"No, rotundamente no." Esas fueron las primeras palabras que salieron de la boca de Nicoletta cuando su padre anunció que iría a vivir a las Highlands.
-No es decisión tuya, Nicoletta-fue la respuesta de su padre, Angelo.
-¿Escocia? ¿Por qué? Es un país de hombre rudos, es frío e inhóspito, es todo lo contrario a esto-Contestó la muchacha señalando a su alrededor.
Se encontraban en el antiguo caserón de sus abuelos. Un sitio que no daba como para poder considerarse mansión, pero sí para que no se les considerara simples campesinos. Era el hogar al que Nicoletta deseaba regresar cuando su padre decidiera dejar la vida de mercader, aquel lugar era perfecto para ella. Situado en la Toscana italiana, no muy lejos de Florencia, donde el clima era cálido y los cielos permanecían despejados. Aquel lugar había pertenecido un día a su abuelo, hasta que este decidió dedicarse a ser un mercader, profesión que su padre había continuado durante toda su vida pero que, finalmente y tras amasar una inmensa fortuna, había dejado abandonar.
-Mandé construir un palacete a las afueras de Glasgow, casi está listo, te gustará. Tu misma dijiste que extrañabas la nieve.
-¡Eso no significa que quiera pasarme tres cuartas partes de año enterrada en ella!-explotó la muchacha.
-Seamos realistas, hija mía-murmuró Angelo intentado no perder la calma con su temperamental primogénita-. Ningún noble italiano está interesado en ti. Así no podremos casarte con nadie digno.
-Si me caso-gruño ella furiosa-, será por amor. No pienso casarme para tener un estúpido título nobiliario.
-Nicci, cara mia-susurró su madre-, lo hacemos por tu bien. Nosotros nos hacemos mayores, no podremos cuidar de ti siempre.
-¡Puedo cuidarme yo solita!-gritó la muchacha antes de abandonar la estancia.
-Eleonora... ¿Qué vamos a hacer con ella?-preguntó Angelo.
-No le queda más remedio que aceptar nuestra decisión. Tenemos cuatro hijas a las que proteger, amore mio.
Nicoletta corrió hasta las cuadras y, casi si detenerse, sacó a su yegua, Farfalla, y montó. Cabalgó durante horas por los campos despejados de la Toscana y llegó a orillas del río Arno. Dejó que el animal bebiera agua mientras ella se derrumbaba en suelo y lloraba. No lloraba por los amigos a los que no volvería a ver, pues no tenía verdaderos amigos, no lloraba porque fuera a extrañar la Toscana, que lo haría, pero estaba tan acostumbrada a vivir en el camino que sabría soportarlo. No, lloraba porque sabía lo que significaba aquello. Su padre tenía el dinero suficiente como para poder ofrecer una dote muy sustanciosa tanto por ella como por sus tres hermana y con la venta del caserón de sus abuelos y sus tierras podría costear el viaje a Escocia y el palacete que se construiría. Y todo ello por conseguir casarlas, porque las cuatro quedaría desamparadas en el momento en que su padre falleciera.
Cuando escuchó el trote de dos caballos que se acercaban Nicoletta se enjugó las lágrimas y se puso de pie. Sus dos hermanas, las gemelas Cassandra y Catarina, se dirigían hacia ella. Sentada delante de Cassandra estaba Liliana, la menor de las hermanas.
-Nicci-la llamó Catarina-. ¿Estás bien?
Las tres bajaron de sus caballo y la pequeña su abalanzó sobre Nicoletta que musitó
-Cassi, Cat... Estoy perfectamente, yo sólo... No estoy preparada.
-Nicci-dijo Catarina, la voz de la razón-, pronto cumplirás veinte años. Tienes que admitir que lo que tienes que hacer ahora es casarte. ¿Qué vas a hacer si no? Cuando nuestros padres no estén, ¿qué harás? ¿Ir a un convento? No puedes vivir tú sola, sin marido ni padre ni hermano que te cuide. Y ya sé-dijo cuando vio como su hermana mayor abría la boca-, que tu puedes cuidarte sola, que padre te instruyó en el arte de la batalla para que nos defendieras porque él solo no podía. Pero eso no te hace independiente a ojos de la sociedad, por mucho que nos cueste admitirlo es así.
Nicoletta a veces odiaba que su hermana con solo quince tiernos años fuera tan madura y sensata. Asintió levemente, no tenía más opción. Entonces la manita de Liliana, que estaba en sus brazos, le tocó la cara y esta dijo:
-Has llorado... ¿Estás triste porque nos vamos a Escocia? ¿O porque tienes que casarte?
-Un poco por ambas, bellissima Lili-susurró a la niña, terriblemente inteligente a pesar de solo tener tres años-. Pero no te preocupes, ya estoy bien.
-Vamos, hermanita-la animó Cassandra-. ¿Quién sabe lo que pasará allí? Quizá conozcas a un apuesto highlander y os enamoráis perdidamente. Un hombre rudo y protector del norte, pero a la vez tierno y cálido contigo. Además estoy segura de que serás la primera en desposarse, no solo porque seas la mayor, sino por que eres tan hermosa como inteligente. ¡Hablas cinco idiomas!
Nicoletta rió, Cassi vivía en su propio mundo de cuento de hadas en que tarde o temprano aparecería un caballero con armadura de dorada y la haría la esposa mas dichosa y enamorada sobre la faz de la tierra. Nicci temía el día en que su hermana se estrellara de las nubes contra el suelo y viera la realidad.
-Sí, quizá tenga suerte. Aunque más bien son cuatro. El francés no lo domino.
-Italiano, Inglés, Gaélico y Español-enumeró Cassi-. Me parece más que suficiente. Y sabrías más si hubieras seguido practicando con tantos otros que tuviste que aprender para ayudar a nuestro padre.
Nicoletta sonrió con complicidad a su Cassandra y las cuatro hermanas volvieron juntas al caserón. Un mes más tarde todo estaba dispuesto para la marcha de la familia D'Amico. Cruzarían los Alpes y media Europa hasta llegar al Paso de Calais, luego tomaría un barco que los llevaría hasta Inglaterra, la cual tendrían que cruzar enterita para llegar a Escocia. Otra familia se habría amedrentado ante tal viaje, pero no los D'Amico. Habían pasado su vida viajando, había conocido Europa y Asia comprando y vendiendo. No, el viaje no les asustaba, pasaron meses en camino y días en barco. Y casi ni se inmutaron, nadie se quejó, ni la pequeña Liliana.
Nicoletta en parte estaba encantada, tenían que tomar un barco y a ella le encantaba navegar. Pasó todo el tiempo que puedo en cubierta, disfrutando de la brisa marina corriendo a través de su cabellos castaño claro. Sus ojos verde se fijaron en el horizonte, donde ya se advertía la costa de Inglaterra y se preguntó que le depararía el futuro.
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Maldito highlander
RomansaNicoletta D'Amico es la hija de un mercader italiano. Tras toda su vida recorriendo Europa la familia D'Amico se instalará en las Highlands escocesas, lejos de la amada Toscana de Nicoletta. Sencilla pero brava, Nicoletta es una muchacha de armas to...