Capítulo Ocho.

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—¿Mami? —logré escuchar la voz de Sofi entre llanto—. Mami despierta, te quiero mucho no te vayas.

No podía hablar, ni siquiera podía abrir los ojos, me sentía inútil y estúpida.

Sólo podía escuchar el llanto de mi niña, después sentí que alguien la alejó. ¿Quién es?

—Sofi, déjalos a solas —dijo aquella persona, pude distinguir que se trataba de Bea, pero ¿como que nos dejara solos? ¿Quien estaba aquí? Espero que alguna enfermera o doctora.

—Oh nena, cuanto lo siento, ¿qué mierda fue lo que pasó? No deberías estar ahí, ¿sabes? Aquel día, de la cita que teníamos para hablar, y que no llegué —suspiró—. Fue culpa de Mia, hasta ahora todo ha sido culpa de esa bruja, bueno, esto es algo que hablaremos después, si tú me lo permites, y quiero que sepas que yo...

—Disculpe joven, esta en la hora del medicamento de la paciente, necesito aplicarlo ya, deme un momento —interrumpió la voz de una mujer, a juzgar por la voz era joven.

Estúpida enfermera que interrumpió, ahora como sabré que es lo que iba a decirme el idiota de Dylan.

A los minutos de que se me fue aplicada la medicina, pude abrirlo los ojos, esperaba que estuviera ahí, para mi desgracia, ya se había ido, la enfermera informo a mi hija que ya había despertado, y ella entró corriendo.

—¡Mami, mami! —entró corriendo, mientas caían lágrimas por sus ojos pero mantenía una pequeña sonrisa, se subió junto a mi a la camilla, y la abrace, deposite un beso en su frente .

—Mami está bien, mi niña —le dije.

Después de dos días, cuando ya estaba un poco estable, me dieron de alta, Bea me trajo a casa y decidí descansar un poco más antes de volver al trabajo.

—Mami, ¿cómo te sientes? —preguntó Sofi mientras hacia un dibujo.

—Me siento muchísimo mejor, amor —le mentí, era mi todo, quería que ella estuviera bien y no se preocupara, era muy pequeña para sufrir, así que decidí mentirle.

—No te creo mami, pero para que estés mejor te haré un dibujito.

Ella era mi motor, mi razón de seguir, mi única razón.

No sé si hablaría con Dylan, tal vez si, tal vez no, ni siquiera tengo forma de comunicarme con él.

¿Qué si lo amo?

Lo amo más que nunca, jamás dejará de ser así...

El amor es para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora