Tres horas más tarde, Ana quiere peinarme para ir bien arreglada, ya que quiere que vean que la antigua Abril ha regresado. Me siento disfrazada, si se me permite ser sincera. A medida que ha ido pasando la tarde se me han quitado las ganas de todo. Incluso se me han saltado las lágrimas unas cuantas veces. He intentado que Ana no me viera, pero me ha resultado imposible. La ansiedad está viniendo a mí, no lo pienso y llamo rápidamente a Diego. ¿Qué como tengo su teléfono? Un día, al terminar la consulta me tendió un papel con su número: "Para cuando me necesites" me dijo al entregármela. Y desde entonces, siempre que noto que me viene la ansiedad le llamo.
—¿Abril? ¿Pasa algo? — y él lo sabe. Él sabe que solo lo llamo en casos donde me suelo encontrar bastante mal.
—Sí... Necesitaba hablar contigo. ¿Estás ocupado? — Diego sabe toda mi vida, pero yo en cambio no sé nada de la suya, es normal en una relación paciente—doctor
—No, no, estaba a punto de cenar. Dime, ¿qué pasa?
—Estoy a punto de irme con Ana a la cena, me he enterado que viene un amigo con el que tuve algo hace ocho años, me porté mal con él, no sé si te he hablado alguna vez de Lucas, creo que no, la cuestión es que estoy muy nerviosa, porque aparte de que Lucas vendrá y no sé si aún estará enfadado conmigo, sé que van venir más amigos, y no puedo... Tengo mucha ansiedad Diego.
—Escúchame, Ana no se va a separar de tu lado. Piensa que yo te estaré acompañando en la lejanía. Que va a ir bien. Es una simple cena Abril.
— Y sí... ¿me lo encuentro? Diego, ¿qué pasaría si él también ha regresado? No podría soportarlo, ya lo sabes.
—Si eso pasara, claro que podrías soportarlo. Te lo aseguro, porque confío en ti. Abril, escucha mis palabras. Eres una mujer muy fuerte. Podrías con eso, y con muchas cosas más.
—¿Confías en mí? — rompo a llorar desconsoladamente. —Ojalá estuvieras aquí.
—Sabemos de sobra que no puedo.
— Lo sé. — La ley prohíbe el contacto fuera de consulta.
Me paso hablando con Diego bastante rato. Tanto que Ana entra en mi habitación ( le había dicho que necesitaba hablar con Diego, que me encontraba fatal) y me hace señas tocándose el reloj de la muñeca, indicando que es hora de irnos.
—Diego, me tengo que ir. —Le digo para terminar la conversación. Al final hemos acabado hablando de sus gustos musicales, cosa que nunca antes habíamos hecho, hablar de él.
—Cierto, al final te estoy entreteniendo yo.
—Muchas gracias. De verdad. No sé qué haré sin ti cuando esté mejor.
—Tu misma lo has dicho, estarás mejor, y mi trabajo habrá terminado.
— No creo que se me haga fácil dejar de verte.
— Bueno, con el tiempo aprenderás. — y es cuando me doy cuenta de que solamente no es mi psiquiatra. Se ha convertido en un amigo de verdad. Me quedo callada durante unos segundos, esperando que prosiga él. — Bueno Abril, no te entretengo más, recuerda pásalo bien, que lo mereces. Y para cualquier cosa, sabes a qué número llamarme.
— Gracias de nuevo. Espero no tener que volver a llamarte. No quiero molestar ni ser pesada.
— Créeme cuando te digo que ni molestas ni serás pesada aunque me llames cincuenta veces al día.
— ¿ Y si te llamo cincuenta y una? — le digo, y escucho cómo se ríe.
— Entonces serás la persona más pesada que habré conocido. —río con él.
— Bueno, me despido ya, Ana se está enfadando. Nos vemos.
—Nos vemos.
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Las Penurias de Abril
RomanceAbril tiene todo lo que siempre ha deseado en su vida. Siempre se ha conformado con muy poco. Tiene a su novio Carlos, del cual está locamente enamorada, ya llevan ocho años juntos, dos viviendo en la misma casa. Un día, Abril se encuentra una not...