella ni nadie sabían, solo yo sabía lo que tenía en mente, ya estando abiertas todas la puertas me pare a un costado de la patrulla y comencé a rezar en silencio, la patrulla comenzó a balancearse de un lado hacia el otro, mis compañeros solo observaban las rarezas que pasaban, sin entender por qué ella hacia eso, y que era lo que tenía en mente yo, la madre solo observaba a su hija con esa mirada de desesperación, esa mirada que solo una madre puede tener al ver a sus hijos en mal y no poder ayudarlos, yo continuaba rezando en mi mente y la patrulla más se balanceaba, y mientras más fuerte se balanceaba, yo más rápido y más rezos rezaba, hasta que ella de un salto salió de la patrulla y se paró frente a mí, el viento soplaba demasiado fuerte, levantando tierra del suelo, ella descalza, mirándome fijamente con gestos de enojo, notándose su cara con arrugas de expresión demasiado marcadas, su cabello se movía con el viento enredándosele entre sí, y cubriéndole y descubriéndole el rostro, mis compañeros dieron un paso hacia atrás sorprendidos por la reacción de la joven, y en el mínimo movimiento que realizo comencé a correr hacia el interior del domicilio a lo que ella me siguió hasta llegar al interior del mismo, donde las puertas se cerraron de un azotón, inmediatamente mis compañeros se acercaron y le pidieron a la madre de la joven que abriera las puertas, en el interior me encontraba con ella a oscuras, deje de rezar para que calmara su ira, y entre fuertes vientos y polvaredas mis compañeros y la madre de la joven abrieron las puertas y entraron para encender las luces, y ya dentro de la casa todos, después de agarrar un poco de aire le pedi a la joven que se metiera a su habitación a descansar, volviéndome a ignorar por completo, manteniéndose estática y con su mirada hacia abajo y el cabello cubriéndole el rostro, la madre volteo a verme con una mirada que me dijo todo, implorando que no nos fuéramos, pero no podíamos quedarnos, los rostros de mis compañeros estaban atónitos de lo que había pasado, ni yo sabía que fue lo que paso, ahora solo quería que se metiera a su habitación.

La noche del SúcuboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora