solo con su enemigo

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Ahí se encontraba él, ahogado por la impotencia que había en su interior, se encontraba sentado, con una mirada vacía hacia sus nudillos los cuales ya comenzaban a doler incluso más que antes. Sus manos reposaban en el aire dejando caer unas cuantas gotas de sangre fresca que salía a través de la piel fracturada y llena de moretones, preguntándose una y otra vez en su subconsciente porqué había sido tan idiota, ahora estaba solo y todo era culpa suya y̶ ̶t̶a̶m̶b̶i̶é̶n̶ ̶l̶a̶ ̶d̶e̶ ̶s̶u̶ ̶g̶r̶a̶n̶ ̶b̶o̶c̶o̶t̶a̶.̶ La cual solo había provocado un enjambre de abejas, las cuales más temprano que tarde terminaron jugándole en contra y picándole, ¿El resultado? El dolor que sentía ahora, y aunque estaba completamente nublado por sus pensamientos la única imagen que todo su cerebro proyectaba era su figura, la figura de la chica que hacía que ese desastre de persona se arreglara, o bueno, en parte, la chica que hacía que el pusiera los pies en la tierra, y dejara a un lado todo aquello que impedía su felicidad, pero si ella provocaba todo aquello ¿Qué había pasado con aquel chico? Temeroso de perderla comienza a enojarse por cosas que poco sentido poseen sin darse cuenta que si hace esto cada día estará un paso más cerca de perder a aquella chica de caderas embruja tes y piel bronceada, con curvas casi tan matadoras como las de su propia guitarra preferida, su primera fender, aquella que en los trastes ya no tiene a la vista la pintura de lo mucho que la había tocado demostrándole de algún modo su amor por ella. Su chica al igual que él, pero en un modo completamente diferente se dejó llevar por el enojo y prefirió salir de a habitación, y él podría afirmarlo, también de la casa ya que estaba seguro que los golpes habían causado gran estruendo en toda la casa, y él la conocía, sabía que ella acudiría a cualquier señal de peligro en la cual el chico estuviese. Aún no sabía qué hacer, habían pasado horas y ya la sangre estaba seca sobre su piel, y estas cada vez dolían más, pero podía asegurar que no le dolería tanto como estar de este modo con la chica a la cual mentalmente siempre llama "Querubín", la chica la cual le robaba el aliento con su mera presencia, aquella que esa noche fría de 21 de marzo lo había dejado a solas, con su más grande enemigo, él mismo.

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