CAPÍTULO 2. Descubriendo verdades.

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-¿De qué hablan?-dije con cierto tono de frustración.

-Han aceptado entrar en los kings of town, la banda les prometió cuidar de su familia si entraban... y ellos cedieron- dijo mi tío, padre ambos, triste.

-Nuestra economía va mal y Pablo y Pedro decidieron hacerse responsables de ello-dijo mi tía tragándose el nudo que se le había echo en la garganta y después siguió hablando- Hacía meses que los habían fichado y los perseguían pero al decirles que deberíamos regresar México si no mejoraban las cosas... ellos se hicieron responsables de nuestro sueño americano-acabó de decir mi tía al borde del llanto y mi madre se levantó a abrazar a todos ellos.

-ten cuidado Jessi, no dejes que tus hijos caigan en ello- dijo mirándola y se giró hacía mi hermano y a mí- no se dejen llevar, no les crean cuando les digan que están predestinados a entrar, tengan sentido común y salven sus futuros de la cárcel...-dijo mirándonos firmemente yo solo pude asentir pero mi hermano apretó la mandíbula y salió al patio enojado, nadie lo siguió ni siquiera yo, estaba demasiado sumergida en mis pensamientos.

No puedo creer esto, ellos son increíbles y llegaron a esto por su familia... ¿cabe la posibilidad que mi hermano caiga? ¡Por Dios! ¡No! Por favor no dejes que eso ocurra... ¿y yo? ¿Me dejaré arrastrar por mi destino? ¿Ese es el destino que me ha impuesto la sociedad? Sé que la economía de nuestra familia va mal pero ¿llegaría a ese punto? Lo que más me preocupa es saber que no tengo la respuesta, mis padres no lo permitirían. Saliendo de mis pensamientos me dirigí al patio justo cuando se abrió la puerta de entrada sin que me importara quien acababa de llegar. En el patio me encontré a mi hermano sentado en el césped apoyado junto a la pared y con el puño apretado contra el césped.

-¿Carlos?- dije en voz baja a lo que el respondió con un gemido evitando mirarme a la cara, me senté a su lado.

-¿Te encuentras bien?- dije mirándolo.

-es mi culpa... yo sabía que los seguían y no les advertí de todo lo que trae esta majadería... ¡Tremendos idiotas! Se han condenado para toda su vida.... ¿No se dan cuenta que no podrán salir de allí porque si no los matarán a golpes? ¡Imbéciles!-Dijo Carlos enfurismado aunque con lagrimas en los ojos. Yo solo le cogí la mano para hacerle saber que estaba allí él se tranquilizó y me miró con los ojos húmedos.

-No me permitas hacerlo por favor... y tu tampoco. Nuestra familia es fuerte y podemos con todo, mamá, papá, Eddie, tú y yo, juntos.-dijo mi hermano y yo asentí con lágrimas en mis ojos.

Estuvimos un buen rato en el viejo jardín en silencio, no necesitábamos nada más... tan solo tranquilidad.

Estuvimos en silencio un rato más hasta que el oxidado ruido de la puerta nos sacó de nuestros pensamientos, acto seguido unos brazos nos rodearon, era mi papá.

-Os quiero y pase lo que pase en la familia siempre nos tendremos los unos a los otros, nosotros somos la familia no una banda de delincuentes que promete cuidar de la familia a cambio de su esclavitud... y salir de ello es horrible-dijo mi padre tragando saliva y nosotros lo miramos asintiendo- yo... yo estuve en una banda juvenil y me metí en el tráfico... es horrible, para salir de ello me tenía que dejar dar una paliza, yo lo hice y acabé en coma un mes, mi hermano no la soportó y pidió que parasen, él se quedo en la banda... dejé de saber de él, rechazaba mis llamadas, desapareció de mi vida sin dejarme decirle cuanto lo quería y que iba estar a su lado a pesar de todo...-dijo mi padre derramando unas cuantas lágrimas, nos abrazó y nosotros a él. Saber la historia de mi padre me dejó aún más claro que no quería pertenecer a ese mundo.

Después de un largo rato en el jardín entramos en la casa encontrándonos con nuestros primos, venían vestidos con chupas de cuero y con una bandana morada y negra. ¿Cómo pueden dos personas cambiar tanto su aspecto en tan poco tiempo? Al verlos me lancé a abrazarlos a lo que ellos respondieron, al menos no habían cambiado su carácter aún.

Hablamos con ellos un buen rato y nos contaron que no eran tan malos, que los integrantes de la banda eran una familia... Me equivocaba, les habían lavado el cerebro.

-De pequeños nos prometimos ser buenos y ser fieles a nuestra familia, pero a NUESTRA familia de sangre, a la de siempre...-dije mirándolos a los ojos sin evitar llorar, estaba enfadada con ellos.

-Lo seguimos siendo Dani, esto no cambia nada- me dijo Pablo, pero era mentira todo, absolutamente todo había cambiado, me enfadé tanto que salí dando un portazo y me senté en las escaleras de afuera. Poco después salieron mis primos a hablar conmigo.

-Daniela.. no queremos que te enfades por ello, siempre seremos nosotros, esto es por el bien de nuestra familia, te queremos-dijo Pedro y ambos me abrazaron, estuvimos hablando un buen rato y yo simplemente desistí de hacerles cambiar de idea, los dos son igual de cabezones y eso viene de familia.

Después de esa intensa noche en la casa de tía Gladis era hora de volver a casa, nos despedimos de la familia, entramos en el coche y despedimos a todos otra vez con la mano. Mi padre conducía, mis dos hermanos dormían, mi madre hablaba con mi padre mientras que yo miraba por la ventana. Nos esperaba un largo camino, estábamos lejos de casa en un barrio peligroso, no era buena idea volver tan tarde. Cuando entramos en la calle principal del East part nos encontramos con una aglomeración de gente gritando y haciendo mucho escándalo, no nos dejaban pasar. Mi padre tocó el claxon varias veces pero no nos dejaban pasar y no había ninguna otra salida. Mi padre nos miró a mi madre y a mi y abrió la puerta para bajar, se dirigió hacia la aglomeración y a los segundos esta se lo tragó, mi madre y yo nos mirábamos preocupadas. Pasaban los minutos y mi padre no volvía, tenía una extraña sensación en el estómago. Pasaron los minutos y de repente se escuchó un gran estruendo, todos en el coche saltamos del susto e inmediatamente salimos de él y nos dirigimos a la aglomeración que en esos momentos se dispersaba rápidamente, poco a poco veíamos el foco donde todo el mundo donde todo el mundo estaba mirando hace unos minutos. Allí yacía mi padre, tumbado sobre un gran charco de sangre en el suelo, a su lado había un chico que estaba sentado a su lado intentando taparle la herida con la mano, todos corrimos hacía el, su mirada estaba perdida y cuando todos estábamos agachados a su lado comenzó a escupir sangre. Mi corazón estaba roto al ver esa imagen, mi padre en el suelo, mi madre llorando y diciendo lo mucho que lo quiere, mi hermano mayor llorando mientras cargaba al pequeño Eddie que aún dormía y yo... de pie sin hacer nada mas que llorar y sentir como mi corazón se encogía, todo parecía ir a cámara lenta, vi como el chico de unos diecisiete años de edad cogió su móvil y llamaba a la ambulancia mientras que mi padre apenas podía respirar.

Aprendiendo a sonreír a tu lado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora