Capítulo 35

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Últimas 12 horas.

Anabelle.

No supe por cuánto tiempo me habían dejado sentada y para el momento en el que volví a sentir la puerta abrirse, mi cuerpo se encontraba de nuevo entumecido. Los pasos que oí sonaban firmes y calmos, estos se detuvieron frente a mí, luego escuché una silla ser rodada cerca de mí, confirmé mis sospechas de quien era cuando su gruesa voz se derramó en la habitación.

—¿Te crees afortunada? —Cuestionó el hombre que apodé "Uno".

Aunque ya no tenía la venda en mi boca, me mantuve callada, puesto que primero me encontraba en cautiverio y en esos momentos me sentía todo, menos afortunada y dos sabía que era una pregunta retórica.

—Sabes, yo si —continuó hablando —ya que luego de cumplir con mi objetivo, tendré un bonito premio para llevarme —percibí sus callosos dedos acariciar mi mejilla y tomó todo de mí no vomitar sobre él—. Bien podría venderte en el mercado negro y ganar muy buena plata o quizás te conserve como mi pequeño juguete.

Mi cuerpo se estremeció ante la mención de esas ideas, una peor que la otra.

—Lástima que seas una basura tan estúpida, que incluso vomita la única comida obtendrá en mucho tiempo —escupió Uno a medida que fue subiendo su tono de voz —. Tal vez debería enseñarte a ser agradecida.

Pánico se asentó en mi estómago en cuanto lo escuché moverse hacia mí, sus pasos se detuvieron hasta que sentí como rodó mi silla hacia un lado, alejándome de la mesa, percibí la venda de mis ojos aflojarse y alejarse de mi rostro.

La luz artificial que desprendía el bombillo de la habitación, incidió directamente en mis sensibles ojos, por lo cual pestañeé varias veces para acostumbrar a mis ojos a la iluminación, fue entonces cuando lo vi, aquel hombre del que Demon y yo habíamos huido. Rápidamente escaneé la habitación en busca de la puerta, noté mi teléfono en la mesa, pero eso no me alegro ya que la puerta se encontraba detrás de Uno, el cual rió divertido.

—¿Quieres saber por qué te quité las vendas? —Inquirió, aunque no esperó una respuesta de mi parte, ya que continuó hablando mientras se acercaba a mí —quiero que veas como rompo tu pequeño cuerpo de muñeca de porcelana, quiero que sepas quien te arruinó lo suficiente como para que te hundas en la oscuridad, que observes como te destruyo hasta el punto en que me ruegues que te mate —con una sonrisa lasciva culminó posicionando su rostro cerca del mío.

Nunca en vida había sentido tanto terror como en ese momento, un nudo se construyó en mi garganta y las lágrimas obstruyeron mi visión, mi corazón latía mil por segundo, me encontraba presa del pánico sin saber qué hacer.

—Por favor, no —sentí como si hubiese tragado papel de lija, ya que mi garganta ardió con lo poco de voz que me salió.

Uno rió.

—No servirá de nada implorar, no en este pequeño cuarto olvidado por Dios.

Entonces atacó, Uno tomó fuertemente mi cuello y lo estiró hacia atrás para luego sentir sus labios presionar contra mi carne, me quejé del dolor, mi estómago se revolvió con náuseas y traté de alejarme, pero me fue imposible por las ataduras que mantenían sentada en esa silla. Mis lágrimas se desbordaron y comenzaron a caer libremente por mi rostro, deseé por un momento que Dos llegara, pero esa idea se esfumó ya que sabía que él no haría nada por salvar mi trasero; quise negarme a perder mis esperanzas de que algo detendría a Uno, pero era más tentador resignarme a que nada ni nadie le impediría acabar conmigo.

Mi único escape fue encerrarme en mi mente y repetirme una y otra vez que lo que estaba ocurriendo era solo una pesadilla, que pronto acabaría todo, pero era difícil tratar de borrar la sensación nauseabunda que me provocaban los labios de Uno sobre mi piel y sus callosas manos acariciando mi estómago. Cuando llegó al botón de mi pantalón me alarmé y como si estuviese poseída comencé a gritar y a moverme tratando de alejarme de su mano, pero eso pareció excitarlo aún más, ya que sus movimientos se volvieron frenéticos.

Sweet Peril. (The Sweet #1) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora