Capítulo 35

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Solté la mochila bruscamente y tomé la pistola. Rápidamente me di la vuelta y apunté.

—Volvemos a vernos Elisabeth—dijo él

—Sauli—hablé con rabia.

—¿Qué ocurre aquí?—manifestó la directora ante nuestro jaleo, pero frenó en seco al ver que acontecía.

—Señora directora váyase y no avise a nadie—ordené sin dejar de mirar Sauli—. ¿Me ha escuchado? A nadie—ella asintió temblando y se fue corriendo.

—Por fin arreglaremos cuentas—rió perversamente.

—Ya he arreglado todas mis cuentas pendientes—solté a regañadientes—. Te recomiendo que bajes esa pistola y levantes las manos. No querrás probar mi puntería.

—Tú eres la que probarás la mía—levantó más la pistola.

—¡Elisabeth!—unos pasos a mi espalda se detuvieron.

—Lorenzo vete—mandé.

—No me iré—dijo levantando su arma. ¡Qué testarudo es este hombre!

—¡Vaya!—exclamó Sauli con sarcasmo—. El Comisario Lorenzo Fabbri, volvemos a vernos.

—Sauli, rindete—añadió Lorenzo—. Irás a prisión de todos modos.

—Oh no, no iré.

—Claro que irás—solté—. Yo misma me encargaré de hacerlo.

—Si te acercas disparo—apuntó con el arma a Lorenzo.

—No antes de que yo lo haga—Lorenzo disparó. Su puntería fue nula y la bala llegó a la escalera. Sauli en respuesta disparó.

—¡Lorenzo!—grité.

17 Y PolicíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora