27. "Calma, Hannah Montana. Vámonos ya."

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Capítulo 27.

Luke.

- Mike, deja eso -regañé, haciendo que éste soltara mi cabello.

- Lo siento, es tan suave. -me reí y agité mi cabeza- Luke quiero irme ya, ¿para que me trajiste?

- Por que eres mi amigo y ésta es la clase de cosas que hacen los amigos.

- ¿Traerme a la fuerza para recoger a tu novia de su clase de danza? -me sonrojé un poco y miré sobre el retrovisor.

- Ella no es mi novia.

- Entonces por que vienes por ella a esta estúpida clase.

- Por que eso hacen los amigos.

- Deberías formular más frases que esa -rodó los ojos y agitó su cabello.- Eh, ahí viene.

Giré mi cabeza a su dirección y logré verla a través de la ventana del auto. Vestía con una falda de ballet rosa pastel y una chamarra de mezclilla. Se veía muy bien.

Rápidamente bajé del auto, luego Mike me siguió, y caminamos hasta donde ella estaba, terminando de hablar con alguien que -yo suponía- era compañera suya.

- ¿Cómo me veo?, ¿me veo bien?

- Si, si. Hoy no te ves tan del asco, ahora cállate, viene para acá.

Asentí y acomodé mi cabello, jalando las mangas de mi suéter.

- Hola chicos -saludó- gracias por venir por mi. No era necesario.

- ¿Ah, no? -preguntó Mike y le di un pellizco. Dio un chillido y me miró- Bueno, aún así el quería venir... ya sabes.

- Gracias, Luke. -me dio una mirada rápida y continuó- ¿tienen hambre? Podemos ir a comer... si quieren.

- Me muero de hambre -asintió Mike- Luke, anda, vamos.

Mordí mi piercing levemente y saqué las llaves del auto. -Claro, vamos.

{...}

Dimos aproximadamente siete vueltas al rededor del área de comida de aquel centro comercial. En realidad yo no tenía hambre, me sentía enfermo y extrañaba a mi mamá. Solo deseaba irme a casa y dormir hasta que mi cuerpo lo permitiera. Valerie decidió comprar solamente un batido -de algún sabor al que no presté atención- y Michael aún no se decidía por nada.

- ¿Michael podrías simplemente elegir algo, por favor? -supliqué, sintiendo el vómito imaginario subir por mi garganta.

- Ahora voy -asintió- Iré por una rebanada de pizza. -caminó tan rápido sus pies pudieron, alejándose unos metros de nosotros.

Miré a mi alrededor y toda la muchedumbre me sofocaba aún más. Jadeé, incorporándome al lado de una señora con -al parecer- más de cuatro hijos que no dejaban de berrear y pedir "una pizza gigante con cuatro ingredientes". Bufé mirando a Michael a lo lejos, hablando muy animadamente con la linda cajera que lo atendía.

- Luke, ¿te encuentras bien?

No, me quiero ir de aquí.

- Estoy perfectamente. -fingí una sonrisa simultánea, a lo cual Valerie respondió con un alzamiento de ceja y un chasqueo de lengua.

- Si tu dices... -miró a otro lado, caminando hacia unas sillas -milagrosamente- vacías.

La seguí alejándome de aquellos niños y su madre, respirando hondo y soltando el aire. Michael caminaba hacia nosotros con una sonrisa realmente estúpida y una pequeña caja de pizza en sus manos.

- He conseguido una cita, y pizza. Lo mejor de dos mundos.

Viré los ojos, cansado de seguir en ese centro comercial por más tiempo. - Calma, Hannah Montana. Vámonos ya.

Me levanté de mi asiento sin mirar al menos si ellos venían tras de mi. Estaba tan harto de aquel lugar, y no tenía idea del por qué. Todo iba tan bien conmigo y de un momento a otro ya estaba comenzando a odiar a todo lo que utilizara oxígeno para sobrevivir.

Salí -prácticamente- corriendo de ahí, llegando finalmente a la salida. La noche estaba fría y había algo de aire, pero eso no me impidió haber inhalado y exhalado aire unas cinco o seis veces al salir.

Me mantuve esperando al rededor de cinco minutos a Valerie y a Michael, quienes venían continuos a mi pero a paso lento. No podría contar cuantas veces en estas últimas dos horas he virado los ojos, pero con ésta, seguro eran más de veinticinco.

Seguí caminando a su par en dirección al auto y presioné el botón de seguro. Las luces se encendieron indicando que ya podíamos entrar y eso hicimos.

Conduje aproximadamente diez minutos antes de detenerme en casa de Michael, en donde el bajó del auto y se despidió de mí y de Valerie con un sencillo "gracias por todo, los veré después. Adiós, rubio."

Podría decir que la tensión podía cortarse con un cuchillo fácilmente, pero no me fijaba mucho en eso. Aún seguía molesto, y si Valerie me hablaba probablemente le respondería mal y todo esto de "Valerie y Luke" se iría por el caño.

Aceleré un poco para acortar el camino y así llegar más rápido a casa.

- ¿Ya vas a decirme que es lo que te pasa, Luke? -sentía su semblante serio a pesar de no estar viéndola en el momento, lo cual me puso aún mas nervioso y comencé a masticar mi labio sin cuidado alguno. -Te has estado comportando tan histérico y en realidad no sé por qué.

Se cruzó de brazos mirando a la ventana. Ella no quería verme, no lo estaba haciendo. Por primera vez.

- No es nada. Solo ansiedad -expliqué- me sucede a menudo. -mentira.

Asintió, al parecer, entendiendo. -¿Cómo te deshaces de eso?

- No lo hago. Siempre está ahí.

Al momento llegamos a casa y estacioné enfrente. Salí del auto y antes de acercarme a la puerta de Valerie, salió tan rápido provocándome cerrar los ojos por el susto.

- Suenas como un loco. -caminó apresuradamente a la puerta, buscando las llaves para entrar- Un jodido loco, Luke. -no encontraba las llaves y metí la mano a uno de mis bolsillos, sacando las mías.

La hice a un lado ligeramente e introduje la llave dentro, girándola. La puerta se abrió y ella entró hecha una furia.

- Oh cariño... -cerré la puerta- En este mundo, ¿quién no está loco?

Mordí mis labios intencionalmente y ella corrió escaleras arriba, dándo pisotones en ellas, mostrándose molesta.

Y así eres perfecta, pequeña caprichosa.

From The First Kiss »l.h«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora