Capítulo 4 La habitación. Parte II

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Solo yo me encontraba de pie, no sabía qué hacer, me había enfrentado a asaltantes, asesinos, criminales peligros, pero nunca me había tocado una situación como esta, en aquellas situaciones se me había capacitado antes, pero para esto que debía de hacer, mis compañeros se encontraban en shock, la madre de la joven estaba inconsciente, solo quedaba yo y aquella joven que parecía poseída, el miedo y horror pareciera que me estaba dominando, pensamientos de muchas cosas invadían mi mente, muchas formas de actuar para salir  de esa situación, pero ninguna podía hacer, cosas y cosas pasaban por mi cabeza, frustración, pánico, terror, me sentía a punto de colapsar, cuando de repente recordé él porque estaba ahí, yo estaba ahí para ayudar, se me enseñó a proteger y servir, el enemigo no era la joven, se suponía que era lo que tenía dentro de su ser, y si no podía yo contra el enemigo, debía de solicitar apoyo, me encontraba en una situación de riesgo con dos compañeros inhabilitados para actuar y defenderse y una civil inconsciente que podía requerir asistencia médica, no podía usar mi fuerza porque era más fuerte que yo por esa extraña razón, no podía usar mi arma porque ella  no era el enemigo, me di cuenta que aquella habitación estaba repleta de armas que si funcionaban podía usar en su contra, y que mi mejor aliado era el que siempre me acompaña y nunca me deja solo, me encomendé a Dios y entre a aquella habitación y saque a mi compañera, apoyándose en mi hombro la puse junto a mi compañero, le retire al arma a mi compañero y la resguarde entre mi equipo, revisaba a la madre de la joven para ver si no tenía alguna lesión cuando  recobro la conciencia y trato de enderezarse, la ayude a acomodarse y comenzó a llorar, le pedí de  favor que me ayudara, que necesitábamos salir para ir por un padre a la iglesia, se calmó un poco y me pregunto que donde estaba su hija, contestándole que se encontraba en el cuarto, pero aun las puertas seguían sin poder abrirse, se levantó y trajo un teléfono inalámbrico diciéndome que no salían las llamadas, me pregunto sobre lo que tenía su  hija en sus brazos, y le conteste que era la fotografía de un hombre que se encontraba colgada dentro de la habitación, y me dijo que esa foto era de su padre, le pregunte que de que falleció y me dijo que de un ataque al corazón, me mostro una foto de él y algunas pertenencias que tenia de cuando aún vivía, entre las pertenencias vi una caja de pastillas que sirven para dormir y le dije a la señora que si su hija se dormía tal vez se pudiera hacer algo, y me dio la caja y dijo:- "Haga lo que tenga que hacer".

Tomé de aquella habitación un rosario, una botella de agua bendita, y recogí la biblia que tiro al meterse a tomar el cuadro, aún estaba pensando en cómo hacer que se tomara una pastilla, cuando mi compañero se puso de pie y me dijo:- "sea lo que sea que vayas a hacer, te ayudo"-. Y mi compañera aun con suspiros de llanto también se levantó y me dijo:- "yo también te ayudo"-. Voltee con la señora y le dije:- "señora, le vamos a ayudar"-.

Fui por una sabana y se las di a mis compañeros, les dije que se colocaran arriba de una silla cada quien para que cuando ella saliera de la habitación la enredaran en ella tratando de atarla como camisa de fuerza, para así poderle dar la pastilla, tome el rosario y comencé a rezar en voz alta a lo que la joven volteo de inmediato y sin darse cuenta de lo que intentábamos hacer, dejo el cuadro sobre un mueble y salió de la habitación quedando enredada en la sabana, inmediatamente mis compañeros ataron la sabana en su espalda, dejándola inmóvil de sus brazos y manos, metiéndola hacia el interior de la habitación y recostándola en la cama, me acerque rápidamente para ayudarlos y le pedí a la madre de la joven que le diera la pastilla en la boca, note que ella al ver las imágenes en el cuarto no oponía mucha resistencia, le coloque el rosario en la frente a lo que se quedó inmóvil, esperaba que saliera humo o algo así, pero  no fue así, solo se quedó inmóvil, su madre le metió la pastilla en la boca, pero no se la pasaba, le daba agua y no la bebía, así que comencé a leer la biblia y le quite el rosario de la frente, bebiendo el agua y pasando la pastilla, comenzó a moverse demasiado que nos alejamos de ella unos pasos, le puse un crucifijo en el pecho a lo que se detuvo, y volteo su mirada hacia la pared, quedándose inmóvil, deje de leer y fuimos a revisar la puerta y aún seguía sin poderse abrir, esperamos algunos minutos y volvimos a revisar y no sucedía nada, seguía sin poderse abrir.

Decidimos nuevamente darle otra pastilla porque se mantenía con los ojos abiertos, pero inmóvil, le puso su madre otra pastilla en la boca al igual que agua, comencé a leer la biblia nuevamente y le quite el crucifijo a lo que esta reacciono nuevamente igual, bebiendo el agua y tratando de zafarse de la sabana, inmediatamente coloque el crucifijo sobre de ella, volviéndose a quedar sin movimiento alguno.

Pasamos a sentarnos a la sala en  espera de ver si funcionaba o no, tras varios minutos de espera  volvimos a intentar abrirla, sin poder hacerlo, ella aún se encontraba inmóvil, con sus ojos abiertos y respirando suavemente, dimos por perdida toda acción, faltaban unas pocas horas para que amaneciera cuando de repente notamos que cerró los ojos, pensamos que tal vez fuera alguna trampa para zafarse, todo se había convertido en un infierno de desesperación,  decidimos quitarle el crucifijo para ver que hacía, y no se movió ni hizo nada, se mantenía inmóvil, fue tanta nuestra curiosidad y pensamientos pesimistas que también le quitamos la sabana con la que se encontraba atada, y nos dimos cuenta que se encontraba dormida, escuchamos que la perilla de la puerta se comenzó a mover acompañado de unos fuertes golpes la madera de ella, cuando de repente un joven entro, y dijo:- mamá, no pude venir anoche porque ya era muy tarde, "¿la patrulla que está afuera vino aquí?, ¿ya sabes algo de mi hermana?, ¿Por qué había atorada una rama en la puerta?, estaba dura para abrirla".- dejando de hablar al ver a su madre, a mis compañeros, y a mí, nos quedamos estupefactos, a lo que el corrió hacia el cuarto y pregunto:-"¿está bien mi hermana?, ¿algo le paso?"-. Abrazándola y moviéndola, cuando ella contesto:-¿Qué pasa porque me despiertas?, tengo mucho sueño, déjame dormir.- volviéndose hacia el lado de la pared.

La radiofrecuencia comenzó a escucharse, y al ver todo vuelto a la normalidad, sentíamos que respirábamos paz, no podíamos creerlo, una sonrisa invadía nuestras caras, una sonrisa de satisfacción de haberlo logrado, de haber podido ayudar a aquella joven, después de haber pasado por todo eso, el hermano de ella nos daba las gracias pensando que solo la habíamos llevado, sin tener idea alguna de lo que había pasado, la madre nos acompañó hasta la salida y nos dijo:- creo que lo que paso aquí solo nosotros cuatro lo sabremos, porque a lo que veo mi hija parece no recordar nada, gracias por todo y que Dios los acompañe a donde quiera que vayan"-.

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La noche del SúcuboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora