CAPÍTULO 1. Esta es mi familia.

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La luz matutina ya comenzaba a asomar por mi ventana, la cual había olvidado cerrar la noche anterior, claro, después de tanto hablar con la familia, que si ahora con tu primo, que si ahora con tu tía, tu abuela y con aquellas personas con las que se supone que tengo algún parentesco aunque sean los hijos/as del/a tío/a del/a abuelo/a de mi primo/a.... a los cuales acabas llamando o bien tío/a, o bien primo/a. Nuestra familia es bastante grande ya y si los sumas acabando siendo multitud.

Me disponía a levantarme de la cama pero entonces choqué con la cama superior de la litera, despertando así a mi hermano mayor.

-Daniela Fuentes Cuántas veces te he dicho que ni tu cabeza es un coco ni mi cama es un árbol donde lo puedas partir, por dios que susto!-dijo levantándose perezosamente de la cama aunque su enorme vagancia sumada a la resaca hizo que se volviera a acostar diciendo:

-Cierra la puerta cuando salgas-.

-Está bien Carlos pero como no te apresures a levantarte mamá se verá obligada a bajarte de las orejas a desayunar- dije burlona disponiéndome a salir de la habitación cuando el idiota de mi hermano me lanzó una almohada en la cabeza.

-No me tientes idiota!-le dije cerrando la puerta de un portazo, sabía que ese ruido estaría en su resacosa cabeza durante un rato aunque al ver a mi madre aparecer de su habitación, que está justo al frente de la mía, con una enorme cara de enojo me arrepentí.

-Danielita! Una señorita ni tiene ese comportamiento, a demás como le des muy duro se desmonta la casa niña- dijo mi madre intentando parecer enojada aunque tenía una carcajada escondida en sus finos labios.

Realmente mi madre es hermosa, es de estatura baja, característica de sus parentescos mejicanos; pelo negro, largo y ondulado; unos ojos preciosos, negros como el carbón y brillantes como un diamante, adornados con unas larguísimas y curvadas pestañas; tez bronceada. Mi padre no fue idiota al casarse con ella, aunque mi padre tampoco se queda atrás, digamos que es el típico estadounidense musculado, blanquito, ojos color miel y cabello castaño, digamos que cuando salgo de paseo con ellos parezco adoptada.

Yo tengo una extraña mezcla entre ellos dos, cabello negro azabache como el de mi madre aunque era liso como el de mi padre, mi tez era bronceada aunque no tanto como mi madre y no tan albina como mi padre, tengo los ojos de mi padre con las pestañas de mi madre, la boca fina y bien perfilada, tampoco me descontentaba mi forma de ser simplemente vivía con ello. Mi hermano mayor, en cambio, era la replica de mi padre en versión moreno y mas chicano, al igual que mi hermano pequeño Eddie, dicen que Carlos era igual a él de pequeño aunque yo creo que es una leyenda urbana.

Entré al baño y me arreglé para bajar a desayunar en familia, como siempre ha sido gracias a la insistencia por parte de mi madre en hacer cosas juntos. En la mesa nunca había silencio, entre los chistes de mi padre, las gracias de Eddie, las peleas sin razón entre Carlos y yo sumado a la portadora de noticias de mi madre no se podía estar en silencio, a veces eso era un hecho de agradecer. Al morir mi abuela el año pasado, mi madre estaba muy triste por perder a su madre pero al seguir la rutina de siempre, la acabamos haciendo sonreír y mi padre le daba cariños. Ellos dos llevan juntos des de parvulario y aun siguen tan enamorados, admiro su amor, espero poder sentir ese mismo amor algún día.

Cuando acabamos de desayunar mi madre nos dijo que hoy nos reuniríamos con la tía (hermana de mi abuela, tía de mi madre) Gladis y con dos tíos míos porque tenían que contarnos cosas. Así que ese mediodía fuimos a la casa de la tía Gladis, se podría decir que durante el último año se había convertido como en nuestra abuela. Cuando llegamos nos recibió con unos enormes y cálidos abrazos y nos dirigimos hacía el salón dónde la gente nos recibió con caras largas, algo fuerte debía haber pasado. Estaban mis tíos con sus respectivas esposas y algunos primos. -Qué raro Pablo y Pedro nunca faltan a las reuniones... algo ha pasado...- pensé evadiendo totalmente la conversación entre los mayores.

Estuvimos hablando todos los primos en el jardín de tía Gladis hasta que mi tía salió al jardín para llamarnos para cenar. En la mesa nada era lo mismo, no había el mismo zurullo de siempre, la tía Gladis se aclaró la garganta y todos dirigimos la mirada hacía ella menos los pequeños que seguían con sus juegos.

-Os he llamado para deciros que lamentablemente Pedro y Pablo han cedido finalmente-dijo haciendo que la cara de mi madre cambiara totalmente a una seria.

¿Cedieron? ¿A qué? ¿Qué está pasando? ¿Por qué todo el mundo está serio? ¡No entiendo nada!

Aprendiendo a sonreír a tu lado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora