Capítulo 11

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Si podía golpearse a sí mismo por ser tan tímido lo haría. Pero tampoco quería porque eso le dolería y habría consecuencias así que no lo hizo.

Harry se enteró por su mamá que Jay —mamá de Louis— ya tiene trabajo y eso lo ha puesto tan tan tan contento que podría hasta abrazar a Louis en este momento pero moriría de vergüenza.

Caminaba hacia su casa pero en eso encontró a Louis apoyado en una pared. Parecía esperar a alguien y era muy obvio a quién.

Recordó el beso en la mejilla y quiso volver al instituto. Pero debía ir a casa a almorzar así que siguió caminando. Una vez que llegó a Louis, el castaño se acercó a él.

—No tienes idea de lo agradecido que estoy contigo y tu mamá.

Harry sonrió mostrando sus hoyuelos.

—No debes agradecer nada.

—Claro que sí —dice Louis y sacó detrás de él un ramo de flores de todos los colores—. Son para ti.

El rizado quería agarrarlas pero también pisarlas y pasó aún lado de Louis para irse. El castaño lo detuvo diciendo:

—¿Por qué haces esto?

Harry volteó y lo miró con semblante triste.

—Lo siento. Yo...

—Sé que lo sientes pero créeme que lo siento más que tú. Y me duele que no las recibas y he estado meses tratando de que lo hagas, Harry.

—Lo siento, ¿está bien? —dijo Harry. Estaba por largarse a llorar.

—No me rechaces así —dice Louis dolido—. No rechaces a las flores. 

El rizado debía decírselo una vez por todas. Pero iba a llorar y quedar como un completo tonto.

—Sólo... no son para mí. No son de mi estilo.

—Pero te he visto cuando sonreíste por ellas. ¿Por qué no puedes ser así con las qué te doy?

Harry frunció el ceño confundido. No sabía de qué hablaba pero de repente lo recordó.

Su padre había vuelto de viaje y lo había ido a buscar al instituto aquella vez. Le había regalado unas malditas flores y tuvo que aceptarlas. Con miedo y todo. Todo ese día fue muy mal. Esas flores fueron horribles y tuvo que aceptarlas. Luego las tiró.

—No estaba sonriendo sinceramente. Yo...

—Qué idiota soy de pensar que ibas a recibir algunas de mis flores. Pensando que mi abuelo decía... —apretó el ramo con fuerzas—. Que si le daba flores a alguien que quería con todo mi corazón iba a quererme igual. Mamá tenía razón... esto...

El rizado estaba definitivamente llorando.

—No, no, no. Tengo... Louis yo tengo...

El castaño tiró el ramo al suelo, muy molesto consigo mismo y con todo el mundo. Y se volteó para marcharse.

—Tengo Antofobia —dice Harry y se secó las lágrimas con la palma de su mano—. Louis... Tengo antofobia. Lo siento.

Louis volteó y Harry no podía explicar la mirada que tenía. La forma en como lo estaba mirando, era muy dolorosa.

—¿Por qué no me has...?

—Lo siento —dice Harry acercándose a él—. Me pones muy nervioso y... no pude decírtelo. Las palabras no me salen y cuando lo hacen... Digo cosas sin sentido y... no sé —habló el rizado tropezando con sus propias palabras.

Se notaba lo molesto que estaba Louis. Abrió su boca para decir algo pero al final, volvió a levantar el ramo de flores que estaban en el suelo y se alejó caminando.

—¡Louis! —llamó Harry con la voz quebrada—. Lo siento mucho, Lou.

 Lo siento mucho, Lou

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ANTOFOBIA | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora