NA: ¡Hola! Antes que nada, quería disculparme por la tardanza. Realmente quería escribir un buen capítulo que cerrara esta historia, y la verdad es que ha sido un poco difícil hacerlo. Para seguir, me gustaría agradecer a todas esas personas que han seguido mi fic hasta el final... Para alguien que pone toda su alma y su corazón en algo así, es muy importante que haya personas a las que les guste... Que lo que hagas entretenga o ayude a alguien a evadirse un ratito del mundo es único y especial :)
Así que muchas, muchas gracias por leer mi historia y apoyarme. Hoy traigo el último capítulo, aunque al final del mismo os encontraréis otra pequeña sorpresa :)
No os entretengo más, ¡a leer!
Capítulo 13: La lágrima.
—¿Y bien? —preguntó mi tía con voz nerviosa a la vez que sostenía a aquel muchacho frente a mí, unos pasos más allá.
Él se encontraba de rodillas en el suelo, e intentaba por todos los medios no hacer una mueca de dolor por la manera en que ella lo agarraba del pelo. Posé de nuevo mis ojos en él, sin saber muy bien qué parte de su deforme y desfigurado rostro mirar. Era difícil hacerlo, repugnante.
—No... No puedo estar seguro —dije al fin, con un hilo de voz.
De repente, un escalofrío recorrió mi columna vertebral. Sentí una mano fría como la muerte rozar la piel de mi nuca. No necesitaba girarme para saber con certeza que aquellos dedos congelados eran los de mi padre. Por el rabillo del ojo vi cómo acercaba su rostro al mío. Aquella proximidad me permitió sentir su aliento cuando, con sumo cuidado, susurró unas palabras en mi oído.
—Draco, fíjate bien, ¿quieres? —pidió él, con una mezcla de excitación e impaciencia en la voz—. Piensa en la recompensa del señor Tenebroso si le entregamos en bandeja al mismísimo Harry Potter... Nuestras deudas serán saldadas, ¿lo entiendes? —hizo una leve pausa, en la cual me obligó a girar la cabeza para mirarme a los ojos. Su aspecto demacrado parecía volver a albergar algo de esperanza—. Nos perdonará todo, Draco... Todo volverá a ser como antes. El nombre de los Malfoy volverá a ser respetado.
Alguien a nuestras espaldas decidió romper el silencio de la estancia, que parecía más lúgubre y oscura que de costumbre.
—¿Es que acaso se ha olvidado quién ha sido el que realmente los ha capturado? —la voz de aquel carroñero, que parecía ser el líder del grupo, sonaba acusadora y algo desconfiada.
—¿Cómo te atreves a hablarme así en mi propia casa? —gritó mi padre. Profirió tal alarido que di un respingo del susto. Acababa de perder el poco sosiego que quedaba en él en ese mismo momento. Tal fue la rabia que le provocaron las palabras de ese hombre, que apretó inconscientemente los dedos de su mano alrededor de mi cuello.
Sentí los pasos de alguien acercándose, y unos segundos más tarde, los aprisionadores dedos de mi padre dejaron de clavarse en mi piel, donde estaba seguro de que habían dejado huella.
—Tranquilo... —escuché susurrar a mi madre, que se encargó de llevarse a mi padre de la mano hasta su posición.
Fue entonces cuando Bellatrix clavó sus largas y sucias uñas en mi brazo. Me agarró con fuerza y me llevó donde el muchacho esperaba, postrado de rodillas. Luego, presionó mis hombros y me hizo agacharme hasta la altura del chico. Ella también se agachó, sin quitarme el ojo de encima.
—No seas tímido, cariño. Ven, acércate... —pidió—. Míralo bien, cielo —no pude evitar estremecerme. Bellatrix Lestrange no conocía el amor. Por eso, siempre que escuchaba palabras de afecto salir de su boca, sabía que no eran más que el augurio de una desgracia aproximándose. Aquello era algo que había aprendido desde bien pequeño.
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Mi estúpida Granger
Lãng mạn¿Qué hubiera pasado aquella tormentosa noche en la mansión de los Malfoy, si su único hijo hubiera estado enamorado de aquella simple y vulgar muggle que yacía tendida en el suelo bajo la amenazante Bellatrix Lestrange? ¿Qué hubiera pasado si esa lá...