Capítulo 12: Morbosos Uchihas

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Aquella madrugada, Madara y el resto de hombres y guerreros del clan Uchiha despertaron a Izuna en su dormitorio. Era la primera noche en mucho tiempo que no dormía con Kazuto, pero es que era imposible que la noche antes al día de su boda pudieran estar juntos. Los Namikaze y las mujeres del clan Uchiha se ocuparían de arreglar a Kazuto para su noche de bodas, a él le esperaba el gran desafío.

Como había ocurrido durante todas sus generaciones, el día en que debía demostrar su valentía y su fiereza para ser digno del acto sagrado del matrimonio tenía lugar a las afueras del clan. Kazuto estaba convencido que sería él y solamente él quien se casaría con Kazuto, nadie en el clan sería capaz de robar el matrimonio de uno de sus compañeros.

Izuna fue lavado a conciencia para pintarle entre todas las mujeres los colores de guerra en el rostro. Mientras le preparaban, Izuna no dejaba de mirar la máscara con forma de lobo que tendría que colocarse, aquella máscara que le esperaba encima de la pequeña mesa. Por una parte estaba feliz, finalmente estaría unido para toda la vida con el hombre al que amaba pero por otra parte... estaba nervioso, quería hacer bien todas las pruebas, quería ser digno del tan influyente apellido Uchiha.

Una vez preparado, las mujeres le tendieron la máscara y él mismo se la colocó. No volvería a quitársela hasta el día siguiente. Ni siquiera se la quitaría cuando tuviera su primera relación con Kazuto, algo que le asustaba. No habían vuelto a hablar de aquel tema desde la oficina de Minato aunque sabía, que Kazuto había estado hablando con Minato durante los últimos días tratando de entender todo lo que le asustaba de aquella relación tan íntima.

A veces, no podía dejar de pensar en cómo habría torturado a esa mugrienta serpiente que se había atrevido a mancillar, humillar y destrozar a la persona a la que más amaba. Quizá algún día le tendría frente a él, quizá algún día podría hacerle pagar todo el daño que le hizo a un pobre chiquillo de apenas dieciocho años que empezaba a vivir y que ansiaba ver el mundo exterior. Ahora Kazuto tenía diecinueve años y aún no había podido superar lo sucedido aquel día.

Se levantó de la silla mirando en el espejo frente a él aquellos ojos rojos ya activados con el sharingan. Su vista cada vez era peor, sabía que la estaba perdiendo y que paulatinamente se quedaría ciego, era la maldición de ser un Uchiha, siempre le acompañaría. Sacó de su bolsillo el bote de pastillas y se tomó una antes de empezar a caminar hacia la salida.

Su hermano le esperaba fuera de la casa para acompañarle hacia el centro de la plaza del clan. Caminaron en silencio hasta que Madara finalmente no lo aguantó más e inició la conversación.

- Se ha ofrecido voluntario Makao Uchiha – comentó Madara – el hijo del herrero. Hoy tenía el día libre en la policía.

- Me parece bien.

- ¿Recuerdas como va todo?

- Sí. Iré solo a cazar el jabalí y luego me enfrentaré en un combate contra Makao.

- Seguramente ni siquiera tendréis pelea. Se hace en el bosque, lejos de las miradas de la gente. Te dará el pergamino que necesitas y volverás al clan Uchiha. Ya sabes la cabaña donde se hace el ritual. Allí estará esperándote Kazuto.

- De acuerdo.

Izuna pasó entre los Uchiha allí reunidos. Todos al verle empezaron a abrirle camino, algunos le tocaban la espalda felicitándole por su matrimonio, otros aplaudían y le alababan pero todos tenían una cosa en común, se alegraban que por fin hubiera dado aquel paso decisivo. Al llegar al centro, Makao le esperaba en el centro con una gran sonrisa y con su máscara también colocada. Tan sólo su boca era visible. Le tendió la mano a Izuna y éste sonrió estrechándola.

¡Ten hijos para esto!: Nueva generación (Naruto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora