Capítulo 10

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Harry le contó a su mamá sobre la situación que estaba pasando Louis. Sabía que la mamá de el castaño trabajaba pero no le alcanzaba el dinero y Harry quería que su mamá le consiguiese un trabajo mucho mejor.

De un momento a otro el tema de la conversación tomó un giro muy sorprendente.

—Cariño... ¿Te gusta ese chico del qué me estás hablando?

El rizado quedó mudo. Si bien no le había contado a su mamá que no le interesaban las chicas y sí los chicos. No es que tuviera miedo, quizá un poco pero a pesar de eso. Era tan tímido respecto a todo en general.

Y negó con la cabeza repetidas veces. Había quedado más obvio de lo que había creído.

—Lo voy a tomar como un sí —dijo su mamá y lo tomó del mentón como si fuera todo un niño—. Mi amor, está bien. ¿Sí? A mí no me debes esconder nada porque siempre voy a apoyarte por encima de todas las cosas.

Iba a largarse a llorar. Y asintió. Cuando ella se levantó para marchase de la habitación de Harry, él le dijo en un tono bajo:

—Creo que no me gusta. Suena tonto pero siento que es algo más que eso.

Y era verdad. Era algo más que eso.


Su mamá pudo conseguirle un trabajo a la mamá de Louis. Y él estaba tan feliz por aquello porque no podía esperar a ver la sonrisa de Louis cuando le contase.

Esperó algo nervioso en la acera, sabía que en cualquier momento llegaría y lo hizo.

—¿Me esperabas? —preguntó Louis.

Harry enrojeció y negó con la cabeza.

—¿No?

El rizado se rindió y dijo:

—Sí. Te esperaba.

El castaño sonrió mostrando sus arruguitas. Harry sin perder tiempo le tendió un papel que en éste había un número.

—Es para tu mamá —dijo Harry—. Mi madre trabaja en un lugar muy bueno y ella...

—No debes hacer esto, Harry. Te dij-

—No te hice caso y ya no me importa lo que digas.

Louis no podía negarse a ese papel porque era importante. Así que lo tomó con una sonrisa que tanto esperó Harry.

—Sólo tengo una flor. ¿Cómo podría agradecerte? —preguntó Louis con sus ojos tristes.

"No, no, no. La flor no", pensó Harry. No quería esas espantosas flores.

Se dejó llevar por su impulso y le dio un beso en la mejilla a Louis para luego salir disparando de allí. No quería ver la reacción de el castaño. Porque podía sentir sus mejillas arder a más no poder y su corazón estaba latiendo muy fuerte.

Sonrió todo el camino a casa.

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ANTOFOBIA | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora