Capítulo 2

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Más allá de la frontera. Parte 2

Lindsay

Cuando era pequeña y todo mi mundo transcurría de forma tan común y corriente, amaba desesperadamente colarme en los entrenamientos de Milak, y como no hacerlo si eran mucho más entretenidos, emocionantes y divertidos. El único que notaba mi presencia era mi hermano, jamás le dijo a nadie que la pequeña bola detrás del vitral, era yo. Y por supuesto, después de ver tremendo alboroto con armas —y mi fascinación por ellas, agregando que deseaba poder tocar uno de los magníficos cuchillos que había en el enorme estante— alimentaba más mi curiosidad. Al paso de los años, una tarde me equivoque rotundamente en el horario de Milak, si alguien más me hubiera visto, no pasaría de una reprimida e incluso un castigo en el área de confinamiento. Lástima que fue mi padre quien se hallaba ahí, lástima, porque en el mismo instante en el que crucé la puerta, mi sonrisa se borró cuando sus enormes ojos azules se postraron en mí. Creí que me gritaría y se volvería el enorme y atroz monstruo del que oía hablar por los pasillos del instituto, camino  hacia mi y tomó mi mano con delicadeza, me llevó por todo el enorme campo laminado y en un pequeño banco frente al estante de artefactos con más filo, que cuál navaja de afeitar de mi padre, me sento. Al principio no comprendí el porque. Me miro con ojos de ternura, y por un breve segundo me sentí protegida y amada. Pero de inmediato, sus pupilas se dilataron, tomó una navaja suiza, arriba, abajo, era el patrón que ejercía. Levanto mi brazo izquierdo, el miedo me inundó, mi corazón martillando con toda la fuerza sobre mi pecho.

—Mí dulce niña. —hizo un sonido de desaprobación con la boca. —No entiendo porque disfrutas venir aquí, después de todo, te he tenido protegida y a salvo. ¿No eres feliz?. —Trage tan despacio como mi torpe e irritada garganta me permito. Es mi padre, jamás me dañaría. <Repito una otra vez.> Sólo asiento con la cabeza, mis lágrimas picaban mis ojos. —No llores princesa, no te haré daño.— Limpio la lágrima que corría por mí mejilla y entonces cuando creí que me dejaría ir, paso la navaja por toda la longitud de mi brazo, bajando por mi pecho hasta llegar al dobladillo de mi vestido, jugando ahí con la piel expuesta de mi pierna. Sentí la filosa punta contra mi piel, negué con la cabeza horrorizada por lo que estaba pasándo. —Oh, Lindsy, mi dulce Lindsy, ¿sabes que hay allá afuera?. —Asenti llorando, que más podía hacer, sentir la navaja no era exactamente lo que esperaba que mi padre hiciera cuando me pillará en el área de entrenamiento, aterrorizada seguí llorando en silencio, ni un sólo sollozo deje escapar. —Los hombres de allá, son malos, crueles y mentirosos. Son como lobos hambrientos esperando por hermosas mujeres para clavar sus filosos dientes en tu carne y desgarrarán completamente tu cuerpo. Ahora no lo entiendes y pensarás que es más divertido estar aquí, viendo a todos estos soldados preparándose para una guerra y dar su vida al protegerte. No entiendes que quiero hacer de ti una buena mujer y con suerte conseguirte un hombre del ejército, que pueda cuidarte y protegerte como yo. —Clavó la navaja en mi muslo derecho, subiendo con cuidado sin cortarme, pero haciendo presión suficiente para sentir dolor y miedo. Mucho miedo. — ¿Ahora lo entiendes princesa? Yo puedo hacerte daño ahora mismo, pero no lo haré porque eres mi pequeña. Pero ellos, ellos vendrán por ti, y clavarán sus garras sobre ti, ¿eso quieres.?

—No... —susurré, mirando la navaja clavada en mi pierna.

—Entiendes porque en ves de venir y esconderte detrás del vitral no te ayudará a vivir. —asiento. —Esa es mi niña, mi hermosa y obediente niña. —Beso la cima de mi cabeza, y pasando sus ásperas manos por mi coleta, enredando su dedo entre mi cabello. —Te quiero y hago esto porque te quiero y mi más grande deseo es protegerte. —Susurró mi padre antes de cortar mi pierna. El dolor que sentí en ese momento, fue más que saber que necesitaría puntadas en la herida, me hizo pensar, que si mi padre era capaz de cortarme, aquellos hombres harían cosas peores en mi. Lloré en silencio, me prometí ser buena y obediente, así podría sobrevivir, y nadie me lastimaría nunca más.

The Demon Of War#Hottie'sAwards2017 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora