Capítulo 3

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Estaba sumida en un sueño donde yo era niña y estaba corriendo en el jardín trasero del castillo cuando de repente tropecé con una piedra y llore porque se me ensartaron piedritas en las rodillas y mamá vino corriendo a verme.
-¿Qué te paso amor?.-decía mi mamá.
-Me caí tenía miedo de esa gente.-dije sorbiendo mi nariz, ese día habían llegado unas personas del hospital a instalar unos equipos en el cuarto de mis padres y yo tenía miedo.
-Amor no siempre tendrás que huir de las cosas habrá un día donde te harán daño pero tu tienes que salir adelante pase lo que pase, en un futuro tú serás una reina ejemplar.-decía mamá con los ojos llorosos.
-Mami nunca me dejes.-dije aferrándome a ella muy fuerte. -Nunca mi princesa, nunca te dejaré lo prometo.-dijo dándome el abrazo más fuerte y con sentimientos que pude tener, sin saber que esa noche ella moriría por un infarto debido al maldito cáncer que tenía en el corazón.
Ella me dejó y había prometido no hacerlo a como yo prometí nunca escapar de las cosas, pero como ven ninguna de las dos cumplió esa promesa, hubo un tiempo donde fui la princesa rebelde odie ami madre por haberme abandonado, odie a todos, salía cada noche de fiesta, me drogaba, me metía con todos los hombres de los lugares sin importar que,  hasta que un día me di cuenta de todo el daño que me estaba haciendo, fui hasta la tumba de mi madre y le lloré y le pedí perdón.
Pero hay cosas que nunca cambian como escapar a todo lo que le temo, ya me había despertado y estaba sumida en mis pensamientos hasta que una azafata vino a interrumpir.
-Señorita abrochece el cinturón ya vamos a aterrizar.-dijo la señora de unos treinta y tantos.
-Oh..si claro disculpe.-dije asegurandome preparándome para el aterrizaje,  cuando menos lo pensé ya estaba en tierra neoyorquina y apunto de salir del avión.
Ya en el aeropuerto estaba recogiendo mis maletas y en busca de un taxi que me llevara al penhause para hací descansar un buen rato, pero mi suerte están mala que ni un condenado taxi pasaba, valla mi suerte.

Nuestra suerte dirás

Acaso te pregunte porque no te callas

Porque no se me da la gana

Pues me harías un enorme favor sabes

, claro como digas gruñona.

Y así es como tienes una emotiva plática con tu querida conciencia. Al cabo de unos minutos siempre si termine encontrando un taxi que me llevará a mi nuevo hogar. Sin darme cuenta ya estaba frente al edificio donde estaba mi casa según yo, le pague al taxista y baje mis maletas entrando al lobby del edificio ya una vez dentro camine hacia el ascensor donde marcaría el penúltimo piso, según investigue el último piso era del dueño del edificio y era un amargado que no hablaba con nadie.
Ya una vez en el penúltimo piso me di cuenta que todo el piso era mío y esta cosa era inmensa más grande de lo que vi en imágenes.
Fui ami habitación en el segundo piso, lo bueno era que ya venia amueblado y me ahorraría el comprar todos esos muebles, ya una vez ahí deje mis maletas en el armario que era gigante y me tire en mi cama ya después buscaría que hacer, pero como mi vida están hermosa(nótese el sarcasmo), al saber que estúpido estaba tocando mi puerta como desenfrenado.
-YA VOOOOOOOOOYYYY-grite caminando a la puerta principal.
Lo que no imagine era ver al encargado del edificio con un gigante ramo de orquídeas y una canasta de chocolates.-Waoooo yo no pedí nada.-dije viendo todo eso.
-No se preocupe señorita es de parte del señor Cox.-dijo el buen señor que si mal no miro se llama Miguel.
-Y quién demonios es ese "señor cox".-dije haciendo comillas.
-Es el dueño del edificio, y una de las personas más importantes de New York, dentro de poco será heredero de la fortuna de su padre.-hablaba y hablaba Miguel ya hasta me estaba durmiendo, bueno momento de terminar está charla quiero conocer los alrededores.
-Oh...gracias Miguel y dale las gracias a ese "señor" ah y dame eso.-dije tomando todo y cerrando la puerta.
Después de esa tan entretenida conversación decidí salir a caminar así que me cambie de ropa por unos jeans rasgados y una camisa manga tres cuartos a cuadros con mis adidas negras y un bolso con dinero y todo lo necesario y salí.
¡AH CONOCER NEW YORK SE HA DICHO!

Una Princesa En New YorkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora