CAPÍTULO 8. Pequeño rayo de luz.

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CAPÍTULO 8.

Los días iban pasando nos acostumbramos a vivir sin mamá ya que se pasaba los datos en el hospital, Carlos se hizo mucho con Ed y ¿él y yo? Bueno... digamos que bastante bien, hablábamos mucho y teníamos gustos en común, Eddie se estaba encariñando con él, todos nos estábamos encariñado de él, hasta mamá y la tía Gladis.

Exactamente hoy han pasado tres semanas des de el disparo y papá aun no despierta, todos estamos desesperados por que despierte, mamá está prendiendo las esperanzas pero entre todos hacemos piña y nos consolamos. Hace unos días vimos a nuestros primos, lucen muy diferentes, les explicamos lo sucedido y no se han preocupado de pasar por el hospital, de hecho Pablo respondió "No debería haberse metido entre hermanos de banda, es su culpa estar así", esas palabras me dolieron muchísimo, des de entonces no hemos vuelto a hablar, me da miedo que un día se encuentren con Ed y le hagan algo.

Hoy es un día rutinario, me desperté y me levanté de la litera, cogí una almohada y se la tiré a Ed en la cara.

-Buenos días dormilón-dije calmada, él solo se revolvió en las sábanas y sonreí, sí ahora sonrío un poco más, pero no me ilusiono mucho porqué no sé si realmente durará. Entré a la habitación de mis padres y me tiré encima de Carlos y Eddie haciéndoles cosquillas, me levanté y preparé el desayuno, hoy me sentía bien, no súper feliz, pero me encontraba bien. Desayunamos y nos arreglamos para ir al hospital, más que nada para hacer compañía a mamá. Cuando estuve lista salí al salón pero solo me encontré con Ed, supuse que Carlos aún estaría cambiándose.

-¿Ya estás listo?-pregunté a Ed.

-Si-dijo sonriendo y yo le sonreí de vuelta- Me gusta que sonrías, te ves linda haciéndolo-dijo llevando su mano a mi cara y sobando su pulgar con mi mejilla, me ruboricé al acto y a los dos segundos salió mi hermano de la habitación haciendo que nos separáramos al instante, nos miró con cara extraña.

-¿Qué pasa?-Dijo él divertido-Nada-dijo Ed llevando sus manos a la espalda y sonriendo como si de un niño bueno se tratara- Está bien ¡Vámonos!-dijo cogiendo las llaves del coche y dirigiéndose a la salida.

Cuando llegamos al hospital, entramos en la habitación, saludé a mi madre y poco después se fue a desayunar y los tres chicos la acompañaron, yo me quedé con papá. Me acerqué a él.

-Hola papá-dije mientras le cogía la mano-¿Sabes Edward?-esperé como si me fuera a contestar y seguí hablando-pues... creo que me empieza a gustar, no lo sé... Como aquella vez que te conté que me gustaba Juan de mi clase de física, me aconsejaste tantas cosas y todo salió tan bien-dije apretando su mano-y ahora... que de alguna manera no estás aquí... te echo tanto de menos-dije mientras caían las lagrimas de mis ojos y mojaba su mano, de repente sentí como su mano me limpiaba las lágrimas de la cara.

-¡Papá!-dije sonriendo y abalanzándome sobre él.

-Te quiero cariño-dijo él haciendo un esfuerzo.

-Papá voy a llamar al médico por favor mantente despierto-le dije besando su mejilla y él asintió, después salí al pasillo y pedí por un médico. Mientras le hacían un chequeo no podía parar de sonreír ¡Los demás! Pensé y salí corriendo a buscarlos, cuando los encontré casi no podía hablar, me costaba respirar pero cuando lo solté todos salimos corriendo a la habitación de papá, cuando llegamos todavía no podíamos entrar, miré por la ventana y ví que aún estaba despierto, hablaba con el doctor y este le extendió unos papeles, los cuales mi padre firmó con seriedad ¿Qué eran esos papeles? ¿A qué viene esa seriedad? ¡Daba igual! Mi padre estaba despierto y me sentía feliz.

Acabaron de hacer el chequeo y entramos despacio a la habitación.

-¿Sam?-dijo mi madre incrédula.

-Jessica estoy despierto, estoy aquí-dijo sonriendo y con unas lagrimas en los ojos, mi madre no dijo nada más y se lanzó a besarlo como si no hubiera mañana después nos acercamos a él y lo abrazamos menos Edward que se quedó al margen, mi madre se separó de mi padre un momento y se dirigió a Ed y lo acercó un poco más a mi padre.

-Cariño, este es Edward el chico al que le salvaste la vida-dijo mi madre con una gran sonrisa y mi padre le devolvió otra más grande.-Él llamo a la ambulancia, intentó parar la hemorragia y él... él es el que te ha estado pagando los gastos médicos más allá de lo que cubre el seguro.

No me lo podía creer, el solo sonreía algo avergonzado ¿y yo ahora le tenía que agradecer aún más?

-Acércate Edward-dijo mi padre con su gran voz varonil, él se acercó y mi padre tomó su mano.

-Muchas gracias Edward-dijo mi padre.

-Señor las gracias se las tengo que dar yo, si no fuera por usted ahora estaría muerto y si pudiera le cambiaría el sitio, usted tiene una hermosa y gran familia y yo... ya no tengo a nadie, gracias a su familia tengo un sitio en el que me comienzo a sentir como en casa, tampoco me gusta sentirme como una molestia así que cuando pueda me iré de su casa-dijo Ed.

-Llámame Sam, si me tratas de usted me siento muy viejo-dijo mi padre sacándole una sonrisa a Ed.

-Edward, mírame-dijo mi padre y este lo miró-No me arrepiento ahora ni lo haré nunca, si tuviera que volver a intervenir otra bala, lo haría, no te sientas culpable yo decidí hacerlo, tú tienes toda una vida por delante y si yo podía ayudar esa era la manera de hacerlo, pero por favor deja las bandas-dijo mi padre adoptando un tono más serio.

Edward sonrió y le explicó a mi padre lo que realmente había pasado aquella noche. Mi padre sonrió orgulloso de cómo lo había llevado, comenzamos a hablar todos, me sentía realmente feliz y sentía como poco a poco me iba llenando.

-¡Hijo mío! A partir de hoy te adoptamos en nuestra familia-dijo mi padre al saber que Ed era de su mismo equipo de futbol, todos reímos-Ahora en serio, puedes quedarte toda la vida con nosotros-dijo mi padre dándole unas palmadas en la espalda.

-Muchas gracias Sam-dijo Ed sonriendo.

-¡Papi! ¡Papi!-decía Eddie reclamando su atención y mi padre lo abrazó.

-Como te quiero pequeño-dijo mi padre besando su cabeza.

-Cariño ahora que tenemos otro hijo deberíamos buscar una casa más grande ¿No?-dijo mi padre con una sonrisa burlona.

-¡Claro!-dijo mi madre con una gran sonrisa.

-Ahora en serio...-dijo mi padre tomando una compostura seria-Si esto no dura... Quiero que rehagáis vuestras vidas, mudaros de casa, empezad de cero y recordad lo mucho que os quiero ahora y siempre, y ahora Edward tu formas parte de su vida y de la mía serás un pequeño hombrecito más que deberá cuidar la casa-dijo mi padre y este asentía. ¿Por qué decía esto mi padre? Si ya había despertado todo lo demás seria toser y cantar ¿No?

Pasamos el día con mi padre, todo era tan bonito con todos juntos. A la tarde vino la tía Gladis con mis tíos. Entrando la noche un hombre con una chupa negra entró preguntando por mi padre, su cara me era familiar, aunque no creía haberlo visto antes, mi madre al verlo se quedó boquiabierta

Aprendiendo a sonreír a tu lado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora