Capítulo 2: Equipos

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Aquella mañana, Kazuto se despertó sin muchas ganas. Se había quedado hasta tarde con Izuna y es que el tiempo con él pasaba volando. Miró unos segundos por la ventana intentando desperezarse. Los pájaros de su ventana ya cantaban dando los buenos días y no tuvo más remedio que levantarse para ir a la ducha.

Desde que había salido del hospital, todo se había convertido en un infierno. Tenía tantos secretos frente a Izuna. Sabía que estaba mal, que no debía guardarse todo el dolor para sí mismo, pero no quería poner en peligro a Izuna, así que simplemente, callaba todo lo que ocurría en su trabajo.

Siempre había querido ser ANBU, pertenecer a la élite. Tantos años practicando con Minato para no poder salir del clan por culpa de aquellos asesinatos. Ahora que por fin realizaba su sueño, se daba cuenta que ser ANBU no era lo que esperaba. Él mismo se consideraba débil, su grupo se reía y susurraba a las espaldas, les daba igual cómo se sintiera él, no dejarían de hacerlo. Sólo sabían de él que había estado saliendo con el traidor, con Sakumo Hatake, sabían que ahora salía con un Uchiha. No podía evitar que la gente pensara mal de él.

Al salir de la ducha, caminó hasta el armario y observó en silencio durante unos tensos segundos su ropa ANBU. Resopló y cerró los párpados resignándose antes de empezar a vestirse. Tras colocarse el chaleco, tal y como siempre había llevado su clan, se puso encima de él la chaqueta blanca con rayas negras aunque ni siquiera quiso abrochar la cremallera. Ya estaba en la puerta de salida sentado en el peldaño de madera terminando de calzarse cuando apareció su madre tras él.

- ¿Ya te marchas? – le preguntó con una agradable sonrisa.

- Sí, hoy tenemos una misión fuera. No me esperéis despiertos, es posible que tardemos en volver.

- Vale. Ten cuidado ahí fuera.

- Lo tendré.

Kazuto salió colgándose los kunais al cinturón y caminó hasta la torre de los ANBU. Abrió las puertas entrando en el impresionante edificio y siguió hasta llegar al centro donde estaban reunidos algunos ninjas. En breve explicarían la misión. A su derecha estaban los tres compañeros de su equipo pero lejos de acercarse a ellos, se mantuvo a cierta distancia observando cómo le miraban y cuchicheaban, algo típico en ellos.

Sentía los ojos de todo el mundo fijos en él aunque trataba de no acercarse mucho a ninguno. Pese a sus intentos por pasar desapercibido, uno de los ANBU que entraba en aquel momento por el edificio hacia la sala principal golpeó la parte trasera de su hombro moviéndolo ligeramente hacia delante, por suerte, no perdió el equilibrio y se mantuvo allí de pie sin mirarle.

- ¿Aún estás aquí, Namikaze? – preguntó el chico saliendo de su espalda con una sonrisa en sus labios - ¿Dónde está tu chico? Ah, perdona... es cierto, te acostabas con el traidor de la villa y ahora te has colado en la cama del Uchiha. ¿Cómo lo consigues?

- Debe de ser muy bueno en la cama – comentó otro compañero riéndose.

- Será en lo único en lo que es bueno. ¿Cómo podemos saber que no estás recogiendo información para llevársela al Hatake? – le susurró al oído aquel chico pero Kazuto mantuvo el silencio.

- Pierdes el tiempo con él, no te dirá nada – dijo uno de sus compañeros.

- Olvídate de él, sólo es otro chico débil del clan Namikaze. Lo único que saben hacer es ligarse a los Uchiha. ¿Qué crees que verán los Uchiha en ellos? – preguntó otro riéndose.

- ¿Sabes una cosa, mosquita muerta? – le preguntó aun susurrando en su oído – Todos los de aquí y yo odiamos que os metáis en nuestros asuntos. No deberías estar con un Uchiha, eres demasiado débil para alguien de ese clan. ¿Por qué no nos haces un favor a todos y te apartas del medio? Cualquiera de nosotros sería mejor partido para un Uchiha que un simple Namikaze. No estás a la altura de las expectativas de un Uchiha.

¡Ten hijos para esto!: Nueva generación (Naruto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora