15: Recuerdos

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Ya llevaba dos días en la casa de John. Me sentía como una extraña, pero la parte buena es que habían sido dos días de calma sin Hannah y sin nadie que me molestase. Apenas hablaba con John, solo intentaba evitarle para que no me hiciese preguntas. Fui a coger algo de comer a la cocina y volví a encerrarme en la habitación. De pronto se abrió la puerta de la habitación y di un respingo al ver que John aparecía tras ella.

—Tenemos que hablar.

—¿De qué? -dije de mala gana.

—De tu actitud -rodé los ojos-. No te pongas así, todos sabemos que no te pega esa actitud de rebelde sin causa, así que deja de fingir.

—Yo no estoy fingiendo; soy así y si no te gusta, sólo tienes que salir por donde has entrado.

—A mí no me hables de esa manera porque no te he hecho nada. Si quisiera, ahora mismo te echaría de mi casa, pero no soy tan capullo como para hacerte algo así.

—Si lo que quieres es que me vaya, haberlo dicho -me levanté de la cama con mucho trabajo y empecé a recoger toda mi ropa.

—¿Y a dónde piensas ir si no tienes dinero ni nadie a quien acudir?

—Eso es lo que tú crees.

Después de coger todo, salí de la habitación y me dirigí hacia la salida cojeando para irme de aquella casa, pero John agarró la bolsa y me la quitó del hombro.

—No vas a ir a ningún sitio; mírate, apenas puedes caminar. No voy a permitir que te vayas así.

—Devuélveme la bolsa. Si se supone que tengo 18 años creo que puedo cuidar de mi solita, no necesito a un ricachón como tú para que lo haga.

—Sé que puedes hacerlo sola, lo llevas haciendo toda tu vida, pero no voy a dejar que te marches. No quiero que acabes debajo de un puente o algo así. Por tu culpa he pasado las peores navidades de mi vida, así que no voy a dejar que te vayas y que te pase algo malo otra vez.

—¿Y a vosotros que os importa lo que yo haga? ¿Desde cuando le importa a alguien dónde pueda acabar? Es mi vida, y hago lo que quiera con ella.

—A mí no me vengas con ese rollo. Tienes que pensar en la gente que te rodea, ¿acaso ellos no forman parte de tu vida? Carol, ahora nosotros somos tu familia y no puedes abandonarnos porque tengas una pataleta. Piensa en lo que te hicieron; no permitas que te vuelva a ocurrir algo parecido.

—Tú no sabes nada de mi vida -dije apretando los puños por la ira que empezaba a aflorar en mí.

—Te equivocas, lo sé todo. Fui yo quien decidió ayudarte y alejarte de la mala vida. Viniste varias veces a mi consulta con heridas muy feas. Recuerdo que una vez viniste con un gran corte en la mejilla que te había hecho tu madre. ¿Cómo iba a permitir que te pasara eso? No quería que sufrieras malos tratos por parte de nadie y menos de tu madre. Decidí tomar cartas en el asunto y tener tu custodia para cuidarte. No es que seas como una hija para mí, porque... no. Pero sí que eres como mi hermana pequeña, y siento la necesidad de cuidarte. Así que después de hacer tanto por ti sin pedir nada a cambio, ahora te pido un favor; te pido que vuelvas a ser la misma de antes. Me da igual que no recuperes la memoria, me basta con verte aquí conmigo y me gustaría que volviese tu antiguo yo. Si todavía queda algo de él dile que vuelva.

Después de que John me saltase con aquello, me quedé sin palabras para contestarle. Puede que hubiese ganado esta batalla, pero no la guerra. Todo lo que dijo me dejó muy confusa. Por mi cerebro pasaban tantas cosas a una velocidad descomunal que sentía que podía estallar en cualquier momento. ¿De verdad él habría hecho todo eso por mí o se lo estaba inventando? ¿Por qué me pedía que volviese a ser la misma de antes? ¿Por qué todos lo hacían? ¿A qué se referían? Si yo siempre había sido así, ¿de qué hablan?

Cómo me enamoré de un completo idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora