Capítulo 5 El regreso. Parte I

75 5 0
                                    

El sol comenzaba a salir, mientras nosotros nos quedábamos parados sobre la banqueta, mirando como querían salir los primeros rayos del sol, mirábamos el amanecer, vimos cada rayo de luz al salir, vimos cómo fue convirtiéndose ese cielo purpura tenuemente en rojizo, hasta terminar por volver el amarillo en un color suave azul pastel, la ciudad se ilumino por completo, escuchábamos el cantar de las aves y el tránsito de la ciudad, la ciudad despertaba a su vida cotidiana sin saber lo que había ocurrido en aquel lugar, lo que había ocurrido aquella noche, nos miramos los rostros, los cuales se veían cansados, agotados, más desvelados y cansados que de un turno de noche normal, sin duda sabíamos que sería un día que jamás olvidaríamos, un día en que vivimos mucho, hicimos mucho, o tal vez, vivimos poco, e hicimos poco, nos abrazamos los tres, y pequeñas lagrimas recorrían nuestras mejillas, fue tan fuerte el abrazo que no supimos cuánto duro, pero el caminar de las personas por las calles y el peso de sus miradas nos hizo reaccionar, incógnitas teníamos, decenas de preguntas, nuestras miradas nos decían todo, pero a la vez nada, los tres nos encontrábamos igual, no sabíamos si volver a la casa a preguntar qué era lo que había sucedido, o que escribir en el informe policiaco, que comunicar por la radio frecuencia, que decirle al comandante, ¡semejante odisea!, eran muchas las dudas, pero el peso de las miradas de la gente era muy fuerte, ver aquella imagen de tres policías, con sus uniformes desalineados y despeinados, con un rostro no presentable y con lágrimas en los ojos, era una imagen de impresión, que pocas o raras veces se pueden encontrar, abrí la puerta de la patrulla, me subí y pague las torretas, mis compañeros se subieron después de mí, mi compañera en el asiento del copiloto, y mi compañero en la parte trasera, estábamos listos para el regreso.

Mi compañera ya sentada en el asiento del copiloto, me volteo a mirar, dio un suspiro de alegría y recogió un poco de su cabello hacia atrás, tomó el micrófono de la radiofrecuencia y comunico que la entrega de la joven estaba concluida, encendí la patrulla y conduje hacia la comandancia, y para cortar un poco la tensión, mi compañera prendió el autoestéreo, el viaje se hizo un poco más ameno, con canciones de un grupo quinteto de música española de los años 80's y 90's.

Habíamos recorrido las calles del camino de regreso, logrando despejar un poco nuestras cabezas de todo eso que había ocurrido, sentía hasta mi pecho y forma de respirar un poco más ligera, recorríamos calles, pasábamos los cruceros, semáforos en verde, veíamos a la ciudad despertar en su totalidad, aunque todo eso despejaba un poco la mente, era imposible no pensar en lo sucedido, lo traíamos en la mente, como algo que paso pero hacíamos como si fuera normal y haríamos como si no hubiera pasado nada.

El camino de regreso terminaba y nos encontrábamos a pocas calles de la comandancia, en la radio sonaba una canción de un grupo norteamericano, por la cual fue demandado por otro grupo de Inglaterra por plagio de una una estrofa musical de uno de sus temas, recorrimos las ultimas calles lentamente viendo a los compañeros caminando por los alrededores de la misma, unos saludando, otros platicando, unos caminando rápido, otros con cara de mal genio, otros con su rostro desvelado como el de nosotros, pero aun así andando,

Entramos al estacionamiento del cuartel, estacionamos la unidad, y como si hubiéramos regresado sin novedad, un simple despido de compañeros de turno sin relevancia, nos despedimos, el compañero se dirigió hacia el edificio de los casilleros y mi compañera y yo a la oficina para redactar el informe de lo acontecido en el turno de noche, el cual sería extraño escribir.

Redactamos un informe reducido donde solamente omitimos lo que realmente fue algo anormal, algo extraño, muy extraño, pero lo hicimos como si hubiera sido un simple auxilio solucionado, lo entregamos y salimos de nuestro turno, nos vestimos de civil y cada quien se fue por su lado.

Me dirigí hacia el estacionamiento y aborde mi carro, conduje hasta mi casa pensante, ni siquiera encendí el autoestéreo, llegue a mi casa, me di una ducha y, me prepare un té, abrí las cortinas del comedor para que entrara luz, tome una silla y me senté en ella, junto a la mesa del comedor, viendo hacia afuera tras las cortinas, recargue mi codo izquierdo sobre la mesa y con la mano derecha tomaba el té, no tenía hambre, y eso era algo raro, cuando llegaba a casa, siempre llegaba comiendo, pero ese día no tenía hambre, descanse mi barbilla sobre la mano de mi brazo que recargaba sobre la mesa y comencé a dormitar, cuando de pronto vi que alguien se acercaba hacia la ventana y me enderece pensando que podría ser alguna visita, al ver que no se movía ni decía nada me levante de la silla, y vi como lentamente se movió hacia un costado, perdiéndola de vista, me asome por la ventana y no logre ver a nadie, abrí la puerta y salí para ver si aún podía ver a alguna persona, pero no fue así, se me hizo algo extraño, pensé que tal vez fue algún vendedor, o vendedora, pues no alcance a distinguir si era hombre o mujer, así que mejor decidí irme a acostar a la cama.

Me desperté como a las dos de la tarde, me despertó el hambre, así que fui al refrigerador y me prepare algo para comer, y después de comer me senté en un sillón de la sala a ver el televisor, ahí pase la tarde hasta que oscureció, veía atentamente un documental de vida silvestre en los bosques cuando de repente sonó mi teléfono celular, era una llamada de mi compañera, conteste y me pregunto que como iba mi día, que si me encontraba bien, a lo que le conteste que sí, que solo perdí el apetito en la mañana pero que ya lo había recuperado, ella aún se encontraba consternada por lo de la noche anterior, algo a lo que yo aún temía, pero no le comente.

Pensamientos volvían a mi cabeza, así que mejor tome mi ropa deportiva, me la puse y salí a correr al parque como de costumbre, me puse los audífonos y despeje mi mente escuchando música con el reproductor musical, yo seguía con mi vida normal, aunque estaba consiente que lo que había pasado era un hecho paranormal.

Termine de hacer ejercicio y me fui a mi casa, me di una ducha y me prepare algo ligero para cenar, puse la alarma para ir a trabajar al día siguiente, y me fui a acostar.

La noche del SúcuboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora