El ruido.

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Cuando estoy con personas o hay personas a mi alrededor se escucha un bullicio ensordecedor que no me agrada. Chasquidos, risas, llantos imitados, el golpe de las tasas con un platillo, el sonido de puertas abriéndose, la humedad de los labios, las zancadas, los pasos suaves y débiles, los zapatos estrellándose contra el suelo, las voces en fin, una infinidad de sonidos que molestan, es un cansancio auditivo casi eterno, así son las orbes. Sin embargo hay algo peor que esto, y sucede cuando estoy sólo en la afinidad de la oscuridad, en mi habitación, en la noche, estoy inmóvil, inmutable e imperturbable y él o ella, sí el visitante nocturno, o la visitante en el silencio, él es el ruido, uno ensordecedor, causa desasosiego, no me cautiva, no me irrita(Quizás), pero me desespera, altera mi imperturbabilidad, me ataca con un sonido sordo, me busca, me chasquea en el oído, se hace más fuerte se extiende, me hace sufrir, pero no me ataca, sólo se acerca, me busca, me encuentra, y permanece ahí sin más, esperando la desesperación, el colapso de mi cordura. En algunas ocasiones me he dejado dominar y mi cuerpo se estremece, vibra, tambalea, me hace tener ganas de llorar, a pesar de ello es hermoso, y quizás sea el sonido del mundo. Sí estoy seguro de que es él, quizás este pidiendo algo, quizás sólo quiera ser escuchado, quizás quiera ser recordado, quizás quiera vivir, y nosotros se lo impedimos, estamos tan absortos en la tecnología, en la política, en el trabajo, en nuestro enriquecimiento económico, en lo estúpido, en lo mediocre, en lo insensato, y nos dejamos dominar y vendar los ojos, y así somos felices, no queremos nada más que la misma pereza.
¿Por que no escuchamos el ruido del mundo?

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