Día #1

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Cuando desperté mi boca parecía el mismísimo desierto.
Mis ojos se cerraban involuntariamente debido a la luz de las farolas blancas de la habitación.
Me llevo al rededor de dos minutos quitarme la mano de mis ojos y ver con claridad y sin sentir tal irritación.

En ese momento mire a los lados esperando encontrarme con alguien, pero no había nadie allí. Estaba sola.

Me sentía realmente agotada que no me tome la molestia en buscar a alguien para pedirle una buena explicación de donde me encontraba. Aunque si me podía hacer una idea al ver las paredes blancas estériles que me rodeaban y los montones de aparatos alrededor de mi cama. Hospital.
Estaba en un hospital, en el lugar que mas odiaba.
Estaba tan distraída mirando las paredes que no me había dado cuenta de las agujas que tenía en mis manos.
Pero cuando las sentí y las vi por primera vez aguante el impulso de llorar y deje de observarlas para dejarme de torturar.

Al rededor de cinco minutos en los que me quede sola y consternada, entro una enfermera.
Me miró y la mire.
Esa mujer me estaba sonriendo, en cambio yo no podía pensar en otra cosa que no fuese:

-Agua.

La mujer abrió los ojos y corrió hacia una neverita en una esquina y saco una botella de agua y un vaso, sirvió velozmente y tome todo completo. Sin atragantarme.
Me pregunto hace cuanto estaba despierta, y le respondí que cinco minutos aproximadamente.
Ella asintió y me hizo unas preguntas un tanto raras para mi.

-¿En que año estamos, Sofia?

-2013-le respondí obvia. La enfermera había apretado los labios y salió del cuarto con el pretexto de buscar a mis familiares.
Al rededor de un minuto entraron mis padres corriendo por la puerta. Me abrazaron y me besaron las mejillas. No me soltaron.
Mi madre estaba llorando, y eso solo me irrito. Le pedí que se calmara y me explicara el por que me encontraba en un hospital.

Mi madre no respondió, fue mi padre.

Al parecer yo me había caído andando en mis patines y me había golpeado la cabeza con la acera del parque donde estaba.
Asentí despreocupada y le pedí que me bajara para ir al baño.

Realmente me sorprendió el hecho de que me desplome en el suelo por que mis piernas estaban debilitadas y no aguantaban mi peso. Era extraño que no me soportaran para estar allí apenas un día. Según yo.

Mi padre me cargo al lavado y me encerré en el baño para hacer mis necesidades. Luego con ayuda del lavamanos me acerque al espejo.
Estaba espantosa, las ojeras estaban casi moradas tanto que hacían creer que me habían pegado un puño en cada ojo. Recuerdo que me asuste mucho de mi palidez que hasta creí ser transparente. Mi aliento estaba horrible, como si  llevara mil años con la boca cerrada. Apure agua del lavamanos en mis manos e hice pucheros para pasar el mal sabor de boca.
Toque la puerta dos veces y mi padre volvió a cargarme a mi cama.

Estaba anonadada con todo esto. Pero me asustaba mas el motivo de mis piernas. Pedí explicaciones seriamente pero ninguno de los dos se atrevía a hablar.

Decidí dejarlo pasar en ese momento. Nos sentamos los tres a ver televisión. 
Al rato llegó un medico, me saludo y procedió a chequearme.
Miro mis ojos con linterna, me pidió abrir la boca para verla, observo mis oídos y luego me pidió toser mientras el sostenía mi espalda y pecho.
Al parecer estaba saludable y bien.
Pero ese estado de bienestar paso cuando en el televisor emitió una propaganda en donde aparecía un discurso de prosperidad para la semana santa del año 2016.
Enserio que me quede fría. Y mis ojos no se podían abrir mas debido a que era imposible.

-¿2016?- en ese momento mi voz salió apagada. Y nunca había sentido tanto miedo en mi vida.
Mis padres se sentaron en el sofá lentamente. Cobardes.

Mi única esperanza era el doctor. Lo mire y él empezó a decirme los hechos con voz profesional.

Dijo lo mismo que mis padres, que me había caído y golpeado en la cabeza fuertemente, pero también que al parecer mi cabeza había perdido un par de recuerdos.
Una lágrima había salido de mi ojo derecho en ese momento al saber que con el termino "par de recuerdos" era decir que mi cerebro había borrado dos, casi tres, años de mi vida. 

Esto apestaba, y mas el hecho de que llevaba casi toda la semana en un estado de coma programada.
Al parecer un estado de coma programado era cuando los médicos te inducían a ese estado, relajando tu cerebro para que este se mejorara a su antojo. Mi cerebro supuestamente se mejoro después de cuatro días, pero se mejoro borrándome recuerdos de mi vida.
Ese hecho era una mierda en todo el sentido de la palabra.

No quise hablar con nadie, me acosté en la cama y cerré mis ojos tapandome con la colcha.

No quería que nadie me molestase, solo quería estar conmigo misma.
Yo era la única que podía entenderme a la perfección.

-Sofia:-[

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Semana santa es la semana mayor, donde Jesús, el mesías, murió en la cruz y resucito a los 3 días.
En muchos países se toma esta semana de descanso para reflexionar, por tanto, los colegios cierran sus puertas a clases.

Dulce Agonía Donde viven las historias. Descúbrelo ahora