Capítulo Dos.

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6:05 A.M.

Sonó mi alarma ocasionando que me despertara.
Me levanté soñolienta y me dirigí hacia el baño para tomar una ducha. Eché un poco de agua sobre mi cara para despertar completamente.

Otro día más en el cual lidiaré con su recuerdo, con las lágrimas al borde qué son incapaces de salir, con el corazón roto y la culpa en mi mente.

—Sofi, mi amor, ¿ya estás lista? —dije detrás de la puerta de su recamara.

—Voy mami, estoy buscando mis zapatos.

—Okey, te espero abajo, linda.

—Si mami —respondió con su dulce voz.

Bajé y le avise a Iris, mi cocinera, qué podía tomarse el día libre, puesto que Sofi iría a la casa de su amiga.

Escuche unos leves pasos que bajaban por las escaleras, tarareando una canción. Sofi.

—¡Ya estoy lista, mami! –gritó la pequeña sofi.

—Bien vámonos, cariño —dije tomándola de la mano—. Regresamos por la tarde Iris.

—Está bien señorita Lucía —respondió ella amablemente.

Salimos de casa y subimos al auto. Primero fui a dejar a sofi a casa de Tania y de ahí me fui directo a la empresa.

—Buenos días, señorita Kenth –decían todos los empleados que ya se encontraban trabajando y respondí de igual forma.

Subí hacia mi oficina y saludé a Medina.

—Buenos días, Medina.

—Buenos días, Señorita Kenth.

—¿Algún informe nuevo?

—Por ahora no, a excepción de su junta a las 3 de la tarde —respondió mirando la pantalla.

—Okay, gracias.

Pasaban ya de las 11 cuando Medina me informó que alguien quería verme.

—¿Nombre? —dije a través de la bocina.

—No me ha querido dar nombre, dice que necesita verla urgentemente.

—Dígale que pase —me dio curiosidad por saber quién era y cedí.

Enseguida entro un hombre como de unos 25-27años aproximadamente. Para nada feo. Me pareció bastante familiar.

—Buenos días, ¿qué se le ofrece señor...? —lo invité a que dijera su nombre.

—Linda hora, ¿no crees? —contestó ignorando por completo mi pregunta.

Cuando me giré a ver la hora.
Mierda. 11:11 A.M.

—Hmm, si eso creo, ¿qué se le ofrece? — repetí de nuevo, solo que esta vez estaba nerviosa.

—Sólo quería saludarte, Gene —dijo y sin más salió de mi oficina.

Esa última palabra, fue directo a mi corazón. Esto no podía estarme pasando.

¿11:11? ¿Gene? ¿Quién joda era ese tipo? ¿Cómo es que sabe eso?
Aunque bueno, 11:11 es una hora que muchos conocen, pero mi nombre, ¿cómo lo sabe? Esto es estúpido. Solo fue casualidad Geneby. Tranquilízate.

Pasó la junta y aún no podía dejar de pensar en lo ocurrido por la mañana. Todo rondaba por mi cabeza sin parar.

Por un momento pasó por mi mente la idea de que fuera él, pero de inmediato descarte eso. No podía ser él. Él estaba muerto. Él está muerto.

Eran ya las 10:05 P.M., cuando miré de nuevo el reloj.

—¡Mierda! Olvidé por completo a Sofi —dije tomando aprisa todas mis cosas.

-Medina, te encargo que todo quede en orden, tengo que irme —le decían mientras salía para tomar el ascensor.

—Si, no se preocupe, señorita Kenth, yo me encargo de todo.

Salí a prisa y conduje rápido hasta la casa de Tania.
Toqué desesperadamente la puerta de y enseguida salio Beatriz, mamá de Tania.

—Hola Bea, se me hizo un poco tarde para pasar por Sofi, lo siento de verdad el tiempo paso volando y... —hablaba rápida y desesperadamente y me interrumpió.

—Tranquila Gene, pasa, las niñas ya se durmieron, pero pasa, ¿gustas tomar un café? —tan amable ella, como siempre.

—Ay muchas gracias Bea, claro necesito relajarme un poco —dije apenada.

—Bien, toma asiento, pondré la cafetera, y dime, ¿otro día pesado? —hablaba ella desde la cocina.

—Pues si, como siempre... Hoy tuve una visita.

Bea es una gran amiga mía, la conocí en la universidad, justo estudiábamos lo mismo, pero ella quedo embarazada y ya no siguió con sus estudios, ella es la única que sabe todo sobre mi, es por eso que ella me dice Gene, y bueno ahora le contaría lo que pasó por la mañana. Necesitaba desahogarme.

—Fue tan raro—proseguí—, el sabía mi primer nombre, me dijo Gene, señaló la hora, ¿sabes a qué hora hora llegó exactamente?

—¿11:11? —dijo y solo asentí —. Puede qué sea...

—¡No! —la corte antes de que terminará de decirlo—. No puede ser él, él está muerto, solo es alguien que de alguna forma increíble sabe mi pasado y quiere torturarme con ello —suspiré.

Después de una larga platica decidí marcharme, cargue a sofi en mis brazos hasta el auto y después partí a casa.

Por fin terminó este día.

El amor es para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora