VII

11 0 0
                                        


¿Hola? ¿Qué es lo que acabo de leer? ¿Es posible? No, no puede ser cierto. Un sudor frío me recorre la espalda, y sé que es la ansiedad que se está apoderando otra vez de mí. No estoy preparada para leer lo que acabo de leer.

- ¿Todo bien? Te has puesto blanca. - me dice Clara.

- Nada va bien. - digo lo bastante bajo pero para que se enteren.

-Necesito ir al lavabo un momento. Ana, ¿puedes acompañarme? - Asiente con la cabeza, sabe a la perfección que me ha pasado algo. Llegamos al lavabo, cierro la puerta y le enseño el último mensaje de Diego.

- Tranquila Abril, es solo tomar un café. - me dice Ana. Digo que no con la cabeza.

-No estoy preparada. - Es lo único que consigo decir.

-¡Por Dios Abril! Deja de decir esas estupideces. Lo mismo decías de esta cena y de momento no está yendo mal. Piensa que es Diego, tu psiquiatra. Lo sabe todo de ti, no te va a hacer nada. Además es un simple café.

- En parte tienes razón. Solo un café. Con Diego.

-Exacto. Ahora tranquilízate un momento y salgamos. ¿Le has respondido?

-No. No pensaba hacerlo.

-Creo que cualquier día te voy a pegar una hostia. Que porque el imbécil de Carlos te haya dejado no significa que todos los hombres sean así. Además, no significa que vaya a pasar nada. No en todos los cafés del mundo hay sexo. Haz el favor de responderle. -Saco el móvil, pienso en una respuesta pero no se me ocurre nada. Veo que me ha enviado un mensaje:

Abril... no me dejes en visto mujer. Sé que te ha pillado desprevenida, perdóname. Solo un café. Entendería si no quisieras, hasta entendería que te cambiaras de médico. Pero por favor, dime algo.

Abril:

Perdón por no contestar. No sé qué decirte Diego, la verdad. Sabías perfectamente cómo me iba a sentar eso. Ya sabes cómo es mi amiga la ansiedad... Pero acepto ese café.

Diego:

De verdad? No me estás timando? Lo siento, pero tenía que decírtelo ya. Te ha entrado mucha ansiedad?

Yo:

Mucha, estoy en el baño con Ana, he tenido que salir casi corriendo.

-Abril, ¿qué le estás diciendo? Deberíamos ir a la mesa. ¿Estás mejor?

-Un poco, adelántate tú, ahora iré.

-Está bien. Relájate tu sola un momento y vuelve cuando puedas.

-Gracias por no dejarme sola, amiga. - y La abrazo. Noto su calor, ese calor que me ha acompañado tantas noches desde hace cuatro meses. No sé que habría hecho sin ella, la verdad. Ha sido la única a la que no he querido alejarla de mí, y estoy orgullosa de eso.

-No hay de qué. Saluda de mi parte a Diego. - Sale del lavabo y me quedo sola. Respiro hondo dos veces, y me miro al espejo. Hace cuatro meses que no me miro detenidamente, me espanto por lo que veo. Las ojeras siguen permanente bajo mis ojos, mi mirada no refleja nada y eso me asusta. Quiero volver a sentirme viva, mirarme en el espejo y ver... ver, simplemente algo de alegría en mi rostro.

Diego:

Joder, lo siento. Te mando un abrazo. Abril, voy a ir a dormir ya, mañana tengo que trabajar. ¿Te parece bien si mañana te llamo yo, para variar?

Yo:

¿Por qué me iba a parecer mal? Descansa, y ya hablamos mañana.

Mandado el mensaje anterior, salgo del lavabo y vuelvo a la mesa donde se encuentran mis amigos.


Las Penurias de AbrilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora