8: Su historia

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Ya hacía dos días que Carol se había marchado y Hannah volvía a estar sola. No soportaba esa idea, no quería volver a pasar los días sola: vale que tuviera a Marc, pero él no podía estar siempre con ella. El tiempo que había pasado Carol en su casa, había sido el mejor, la quería como una hermana. Intentó llamarla durante esos dos días pero no respondía a sus llamadas. Tenía que estar realmente dolida para no querer hablar ni siquiera con ella. El asqueroso de Dani le había hecho daño a su mejor amiga y lo pagaría. Llamó a Marc para ver si podía estar con ella. La mayor parte del tiempo trabajaba en la oficina de su padre.

—Hola cariño, ¿cómo te va hoy? Creo que esta tarde podré ir a verte -dijo muy alegre.

—¿No puedes venir ahora? -Hannah notaba cómo las lágrimas estaban a punto de salir de sus ojos. Le ardían, pero no quería que Marc se diera cuenta de que lloraría.

—Uff ahora estamos desbordados, no creo que sea posible ir para allá.

—Pero... -calló aguantando sus lágrimas- Te necesito -Marc notó que su novia estaba realmente triste y que si decía aquello, era porque le necesitaba urgentemente.

—¿Sabes qué? Intentaré escaparme a la hora del almuerzo. No queda mucho para el descanso, así que tú espérame ahí que dentro de poco voy -dijo para intentar animarla.

—Vale, no tardes mucho. Necesito que estés aquí conmigo.

—No tardaré, te lo prometo.

—Te quiero -dijo justo antes de colgar.

Al cabo de una hora alguien tocó la puerta. Hannah abrió y se encontró con la persona que más necesitaba a su lado. Se arrojó a sus brazos y comenzó a llorar.

—Has tardado y te necesitaba aquí conmigo.

—Tranquila, ya estoy aquí. Shh, tranquila -dijo Marc consolando a Hannah.

Fueron al salón y se quedaron sentados en silencio mientras Hannah lloraba. Al cabo de unos minutos en silencio, ella dijo:

—Marc, no quiero perderla, Carol es como una hermana para mí. Ella y yo nos hicimos amigas un poco antes de estar en la misma situación. Bueno, ahora que lo pienso, lo mío no es nada comparándolo con lo que le ocurrió a ella.

—¿Qué situación? ¿De qué hablas? -preguntó mientras le secaba las lágrimas.

—Verás... -dijo entre sollozos- Cuando éramos muy pequeñas, el padre de Carol murió. Y al poco tiempo los míos se divorciaron, pero eso ahora no importa. Su madre cayó en una fuerte depresión y encontró consuelo en el alcohol. Su hermano y ella tenían que aguantar a su madre borracha todos los días. Él estuvo a cargo de Carol hasta que ésta pudo cuidarse sola y entonces se marchó para buscar una vida mejor. Durante los dos años siguientes le mandaba dinero sin que su madre se enterara. Cuando su hermano se marchó, fue cuando peor lo pasó Carol; no tenía a nadie que la cuidara. Su madre comenzó a maltratarla porque se sentía frustrada al haber perdido a su marido y que después la hubiera abandonado su hijo, todo lo pagaba con la pobre Carol. Recuerdo que de vez en cuando mi madre nos llevaba a la playa y que Carol siempre se bañaba vestida. Mi madre le quitó una vez la camiseta, descubrió su cuerpo amoratado y la volvió a vestir. Yo no sabía nada de eso, y cuando me enteré me sentía impotente por no poder hacer nada para ayudar a mi amiga. Mi madre fue varias veces a hablar con la suya, para que Carol se quedara en mi casa pero se negó rotundamente.

—Vaya, nunca podría llegar a imaginarme ni por un sólo instante que Carol pasara por todo eso en su vida. No tenía ni idea.

—Por eso Carol quiere ir a la universidad. Para así irse lo más lejos de aquí y empezar una nueva vida, pero yo no quiero que se vaya. Ya sé que suena egoísta, pero es que se ha convertido en una hermana para mí. Incluso mi madre la trata como si fuera su hija. Aunque en realidad se merece una vida mejor.

Cómo me enamoré de un completo idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora