CAPÍTULO 7. Sentimientos nuevos.

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Antes de entrar en la habitación donde se encontraba mi madre con mi padre preferí entrar al baño y mojarme un poco la cara. Me miré en el espejo, no sé cómo me lo hacía pero me veía diferente, pasé mi mano por mi cara reparando en el entrecejo, mis rasgos no eran relajados y finos como solían ser, ahora no podía dejar de fruncir el ceño, intenté forzar una sonrisa pero sentía como la cara me estiraba al intentar hacerlo y cedí a la seriedad. Al mover el brazo sentí que me dolía el brazo y tenía un gran rasguño con sangre seca, iba del codo a la muñeca en diagonal debí hacérmelo cuando Edward me empujó y caí, me puse un poco de agua y salí de allí para dirigirme a la habitación.

Mi madre se encontraba hablando con Carlos y Edward fuera de la habitación y me dirigí a ellos, mi madre se fijó en mí y me recibió con un cálido abrazo.

-Hola mamá-dije respondiéndole al abrazo y hundiendo mi cara en su cuello-¡Te hemos echado de menos!-dije alejándome un poco de ella.

-Ay mi niña... ¡y yo a vosotros! ¿Habéis dormido bien?-preguntó acariciando el brazo de Edward y este me miró antes de asentir.

-Si mamá-dije mintiendo, me pasé la noche llorando-¿Cómo está papá? ¿Te han dicho algo más?-pregunté.

Mi madre volvió a poner cara seria- Sigue igual cariño... El doctor ha dicho que el hecho que haya pasado la noche le da más probabilidades de despertar-dijo intentando sonreír.

-Estoy seguro que despertará de nuevo, vuestro padre y marido se merece esta oportunidad-dijo Edward regalándonos una sonrisa que suavizó un poco el ambiente.

Estuvimos esperando mientras le hacían el chequeo rutinario a mi padre, cuando acabaron entramos y estuvimos todo el día con él, comimos en la cafetería del hospital y todo parecía estar bien, estuvimos toda la tarde dando vueltas por el hospital, ya que obligamos a nuestra madre a que se fuera un rato a descansar a casa y que volviera a la noche. Cuando llegó la noche mi madre llegó con la tía Gladis y Eddie estuvimos un rato con ellos, la tía Gladis lloró Eddie le explicaba a papá lo que había hecho durante el día ya que el doctor le dijo que su padre lo podía escuchar y esto lo emocionó mucho.

De camino a casa íbamos hablando y me sentía bastante bien si esta noche mi padre aguantaba a la mañana siguiente tenía más probabilidades de vivir. Cenamos todos juntos, los cuatro, Edward se sentó a mi lado y me puse nerviosa, no sé porqué me ponía así. Fuimos a dormir y me dirigí a la habitación de mis padres. Aquí viene lo duro, pensé pero entonces Carlos me detuvo.

-Dani hoy me toca a mí dormir con el peque, duerme en mi cama-Me dijo y al instante sentí como los nervios me invadían.

-No hace falta Carlos, en serio...- dije un poco sonrojada.

-Un trato es un trato-dijo empujándome a fuera de la habitación y tirándose encima de la cama al lado de Eddie.

-Buenas noches Carlos-dije entrando en mi habitación y encontrándome con Edward sin camiseta lo cual hizo que retirara la mirada inmediatamente y él lo notó.

-Tranquila puedes mirar, no pasa nada... A no ser que te moleste, me puedo poner una camiseta, en serio-dijo mirándome con una sonrisa pícara.

-Tranquilo está bien-dije subiéndome a la cama superior y mi patosidad me hizo resbalar y Edward me cogió de la cintura para ayudarme a subir, el simple contacto de sus manos con mi piel me erizó la piel.

-Gra-Gracias-dije mientras me acostaba en la cama acurrucándome en las sábanas.

-No hay de qué-dijo sonriendo y acostándose en la cama inferior, hubo un gran silencio.

-Daniela... Gracias, hoy estuviste bien, siento haberte metido en todo esto... En serio, lo siento muchísimo-dijo Edward rompiendo el silencio.

-Gracias, aunque te tendría que dar yo a ti las gracias, me protegiste a pesar de todo-dije un tanto vergonzosa.

-No podía permitir que te pasara nada, eres la hija del hombre que me salvó la vida, no me lo podría perdonar-dijo él. Así que soy la hija de la persona que le salvó la vida... solo eso... vale Daniela no te ilusiones, esas palabras retumbaban en mi cabeza.

-Gracias igualmente-dije seca y el silencio volvió a reinar, comencé a recordar todo y me vino a la cabeza una cosa en concreto.

-¿Edward?-Dije para asegurarme de que se mantenía despierto.

-mmm-gimió él.

-¿Dónde aprendiste a defenderte de esa manera?-pregunté haciendo que hubiera un gran silencio- Lo siento si me estoy entrometiendo...- no me dejó acabar la frase.

-Está bien tranquila, des de que era pequeño mi padre me entrenaba para poder defenderme, digamos que mientras los niños corrían y jugaban en el parque yo me pasaba el día con mi padre trabajando tácticas de defensa personal mezclando artes marciales, después aprendía a manejar las diferentes armas, des de arcos hasta pistolas y catanas, por eso agarré la bolsa de armas de mi padre, aunque espero no utilizarla mucho... no me gustan las armas-dijo, sentí un poco de compasión por él, mientras yo me columpiaba el hacía esto... pobre niño.

-Ah... pues te defiendes muy bien-dije intentando suavizar un poco.

-Jajajajaja si bueno es lo que tiene-dijo un poco divertido.

-Bueno duerme bien Edward-dije suspirando y cerrando los ojos.

-Llámame Ed y yo te llamo Dani, princesa-dijo en un tono divertido.

-Está bien-dije sonrojándome suerte que la oscuridad y las camas que nos separaban no le dejaba observarme- Buenas noches Ed-dije corrigiéndome.

-Buenas noches bonita, duerme bien-dijo y escuché como se acurrucaba entre las sábanas. Después caí dormida y fue la primera noche que soñé con él y con lo segura y protegida que me sentía en sus brazos.

Aprendiendo a sonreír a tu lado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora