Capítulo 5 El regreso. Parte II

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Y al día siguiente como un día normal, sonó la alarma y desperté, me aliste para ir al trabajo, me duche, me rasure, y me tome un vaso de licuado, como todos los días cuando me voy al trabajo en la mañana, salí de mi casa a tiempo, me subí a mi carro y me dirigí al trabajo, llegue a los casilleros y me puse mi uniforme, me presente en mi área de trabajo asignada y salude a mi compañera, la que susurrando me pregunto: -¿no has visto nada raro?, a lo que le conteste, -no, y quisiera que sucediera-, con un tono de voz burlona por los nervios.

Comenzamos a trabajar, atendiendo auxilio "normales" que salían durante el turno, ayudando a gente y deteniendo a delincuentes, una jornada laboral "normal".

Terminamos el día de trabajo después de doce horas, sin hechos relevantes, claramente sentíamos que todo había vuelto a la normalidad, nos retiramos de la comandancia, cada quien hacia sus casas.

Regrese a mi casa a bordo de mi carro y, me fui a hacer un poco de ejercicio al parque, después volví a mi casa y me duche, posteriormente me prepare una cena ligera y me acosté para dormir.

Desperté al día siguiente y me tome un licuado y, aprovechando la mañana fresca salí a correr al parque y, como de costumbre al terminar volví a casa, me duche y me prepare un almuerzo y, al terminar me acosté en mi cama para ver la televisión y estar de flojo por la mañana.

Ya pasando el medio día me prepare algo para comer y al terminar fui a la sala para sentarme en el sillón, vi la televisión antes de irme a trabajar en la noche, cuando llego la hora de irme a trabajar me comencé a alistar como de costumbre, y me dirigí a mi trabajo, llegando a tiempo y a los casilleros y, poniéndome mi uniforme para comenzar a laborar, pasando el turno sin novedades de relevancia, y terminando satisfactoriamente como un turno normal.

El regreso de mi vida cotidiana se había regularizado, siguió así durante varios días, pasaron semanas y continuaba igual, mes tras mes y, mi compañera y yo ya ni recordábamos el suceso, a veces, esporádicamente lo recordábamos pero como algo muy lejano y nos preguntábamos ¿en realidad paso?, podría decirse que lo habíamos superado, tiempo después salí de vacaciones y regrese, luego salió ella, cada quien por su lado las disfruto, nuestras vidas habían vuelto a ser normales, disfrutábamos de la vida, hubo cambios de personal y nos cambiaron de guardia, a mí me asignaron un compañero nuevo y a ella también, ahora mi compañero de turno era un hombre, al igual que ella, siguieron pasando los meses y aún seguía todo normal.

Había pasado ya más de un año, cuando mi compañera me comento que tenía curiosidad por saber que había pasado con aquella joven y, que le preocupaba que habría pasado con la madre de ella, a lo que le conteste que tenían a su familiar, que no teníamos que tomarnos personales los auxilios, y ella me contesto: - tu sabes que el hermano de ella no sabía nada, la que sabía era la madre-, le dije que a mí no me interesaba saber que había pasado con esa familia, aunque la verdad si me intrigaba, pero me ganaba el miedo.

Continuábamos trabajando en diferentes turnos, pero en la misma unidad de apoyo y, un día cuando llegue para comenzar a laborar, ella desmontaba de servicio, y me dijo: - fui a la casa de aquella joven durante mi turno, no salió nadie al principio, pero tras intentar ver si había alguien en el interior, salió ella y me atendió, ¡ya está mejor!, está embarazada, ya casi nace su bebe, me contó que su madre falleció poco después de lo que paso aquella noche, fue una impresión muy grande para su madre, pero que gracias a Dios la pudieron ayudar, ahora ella está feliz con él bebe que espera y que a pesar de que el padre de su hijo no le quiso responder, ella sabrá salir adelante sola, me dio mucho gusto saber que se encuentra muy bien, termino exclamando mi compañera. Mi mente se puso en blanco y pensé, ¿a qué rayos tenía que volver ella a esa casa?, pero sentí un alivio al saber que ya todo estaba bien, creo que ahora ya podía dormir tranquilo, ahora podría dormir más, solo me quedo una duda de que había pasado con su hermano, pero no le pregunte a mi compañera, -¡regresa!- exclamo mi compañera, tronando los dedos de su mano frente a mi cara, -di algo, ¿Por qué te quedas así?-, a lo que le conteste, -pues me da gusto que la joven se encuentre bien y, que mal que el padre de su hijo no se hiciera cargo y, lamentable la muerte de su madre, ya se veía muy grande de edad la señora-,  -que seco eres-, me contesto, -ni una sonrisa de gusto, ni nada-, replico, al notarme ausente de interés sobre lo que acontecía decidió retirarse a descansar, y yo monte mi turno como de costumbre, pasaron los días, y todo continuaba excelente, más que excelente podría decir yo, mi vida civil ya variaba un poco, salía al cine con amigos, acudía a fiestas, hacia deporte, iba al gimnasio, era más sociable, todo marchaba de maravilla, sin imaginarme que mi compañera omitió contarme algo.

La noche del SúcuboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora