Capítulo 4

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La campana sonó y me sacó de mis pensamientos.

—Bueno, me tengo que ir, aún hay muchas cajas que tengo que desempacar. —Dije. —Por cierto, nunca me has dicho dónde vives.

—Vivo en un apartamento.

—Espero que algún día pueda ir.

Él me sonrió, agarre mis libros y cuadernos.

—Adiós nos vemos luego.

Prácticamente salí corriendo del salón y de la escuela, cuando estuve lejos de la escuela sonreí interiormente, hasta que por ir distraída alguien me atropelló con su bicicleta, el impacto fue tanto que los dos caímos.

Él chico se acercó rápidamente a ayudarme.

— ¿Estas bien? —Preguntó el chico que me había tirado esta mañana.

—Sí. —Dije, — Esta es la segunda vez que haces que caiga, creo que por lo menos debo de saber tu nombre.

—Mi nombre es Ángel.

Extendió su mano, la sujeté y me ayudó a pararme.

— ¿Quieres que te lleve? —Preguntó.

—No, estoy bien, vivo cerca.

—Insisto.

—De acuerdo.

Me subí en la parte trasera de la bicicleta y él comenzó a pedalear.

En 10 minutos estábamos en la entrada de mi casa.

Me bajé de la bicicleta.

—Muchas gracias, no tenías que traerme.

—No hay de que, ¿Esta es tu casa? —Me preguntó.

—Sí. —Dije.

Él se quedó viendo la casa, inspeccionándola.

— ¿Quieres pasar? —Dije.

—Sí. —Dijo él sonriendo.

Saqué las llaves de mi mochila, la introduje en la cerradura y la abrí.

Yo fui la primera en pasar, él se quedó en la puerta y lentamente pasó el pie cuando logró cruzar sonrió de una forma que hizo que me diera escalofríos.

— ¿Qué les pasa a ustedes? —Pregunté.

— ¿Ustedes? —Dijo.

—Sí, tú y Mason pasan lentamente la puerta como si hubiera algo que les asustara, solo es una casa.

Él me sonrió, sentía como mi corazón se aceleraba tenía una de las sonrisas más hermosas que haya visto en mi vida.

—No es nada... Lo mejor será que me vaya mi madre ha de estar preocupada.

—De acuerdo, te veo mañana en la escuela.

Él me dio un beso en la mejilla y después se fue de mi casa.

Fui a la cocina para comer, había una nota de mi madre pegada en el refrigerador.

"Hola hija, te veo en la noche, te deje comida en el microondas.

Con amor tu madre"

Agarre la hoja y la tire, encendí el microondas y esperé hasta que estuvo caliente la comida.

La saqué y me senté en la mesa, comencé a comer hasta no dejar ni una migaja.

Ya era tarde y ya había hecho mi tarea, pero no me podía dormir, voltee a ver el reloj 4:00 de la madrugada, odio cuando no puedo dormir, aunque eso me pasa con mucha regularidad lo odio.

Cerré los ojos y trate de no pensar en nada, pero era imposible en lo único que pensaba era en Mason, en mi madre en como ellos dos me escondían secretos, en como no me decían la verdad y después estaba Ángel que no dejaba de pensar en él desde que me dio el beso.

Trate de nuevo en no pensar en nada, en tener la mente en blanco.

—Vaya, te has tardado. —Dijo Mason.

— ¿Qué?, ¿Por qué?, sal de mi cabeza solo quiero una noche de paz quiero dejar de soñar contigo.

—Lo siento, pero es la única manera de comunicarme contigo sin que alguien nos vea o nos escuché, tu cabeza es una fortaleza, si alguien entrará en ella sería muy obvio y yo lo mataría.

— ¿Ahora de que hablas?, ¿Por qué cada vez que habló contigo me dejas confundida?, si me vas a decirme algo, solo dilo, estoy harta de tantos secretos, solo dímelo.

—Lamia. —Dijo.

Me desperté sobresaltada, la única palabra que me vino a la mente de Lamia.

Me arreglé rápidamente, abrí mi laptop y trate de buscar el significado de esa palabra.

—Hija, es tarde, tienes que ir a la escuela.

—Sí... —Dije.

Apagué la laptop, agarre mi mochila y me fui a la escuela.

Cuando llegué todo parecía estar con suma regularidad, entré al salón me senté en mi lugar, de rato llegó Mason.

—Hola. —Dije.

—Hola. —Dijo.

— ¿Oye sabes que significa Lamia?

—No, nunca había escuchado esa palabra.

Trate de ignorarlo, solo son sueños, nada es real, todo ha sido creado por mi cabeza, pero... ¿Si no es un sueño?, si todo esto es real....

No, no puede ser real esto.

Llegó el profesor y comenzó la clase con bastante normalidad.

Hasta que escuché como sonaba un teléfono, voltee a todas partes, pero nadie se percataba de eso, ni siquiera el profesor que nos decía que apagáramos los celulares.

Parecía una loca, mirando hacía todos los lados.

—Señorita Alexandra.

Dirigí mi atención al maestro.

— ¿Se siente bien?

—Sí, solo necesito aire.

Salí del salón.

El timbre seguía sonando fuera del aula.

"Mamá, lo siento no escuché el celular"

Me guie por el sonido de esa voz, di vuelta y pude ver que al final del pasillo estaba hablando una chica por teléfono.

Comencé a alterarme y a ponerme nerviosa.

"Adiós mamá."

Escuché, después ella colgó el teléfono y siguió caminando. ¿Qué rayos acaba de pasar?


N/AS

Hola, espero que les haya gustado Ángel en galería.

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