CAPÍTULO 6. Yo te salvaré.

26 0 0
                                    

-Mierda-susurró y se puso delante de mí, mi corazón iba a mil por hora, estaba muy asustada no tenía ni idea de lo que podría pasar.- Quédate detrás de mi en todo momento ¿Vale? No tengas miedo pequeña-dijo sacándome de mis pensamientos mientras que abría la bolsa negra que había sacado del armario de su padre, dentro habían muchas armas, me asusté muchísimo, cogió una pistola que había en la bolsa y comenzó a avanzar con un brazo rodeando la parte derecha de mi brazo. Bajamos las escaleras y escuchamos otro ruido en el salón, de repente aparecieron dos muchachos vestidos de negro y con una bandana negra y morada.

-kings of the street- susurré en voz baja sin querer.

-Vaya, vaya he aquí el princeso Edward-dijo el más alto empuñando una navaja en la mano señalando a Edward que mantenía su brazo a mi lado y bajo su mano hasta coger la mía, sentí un escalofrío al contacto y vi que en la otra mano mantenía la pistola escondida en su espalda. El otro chico dirigió su mirada a mí y me recorrió con una mirada asquerosa de arriba abajo.

-Y tiene a una perra con él-dijo el que me miraba. Sentí como me hervía la sangre, nunca había soportado que me hablaran así.

-¡Perra tu madre!-Le grité y Edward apretó con fuerza mi mano.-Mantente ahí Daniela-me dijo en voz baja y me llevó contra su espalda, mi corazón iba a mil.

-No me seas vieja y habla en voz alta como un hombre-dijo otra vez el más bajo.

-Iros de mí casa si no queréis acabar mal-dijo Edward desafiándolos con la mirada.

-¿Qué me vas a hacer tu a mí? Ya viste como acabó el viejales de anoche y cómo acabó tu padre aquella noche-dijo el más alto con una sonrisa en la cara, sentí como mi corazón latía mucho más fuerte, tenía ganas matarlo, golpearlo y decirle de todo pero creo que Edward sintió como se me aceleraba el pulso porqué inmediatamente me apretó hacía él y alzó su mano apuntándolo con la pistola al pecho mientras que el otro alzo otra navaja apuntándome a mi esta vez.

-Primero morirás tú cabrón-dijo Edward, pude sentir como su respiración iba más y más rápido, puse una mano en su cintura dándole a entender que se calmara y bajó el arma.

-Os dejo ir pero dejadme en paz de una vez-dijo Edward y después los dos intrusos comenzaron a reír.

-No manches princeso-dijo el más bajo a carcajadas, me enfurismé tanto que aparte la mano de la cintura de Edward y la llevé al bolso negro sacándo de el un revólver, nunca en mi vida había utilizado una arma pero no pensaba lo que hacía, levanté el brazo rápidamente apuntando al mas bajo en su cabeza.

-¡Cállate la maldita boca enano de jardín!-dije agitando el revólver.

-Controla a tu puta princesa o acabará en el suelo haciendo su trabajo-dijo éste.

-¡Ni se te ocurra volver a hablarle así-no dejé que Edward acabara y disparé al enano en la pierna. El más alto se avalanzó sobre Edward y este me empujó lejos de él y acabé en el suelo. El enano se reorcía de dolor en el suelo mientras que Edward luchaba con el más alto, pudo acorralarlo fácilmente, era muy ágil. Lo puso boca abajo y lo cogió del pelo.

-Largaros ahora y decidle a vuestro jefe que no me busque más, que se olvide de mí o acabo con todos ustedes uno por uno...-dijo Edward, estaba furioso, realmente sus palabras me asustaron mucho, tanto que un escalofrío recorrió mi espalda.

-No podrás hacerlo princeso, esto no quedará así y lo sabes pero ahora dejame irme manito-dijo éste con unas lágrimas en los ojos, Edward cogió su cabeza con fuerza y la golpeó contra el suelo y este quedó inconsciente al acto, como su compañero que hacía rato que se había desmayado. Edward mantenía la mirada baja apretando sus puños, se acercó a mi y yo me retiré, tenía miedo, me agarró la mano con fuerza y me llevó al patio delantero y se paró en seco, no soltaba mi mano y comenzó a mover sus hombros de arriba abajo por lo excitado que estaba, yo solo abrazé su mano con mis dos manos y alzó su mirada a mí, tenía unos ojos penetrantes, no podía dejar de mirarle aunque tenía los nervios a flor de piel no pude evitar una lagrima de la alteración que traía encima, el pestañeó como si eso le hubiera echo volver a la tranquilidad alzó su mano con suavidad y la llevó a mi cara para quitar mi lágrima con el pulgar, poco a poco fue acercándose a mí, podía sentír su respiración en mi cara, choco nuestras frentes y cerramos los ojos ambos y pude sentir como sus labios se posaron sobre mi frente para después abrazarme, no pude evitarlo y rompí a llorar, pude sentirme a salvo en sus brazos.

-Gracias-dije entre sollozos, él no respondió solo me apretó con un poco más de fuerza hacía él.

A lo lejos vimos el coche de Carlos y corrimos a la carretera, casi no dejamos que Carlos frenara y nos subimos rápido no podíamos estar mucho tiempo más allí, si los dos muchachos despretában podría suceder algo catastrófico.

-¿Qué pasó allí a dentro?-preguntó Carlos al vernos tan exaltados, Edward fue el encargado de explicarle todo lo sucedido, yo aún no podía estar del todo tranquila, me apoyé en la ventana y me sumergí en mis pensamientos.

Sus brazos me protegían de todo lo ocurrido y me hicieron sentir a salvo... Sus ojos penetrantes sobre los míos, el roce de sus labios sobre mi frente... No podía dejar de pensar en lo que había sucedido mientras íbamos de camino al hospital. He disparado por primera vez, le he hecho daño a un hombre, no me reconocía en este momento. ¿Yo? ¿pensando en un chico y disparando a un hombre? ¿cómo la noche de ayer me pudo cambiar tan rápido? Pensé y el coche se estacionó delante del hospital.

-Bien, escuchadme, Eddie está con la tía Gladis y lo traerá al hospital esta noche-dijo Carlos mirándonos a los dos- Y es mejor que mamá no sepa nada de lo que ha sucedido hoy Daniela-dijo mi hermano poniendo cara de preocupación.

-Está bien-dije abriendo la puerta del coche.

Aprendiendo a sonreír a tu lado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora