Capítulo 14: Tratos

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Los jadeos y las risas eran audibles entre la más densa de las penumbras. Una mano golpeó contra el empañado cristal dejando la marca en él. Fuera, la nieve caía sin cesar dejando un paisaje frío pero hermoso, dentro de la casa, el calor y los gemidos lo inundaban todo. La lujuria y el placer reinaban en la habitación.

Las nubes se apartaron tan sólo un segundo permitiendo ver la luna más grande de las últimas semanas, dejando que iluminase el cabello rubio al otro lado de la cristalera, iluminando el rostro de placer del joven que cabalgaba sobre el cuerpo de su esposo. Izuna, con la respiración entrecortada y la mayor de las excitaciones en su cuerpo, cogía con fuerza la nuca de Kazuto mientras movía su cintura sin cesar de arriba abajo profundizado sus embistes, disfrutando de la visión que le proporcionaba su esposo moviendo también su cintura para meterse su miembro una y otra vez, cabalgándole con los ojos cerrados y sin poder parar de susurrar su nombre.

Los labios de Izuna se curvaron en una gran sonrisa, le encantaba escuchar su nombre entre todos aquellos jadeos que le regalaba su esposo. Ejerciendo algo de fuerza con la mano que retenía la nuca de su esposo, levantó su espalda para alcanzar los tan ansiados labios de Kazuto, tragándose sus gemidos, bebiendo sus jadeos.

Sus lenguas jugaban abriéndose paso entre los sugerentes labios que se movían sin cesar movidos por la lujuria del momento, motivados por devorarse mutuamente, por agarrarse entre ellos disfrutando de aquel baile cargado de sensaciones, sonrisas y pasión.

Rompieron el beso unos segundos, segundos en que Izuna tomó las mejillas de Kazuto entre sus manos sonriendo, siendo feliz al fin viendo la felicidad del chico al que más había amado en su vida.

- Te amo – le susurró Izuna con la respiración entrecortada.

- Y yo a ti – susurró Kazuto con sus labios rozando los de su esposo.

- No pares – le sonrió Izuna consiguiendo que Kazuto también sonriera sin dejar de moverse.

Kazuto sonrió sin detenerse, jamás lo habría hecho, no hasta ver el completo placer en el rostro de su esposo. Sentía el abdomen de Izuna contraerse por el placer, los espasmos que no cesaban, cada vez más continuos hasta que un gran gemido, se dejó ir.

Una sugerente sonrisa salió de los labios de Kazuto segundos antes de depositar un sutil beso en la comisura de los labios de su esposo, apoyando su pecho contra el de Izuna descansando finalmente. Sintiendo el calor proveniente del cuerpo sudoroso de su esposo, apoyó la cabeza en su pecho y miró los copos de nieve caer lentamente hasta quedarse dormido bajo las suaves y delicadas caricias de Izuna.

Mientras tanto, en la base ANBU, otro ninja también miraba por la ventana el caer de los copos de nieve. Iluminado únicamente con una pequeña vela que se consumía lentamente dejando caer la cera sobre un platillo, movía entre sus dedos una pluma cargada de tinta.

Pensaba las palabras, una y otra vez las pensaba mientras sus ojos seguían pendientes de aquellos copos nevados que estaban dejando el mayor manto de nieve que jamás se hubiera visto en años en Konoha. Finalizó la carta y la cerró atando un hilo rojo al pergamino con gran maestría.

La chimenea de la oficina seguía encendida. La leña chisporroteaba ardiendo en aquel agujero mientras Tobirama posaba unos segundos sus ojos en ella. Sacó del cajón de la mesilla un sello y tras dejar caer un par de gotas de cera sobre el pergamino para sellarlo perfectamente, implantó su sello en él, identificándolo como suyo.

Aún llevaba el pergamino en la mano cuando salió de su despacho y caminó por el oscuro y solitario pasillo. Sus pasos retumbaban golpeando una y otra vez contra las paredes. Tan solo aquel sonido le acompañaba hacia las escaleras de subida. En lo alto de la torre ANBU, un ninja que se calentaba como podía en una pequeña caseta, salió a recibirle.

¡Ten hijos para esto!: Nueva generación (Naruto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora