La victoria del elegido

1.4K 105 39
                                    



Snape se apartó inmediatamente de la serpiente que, en el piso, comenzaba a atacar a diestra y siniestra. En ese momento los Granger llegaron acompañados por los señores Weasley. Los Muggles estaban ahora bajo el hechizo de protección que les arrojó Dumbledore y que era más poderoso de los que le habían arrojado los aurores. Los Weasley los habían llevado allí porque necesitaban ver a su hija y hacerla reaccionar como fuera posible. Moody en cambio le arrojó la maldición asesina a la serpiente, pero ella seguía intacta mientras Voldemort solo reía completamente seguro de que su Horrocrux no sería destruido tan fácilmente.

—¡Hermione! Mi niña, por favor tienes que luchar. No tengas miedo, princesa —intentó alentarla  su madre.

La chica giró el rostro y la miró con sus aterradores ojos, pero esta vez ellos estaban llenos de lágrimas.

De pronto, Fawkes, el fénix de Dumbledore, bajó volando desde una de las atalayas del castillo, entonaba una hermosa canción que aletargaba los sentidos y en su pico llevaba asido el sombrero seleccionador de Godric Gryffindor, el cual dejó caer muy cerca de Ron. Éste, sabiendo lo que había dentro, introdujo la mano en el sombrero y extrajo la espada de Gryffindor y con ella trató de matar a la serpiente, pero falló, perdió el equilibrio y se cayó. La espada se deslizó muy lejos de él, pero fue a dar a los pies de Neville que la empuñó con valentía, asestándole un tajo  que le cortó la cabeza al instante.

—¡NOOOOOO! —gritó Voldemort entre aterrado, furioso y sorprendido.

—¡Neville, eres un héroe! —le dijo Lavender con orgullo.

—¡GRANDIOSO, NEVILLE! —lo felicitó Ron.

—Buen trabajo, señor Longbottom —aprobó Dumbledore, luego se dirigió a Voldemort—. Ahora sí eres mortal, Tom, ya no hay nada que te haga invencible. O regresas a tu cuerpo y te resignas a vivir con la vulnerabilidad de cualquier mortal, o de lo contrario Harry tendrá que destruirte en el cuerpo dónde estás.

Severus se puso nervioso al escuchar aquello, al igual que los Granger.

—No —respondió Voldemort con rabia, pero bastante seguro de sí mismo—. Eso es mentira, él jamás se atreverá a hacerme daño —luego comenzó a adoptar un tono de voz dulce, suplicante—. Tú no me harías daño, ¿verdad, Harry? Soy tu mejor amiga.

—Está tratando de manipularte, muchacho —lo previno Moody.

Harry continuó apuntándola con la varita, pero estaba confundido. Miraba a Dumbledore como buscando apoyo.

—Sí, Harry, eso es lo que está tratando de hacer —confirmó Dumbledore.

—¿De qué están hablando? —pregunto el señor Granger—. ¿Van a asesinar a mi hija?

—No, por favor, estoy segura de que podemos resolver esto de otra manera —dijo la señora Granger completamente aterrada.

Los mortífagos desperdigados alrededor, observaban con atención sin atreverse a intervenir en el proceso, esperaban la reacción de su amo.

—No es ella la que sufrirá, aunque lo parezca —los tranquilizó Dumbledore—. Él único que va a morir aquí es Voldemort.

El horizonte comenzaba a teñirse de algunos tonos rosa y violeta, señal inconfundible de que el alba comenzaba a despuntar. 

Todos, es decir, mortífagos, aurores, profesores, alumnos, los miembros de la Orden del Fénix, del E.D y los padres de Hermione, permanecían atentos a los dos chicos que seguían uno frente al otro con las varitas en ristre, aunque de vez en cuando, los padres de Hermione echaban un vistazo al cuerpo de Voldemort que aún yacía inerte sobre el piso de piedra. Estaban horrorizados de que un ser tan horrible y macabro, ahora estuviera controlando el cuerpo de su hija y que además la obligase a hacer y decir cosas terribles. 

El lado tenebroso de HermioneWhere stories live. Discover now