Capítulo 8: Misiones.

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Itachi se asomó tras uno de los gruesos troncos de los arces del clan Uchiha. Observó a su tío marcharse alterado y aunque le habría gustado preguntarle dónde iba o qué tenía pensado hacer, creía tener la respuesta a eso sin necesidad de preguntarle. Apoyó su espalda contra el árbol un momento, sintiéndose culpable por las verdades que él sabía y el modo en que las estaba ocultando. Sabía que tenía que contarle las cosas que ocurrían en ese edificio a su tío, pero Kazuto casi le había suplicado que le dejase a él arreglar las cosas, no sabía qué hacer. ¿A quién traicionar? ¿A Kazuto, preso de su baja autoestima o a su tío que trataba de ayudar sin saber qué estaba ocurriendo?

Respiró unos segundos, cogiendo el aire profundamente y soltándolo con suavidad antes de apartarse del árbol para ir a ver a un afectado Kazuto que trataba sin éxito de borrar todo rastro de sus lágrimas. Itachi se acercó a él colocándose delante sin agacharse, esperando a que Kazuto terminase de restregar la manga de su camiseta por sus ojos tratando de secarlos.

Itachi fue a decir algo cuando un Ninja de Élite se personificó frente a ellos trayendo una carta. Aunque se la estaba ofreciendo a Kazuto, éste la miró sin saber qué hacer, finalmente fue Itachi quien la cogió como miembro del equipo. El ninja desapareció en una nube de humo en cuanto la carta se soltó de sus dedos.

- ¿Qué es? – preguntó Itachi intrigado mirando la carta.

- La misión que buscabas – comentó Kazuto – vayamos al edificio.

- No estás para hacer una misión y menos con Sakumo por el escuadrón.

- No queda más remedio. Sé que tu tío lo arreglará, pero hoy no me queda más remedio que aguantarle en el equipo. Esperemos que lo aparten del escuadrón después de hoy.

- Ve a cambiarte a casa y nos vemos en el edificio ANBU – comentó Itachi.

- De acuerdo.

Kazuto no entendía muy bien lo que estaba pasando por la cabeza de Itachi Uchiha, él siempre era un gran enigma para todos, era el genio Uchiha. Era cierto que el rubio quería pasar por casa y lavarse al menos el rostro, no quería ir a la base ANBU y que descubrieran aquellos buitres que tenía por compañeros que había llorado, que seguía siendo ese chiquillo débil que había fingido frente a ellos durante tantos meses ser fuerte.

En cuanto Kazuto se marchó hacia su casa, Itachi se dirigió sin demora hacia la base ANBU. Aún tuvo tiempo de ver a su tío salir de allí notablemente enfadado pero no se interpuso en su camino, le dejó marchar. Sabía que había ido a hablar con Tobirama, era el jefe del escuadrón, era quien los había formado, eran sus Ninjas de Élite. Pese a saber eso, él no tenía ni edad, ni nada que decirle a Tobirama, demasiado poder para un chiquillo de ocho años, sin embargo, sí había alguien a quién podía encarar, sí había una persona con la que iba a hablar allí dentro.

Entró por el edificio más decidido que nunca, era la primera vez que su mirada cambiaba a una más dura y fría. Estaba cansado de toda esa farsa, de las mentiras de los compañeros, de las argucias y las trampas que tejían a la espalda de todo el escuadrón.

Los ninjas al ver aquella mirada en el rostro de Itachi, simplemente se apartaron, se alejaron del lugar dejándole pasar mientras aquel pequeño Uchiha buscaba a alguien activando su sharingan. Hacía poco tiempo que había conseguido activar aquellos ojos, apenas unos meses pero ahí estaba, poca gente lo sabía pero hoy lo sabrían todos, él era el más joven de los Uchiha en activar aquella habilidad.

Sakumo apareció ante sus inescrutables ojos. Giró el rostro en cuanto lo tuvo localizado y apartando a uno de los ninjas empujándolo levemente, caminó hacia Sakumo Hatake. El que siempre fue el ninja más respetable de la villa, el que más ninjas había salvado y que había traicionado a todo un clan, al clan Namikaze.

¡Ten hijos para esto!: Nueva generación (Naruto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora