Tony

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Tony

Mamá sube a mi habitación el miércoles. Ella me dice con una sonrisa triste que tengo visita.

Sí, estuve en el hospital el domingo y el lunes.

Esto fue lo que paso:

Mamá me da mi abrigo. —Vamos, Tony. —Acaricia mi mejilla—. Será divertido ir con los abuelos, además tus primos estarán ahí. Ya sea que siempre te digo como son familia y deben tener comunicación.

La sigo al auto y me dejo caer en el asiento con fuerza. No quiero ir pero a ella no le interesa.

Después de conducir por casi una hora, nos detenemos. Mis abuelos salen a recibirnos y aunque mi abuela me abraza, mi abuelo me da una mirada fría. — ¿Aun no haces ejercicio, Tony?

Niego, pero no le hablo. La verdad, mi abuelo me da un poco de miedo.

Mi abuela me sienta a un lado de ella y sigue ofreciéndome comida. Dice que debo comer para crecer y porque estoy muy flaco. Mi abuelo niega cuando no me como las zanahorias del plato.

Mamá se acerca a mí y susurra: —Ve con tus primos.

Mis primos tienen casi la misma edad que yo. Son siete, dos chicas y el resto chicos. Ellos son todo lo contrario a mí, siempre están haciendo ejercicio y publicando estupideces en sus páginas de internet. Uno de mis primos, Jerrald, siempre sube fotos de él mostrando sus abdominales. Mis primas siempre me miran y se ríen de mí. Soy un desubicado entre ellos.

Mi mamá tiene cuatro hermanos y así es como surgieron todos ellos. La verdad, soy el único que no encaja. Ellos se reúnen varias veces para salir y se llevan bien entre ellos. Las dos chicas no son hermanas pero parecieran que lo son. Los chicos siempre se toman fotos juntos en algún campo o en alguna fiesta.

Yo soy la oveja negra de mi familia.

Me siento en un sofá, apartado de todos ellos pero Lissa me mira y niega con una sonrisa burlona. — ¿Aun no creces?

Ella tiene dieciséis años pero es tan molesta.

Jerrald se sienta a mi lado. — ¿Qué hay, Tony?

Me encojo de hombros. Mi otro primo, Emerson, se sienta del otro lado y me da un empujón. —Sigues siendo mudo, ¿No?

Aclaro mi garganta pero no puedo responderles. Mi prima, Emily, se queda parada frente a mí. — ¿A qué escuela vas?

—No recuerdo su nombre. —Logro decir. Es cierto, no lo hago.

Ella rueda los ojos. —Ah, ¿Y no te da miedo? Te da miedo todo.

Me siento nervioso. Mis palmas comienzan a sudar y me está costando tragar. Mi corazón se acelera mientras ellos siguen preguntando cosas como: "¿Tienes amigos?" "¿Qué harás después de graduarte?" no puedo responderles y ellos lo saben. Siempre ha sido así.

En navidad, se robaban algunos de mis juguetes y no podía hacer nada al respecto. En mi cumpleaños, ellos se llevaban los pedazos más grandes de pastel.

Ahora pasaron a los insultos. Solo Mica es el único que no dice nada, pero tampoco evita esto. Él es de los suyos. No es mi amigo y no le importa que yo sea de su familia.

Ellos sueltan pequeñas risas y todo me da vueltas. Me estoy mareando y el aire me está faltando. Sé que te he dicho que soy flaco, pues no soy todo huesos. Soy delgado, soy alto y no llevo delineador negro. La gente piensa que soy normal hasta que se dan cuenta que no puedo hablar frente a la gente que no deja de observarme.

Rachel, Tony & TerryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora